Putin reconstruye el palacio de su pueblo para albergar la cumbre del G20
La residencia zarista se encontraba en un estado ruinoso cuando el mandatario llegó al poder
San Petersburgo. San Petersburgo se ha preparado para recibir hoy, jueves, y el viernes, a los mandatarios del G20 con un amplio dispositivo de seguridad que incluye restricciones al tráfico aéreo, naval y terrestre. El fastuoso Palacio de Constantino, a las afueras de San Petersburgo y residencia marítima del presidente ruso, Vladímir Putin, es el escenario de esta cita de los líderes de las veinte grandes economías industrializadas y emergentes, así como seis países invitados.
También conocida como Strelna, por el pueblo adyacente, a orillas del Báltico, esta antigua residencia zarista presentaba un estado ruinoso cuando Putin llegó al poder en el año 2000. El presidente, oriundo de esta ciudad, autorizó su reconstrucción, y tras 18 meses de obras el palacio recuperó el esplendor perdido.
El aeropuerto Púlkovo de San Petersburgo está casi vetado para los aviones comerciales. La terminal aérea se limita a recibir a los líderes y a sus delegaciones, y para la ocasión se aceleró incluso la construcción de una autopista que conecta el aeropuerto con la carretera de circunvalación de San Petersburgo.
El movimiento de barcos en el puerto también se ha limitado, y las pequeñas embarcaciones de recreo y yates tienen prohibido navegar durante toda la semana. Sin embargo, se han habilitado barcos especiales, ya que los invitados a la cumbre serán transportados al Palacio de Constantino por vía marítima, así como por la nueva autopista inaugurada este 26 de agosto.
Los aproximadamente 3.000 periodistas acreditados también tendrán que llegar al centro de prensa en barco y para ello se han alquilado numerosas lanchas rápidas que funcionarán por la mañana y por la noche.
Desde el 20 de agosto se establecieron limitaciones al transporte público, y las autoridades locales han creado una zona colchón que impedirá a los residentes de Strelna moverse con libertad. Las medidas de seguridad han llevado incluso a cerrar una guardería cercana y trasladar a los niños a otro centro.
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