Bilbao. "La revolución de los derechos humanos se encuentra en el umbral de un cambio histórico". De esta forma se refiere el secretario general de Amnistía Internacional (AI), Salil Shetty, a las crecientes demandas de libertad y justicia en Oriente Próximo y el norte de África, que centran este año su informe sobre el estado de los derechos humanos en el mundo. Coincide, además, con el 50 aniversario de la organización internacional.
AI advierte asimismo de que estos cambios penden de un hilo, "porque las fuerzas de represión están contraatacando con dureza". "La comunidad internacional debe aprovechar la oportunidad para el cambio y asegurarse de que 2011 no se convierte en un falso amanecer para los derechos humanos", indicó Shetty durante la presentación del informe. En su balance anual, la organiación internacional recuerda que siguen existiendo flagrantes violaciones a los derechos humanos en todo el mundo; en concreto, documenta restricciones a la libertad de expresión en 89 países, casos de presos de conciencia en 48 naciones, tortura y malos tratos en 98, y juicios injustos en 54 países. Además, miles de defensores y defensoras de derechos humanos ha sido amenazados, torturados, encarcelados o asesinados durante 2010 en Afganistán, Angola, Brasil, China, México, Rusia, Tailandia, Turquía, Uzbekistán, Vietnam y Zimbabue. El informe denuncia también el deterioro de la situación de los derechos en Ucrania, Bielorrusia y Kirguistán, la espiral de violencia en Nigeria y la creciente crisis que plantean los insurgentes armados maoístas en el centro y nordeste de India.
Por regiones, AI detecta una amenaza cada vez mayor para los pueblos indígenas en América, la penalización en algunos países de Europa de las mujeres que eligen cubrirse el rostro con un velo, así como la creciente tendencia de los Estados europeos a "devolver" a inmigrantes a lugares donde corren peligro de sufrir persecución. Continúan, además, los conflictos en Chad, Colombia, Irak, Israel y los territorios Palestinos ocupados, el Cáucaso Norte, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Sri Lanka, Sudán y Somalia, en los que grupos armados y fuerzas gubernamentales atacan con frecuencia a la población civil.
Avances Por contra, Amnistía reconoce algunos avances, como por la disminución de la pena de muerte -96 países la han abolido- y el procesamiento de algunos de los responsables de delitos contra los derechos humanos cometidos durante los Gobiernos militares en Latinoamérica. En la actualidad, según AI, se está librando una batalla fundamental por el control del acceso a la información, los medios de comunicación y la tecnología, mientras que las redes sociales alimentan un nuevo activismo que los gobiernos opresores luchan por controlar. Todo esto se demostró a comienzos de años en las revoluciones de Túnez y Egipto, y se está viviendo en Siria.
"Un ejemplo convincente y trágico del poder de una acción individual que se divulga a través de las nuevas herramientas del mundo virtual es la historia de Mohamed Bouazid (el joven tunecino que prendió la mecha de las revueltas árabes)", ejemplifica. Pero el poder de internet en el desafío a los poderes establecidos también se ha demostrado con las filtraciones de Wikileaks, que pusieron en un aprieto a la diplomacia estadounidense y evidenciaron los malos tratos que brindaron sus tropas en Irak y Afganistán. En los cables filtrados quedó también al descubierto la complicidad de los Gobiernos occidentales con los regímenes árabes contra los que se han levantado sus ciudadanos, por ejemplo que Estados Unidos conocía la precariedad de la economía de los tunecidos debido a décadas de corrupción y enriquecimiento ilícito de la familia Ben Alí; o que el Reino Unido estaba al tanto de las torturas en las cárceles tunecinas y contra activistas u opositores. Aun así, nunca dijeron nada; hasta ahora.
Según AI, estas revoluciones son un homenaje a los activistas que durante décadas lucharon contra los regímenes dictatoriales. Por ello, también rinde tributo a la birmana Aung San Suu Kyi, recientemente liberada, y sobre todo a Liu Xiaobo, el último premio Nobel de la Paz, que sigue encarcelado en China.