Los egipcios vislumbraron ayer el primer rayo de democracia tras 30 años de oscuridad dictatorial, ejercida por Hosni Mubarak, al participar en el referéndum que podría dar luz verde a las reformas constitucionales impulsadas por el Ejército. Ya antes de las 8.00 horas, cuando se abrían las urnas, se habían formado largas colas, algo nunca visto durante el régimen, cuando lo más común era la indiferencia de los votantes, convencidos de que su voto no servía de nada. La jornada fue, en general, tranquila, aunque hubo algún acto violento, como la agresión a Mohamed El Baradei.
"Tu voto cuenta", decía un mensaje público repetido una y otra vez en las radios locales. Los analistas predicen que entre los 45 millones de votantes estimados, la mayoría abogará por el Sí, especialmente fuera de las grandes ciudades, donde los Hermanos Musulmanes y el Ejército (ambos a favor del Sí) son más populares, especialmente después de que los dos, cada uno a su forma, fuesen retratados como partidarios de los manifestantes de Tahrir.
Sin embargo, hay muchos que no están conformes con el cambio, entre ellos, los partidos Tagammu, Ghad, los Naseristas, el Frente Democrático y el Wafd. Un comité de expertos legales redactó las reformas de la Constitución en tan solo diez días y solo se han modificado 9 artículos, lo cual ha llevado a muchos líderes de la oposición y de la revuelta a pedir el No, al considerar que los cambios no son suficientes y que se han llevado a cabo de manera precipitada.
Bahey al-Din Hassan, director del Instituto de Derechos Humanos de El Cairo, es uno de ellos. "La Ley de emergencia, aunque solo sea por un periodo máximo de seis meses, sigue siendo aplicable sin restricciones, según la reforma del artículo 148", apunta. El jefe de Justicia del Tribunal Constitucional será el cabeza de la comisión que vigile las elecciones presidenciales, "pero es el presidente el que lo nombra". La reforma del artículo 75 no permite presentarse a las elecciones presidenciales a quien posea la doble nacionalidad, aunque elimine la extranjera, ni a quien "tenga una esposa no egipcia".
"Esta reforma cierra las puertas a egipcios ilustres como el premio Nobel de Química Ahmed Zwail, que ya había expresado su intención de participar en los comicios, e ignora a los cientos de miles de egipcios que se vieron obligados a abandonar su país durante las últimas cinco décadas por la falta de libertad y de oportunidades". Además, "asume que el presidente solo puede ser un hombre", señala. Algunas leyes, como las que niegan el derecho de asociación cívica y restringen la formación libre de partidos políticos y organizaciones de derechos humanos, "se han dejado como estaban, y este es el panorama en el que el Ejército pretende que se celebren unas elecciones dentro de seis meses".
"El Ejército quiere completar su misión tan pronto como sea posible, pero este periodo de tiempo no será suficiente para que los movimientos juveniles que lideraron la revolución puedan organizarse políticamente para participar en los comicios". Los que sí se presentarán serán el Partido Nacional Democrático (PND) de Mubarak, los partidos de la oposición -"que actualmente pertenecen política y estructuralmente al Mubarakismo"- y los Hermanos Musulmanes, a quienes, por el ser el grupo mejor organizado de la oposición, les conviene no dar tiempo a otros. Estos últimos argumentan su apoyo a las reformas asegurando que "es el camino más corto hacia una transición democrática que ayudará a recuperar la estabilidad".
El problema se intensifica, según el Din Hassan, mediante la reforma al artículo 189, según el cual las dos casas del Parlamento serán las encargadas de formar la Asamblea Constituyente encargada de redactar la nueva Constitución. "En las condiciones actuales, el poder legislativo se encontrará sin duda dominado por fuerzas tradicionales, por lo que la Constitución puede acabar conteniendo los mismos valores contra los que se rebelaron los manifestantes en Tahrir".
Opina que lo que necesita Egipto no son unas elecciones inmediatas, sino "un completo cambio en el entorno legislativo y político" y advierte del peligro de "entregar Egipto al mubarakismo o al islamismo".