Berlín. Alemania se convirtió ayer en el primer país que decide abandonar la energía nuclear a raíz de la catástrofe de la central japonesa de Fukushima, con el acuerdo sellado por la coalición de Gobierno para desconectar, lo mas tarde en 2022, la última de sus 17 centrales atómicas. La canciller alemana, Angela Merkel, anunció la transición hacia "una nueva arquitectura" del suministro energético basado en las energías renovables que garantice el suministro, la estabilidad de los precios, la autonomía eléctrica nacional y un mayor respeto al medio ambiente.

El acuerdo conlleva el cierre inmediato de las siete centrales más antiguas del país -paradas de forma preventiva desde marzo- y de otra con problemas de funcionamiento, así como el mantenimiento en estado de stand-by de las tres más modernas hasta 2022 como plazo máximo, para eventuales emergencias. Además, incluye una cláusula de revisión por la que, durante el proceso de abandono de la energía atómica, el Ejecutivo federal puede decidir adelantar el apagón nuclear definitivo, dependiendo del desarrollo de las renovables. A este respecto, la canciller agregó que el pacto busca, además, que para 2020 las energías alternativas supongan al menos el 40% de la producción eléctrica nacional y que se reduzcan sensiblemente las emisiones de CO2.

Los partidos de la coalición -cristianodemócratas (CDU), socialcristianos bávaros (CSU) y liberales (FDP)- decidieron asimismo mantener el impuesto al combustible nuclear que deben pagan los consorcios eléctricos con centrales atómicas, el cual pretende financiar el desarrollo de las renovables. Este acuerdo energético se plasmará en una serie de normativas específicas que el Ejecutivo comenzará a redactar y enviar al Parlamento en forma de proyectos de ley a partir de la próxima semana.

Por su parte, el Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes han mostrado ya su disposición a dialogar con el Gobierno para la tramitación parlamentaria de estas normas, aunque su reacción inicial fue de "escepticismo". El acuerdo de la coalición de Gobierno se produjo horas después de que la Comisión Ética designada por Merkel para estudiar las alternativas a la energía atómica entregase su informe final, afirmando que es "factible" abandonar esta energía en una década sin grandes costes colaterales o, incluso, en menos tiempo.

Esta fecha se ha fijado siguiendo una serie de criterios, como asegurar la contención de los precios de la energía y la competitividad de la economía alemana, buscar alternativas sin riesgos, evitar las importaciones eléctricas sistemáticas de otros países y garantizar el suministro. Klaus Töpfer, coordinador de la Comisión Ética, destacó que el proceso es una "gran oportunidad" para Alemania y que la comunidad internacional va a seguir expectante su implementación, por tratarse de un hito energético a escala mundial. Al respecto, Matthias Kleiner, científico y miembro de la comisión, aseguró que Alemania cuenta con las condiciones económicas y energéticas y el consenso social para llevar a cabo "con éxito" el apagón nuclear.

cambio de política Tras la catástrofe de Japón y con una gran presión de la opinión pública, el Gobierno federal decidió modificar radicalmente su política energética y poner fin a la dependencia alemana de la energía nuclear, en la actualidad por encima del 20%. Merkel dio entonces marcha atrás al plan energético que había aprobado a finales del año pasado para prolongar la vida de las centrales atómicas una media de doce años y que aparcaba una ley anterior, aprobada en 2000 por el Gobierno de Gerhard Schöder, por el que la última planta debía cesar sus operaciones en 2021.

Además, la canciller suspendió durante tres meses las operaciones en las siete centrales más antiguas del país y creó dos comisiones, la técnica y la ética, para estudiar, respectivamente, la seguridad de las instalaciones atómicas y buscar alternativas de futuro. La primera hizo públicas recientemente sus conclusiones, en las que subrayaba que el nivel de seguridad de las siete instalaciones más antiguas del país -las construidas antes de 1980- era bajo, mientras que el de las otras diez era medio y ninguna obtenía un grado alto. Ayer, Merkel, y su coalición conservadora-liberal decidieron apostar definitivamente por el apagón nuclear y las energías renovables para tratar de contrarrestar su pérdida de credibilidad, evitar nuevos desastres electorales y frenar el apabullante ascenso de Los Verdes. Los medios y analistas alemanes hablan desde hace semanas de El apagón del apagón del apagón para calificar la iniciativa del Gobierno de Merkel, que supone retractarse de la ley aprobada el pasado otoño para prolongar la vida de las centrales atómicas hasta mediados de la década de 2030.

Desde su triunfo en las elecciones legislativas de septiembre de 2009, la coalición de Merkel ha ido perdiendo crédito popular de forma progresiva, sobre todo sus socios liberales. Escarmentados en las urnas en los cinco comicios regionales celebrados en lo que va de año, Merkel y su equipo parecen haber decidido que si no pueden con el enemigo, lo mejor es unirse a él, por lo menos en materia nuclear. Sin embargo, los sondeos indican que el giro en materia de política energética no traerá consigo una rápida recuperación de la popularidad y, sobre todo, de credibilidad a Merkel y su equipo, para los que auguran un nuevo desastre en los comicios de septiembre en la ciudad-estado de Berlín.