La Nueva Alianza Flamenca (N-VA) que lidera Bart de Wever dio la sorpresa en las elecciones legislativas celebradas en Bélgica en junio de 2010 al convertirse en el partido más votado, desbancando a los democristianos del todavía primer ministro en funciones Yves Leterme. Pero a tenor de la situación política que atraviesa el país, este partido político no estará en el futuro gobierno. 404 días después de que tuvieran lugar los comicios generales y tras una negociación de más de seis horas que tuvo lugar en el día de la fiesta nacional, la mayoría de los partidos políticos flamencos y francófonos -cuatro del norte y otros cuatro del sur- consiguieron cerrar un principio de acuerdo para poner en marcha la reforma del Estado y formar el nuevo Ejecutivo. Pese a convertirse en la primera fuerza de Flandes, la N-VA no participará en las discusiones.

Las negociaciones, sin embargo, no arrancarán inmediatamente. Aunque llevan más de un año con un gobierno en funciones, los representantes de las distintas formaciones podrán tomarse vacaciones. De hecho, fue el rey Alberto II quien propuso al líder de los socialistas, y vencedor entre los francófonos Elio Di Rupo, una tregua hasta mediados de agosto para descansar de la gran fatiga que ha supuesto este año de discusiones. Una propuesta que Di Rupo aceptó de forma inmediata.

más autonomía El líder socialista presentó a principios de mes una propuesta para reformar el funcionamiento del Estado y dotar de mayores competencias y autonomía a las regiones. Una oferta que fue rechazada por los nacionalistas flamencos que la consideraron de insuficiente. "Si yo mismo no me convenzo de que es bueno, no puedo convencer a nadie", dijo entonces De Wever. Desde que la N-VA dijera no, los democristianos flamencos de la CD&V se convirtieron en el partido más cortejado y es que su presencia en esta etapa final es esencial para lograr el quorum de dos terceras partes necesarias para que la cámara apruebe la reforma constitucional. Di Rupo valoró ayer positivamente el acuerdo alcanzado, "indispensable para garantizar la estabilidad del país y adoptar las medidas socioeconómicas necesarias". A su juicio ningún partido perderá, sino que todos ganarán. La misma satisfacción expresaron ayer el resto de dirigentes francófonos. También el democristiano Wouter Beke quien aseguró en la radio flamenca VRT haber obtenido todas sus demandas. Para De Wever, en cambio, los democristianos se "dejaron atrapar" por el líder de los socialistas. "Los francófonos comenzarán por pequeñas concesiones sobre (la reforma) de Bruselas-Hal-Vilvoorde antes de poner sus exigencias. Pero el CD&V no podrá dejar la mesa de negociación porque será admitir tardíamente que la N-VA tenía razón", augura.

cesiones Y es que en su opinión, este partido flamenco ya ha cedido en todas sus exigencias. Para empezar aseguró que no entraría en ningún gobierno sin la N-VA y va camino de hacerlo. Su conclusión: "Los flamencos sufrirán una subida de impuestos vertiginosa mientras que Bruselas recibirá paquetes de ayudas y transferencias procedentes de Flandes que aumentarán a al menos 1.000 millones y mientras tanto este país no será reformado como necesita, ni el plano institucional ni socioeconómico", alerta.

La decisión se produce tras el discurso realizado por el rey Alberto II el miércoles, con motivo de la fiesta nacional, en el que urgió a los partidos a asumir su responsabilidad en estos tiempos de crisis y puso toda la presión entre los democristianos que finalmente acceden a negociar.