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SUV majestad Range Rover

SUV majestad Range RoverJ.A.M.

CINCUENTA años después, el Range Rover continúa siendo uno de los grandes referentes de la aristocracia 4x4, y del mercado en general. La remesa recién llegada ratifica esa posición con una sutil y determinante evolución del diseño conocido, que acompaña con el pequeño progreso restante para tocar techo tecnológico. El nuevo Range Rover se acerca, por tanto, al paradigma SUV. Llega arrastrando el único inconveniente del precio. La calidad se paga, en este caso entre 140.950 y 263.150 euros.

Hay automóviles concebidos para ser conducidos, de modo más o menos participativo y entusiasta, y coches pensados para dejarse llevar a cuerpo de rey. El Range Rover encaja a la perfección en ambas modalidades. Es una máquina perfecta para amantes del volante propensos a devorar kilómetros; incluso (sobre todo) una vez termina el asfalto. También es uno de los pocos colosos 4x4 con el empaque y las comodidades propicias para desempeñar cometidos propios de limusina.

Se ha constatado hace poco en el Reino Unido, donde fue uno de los automóviles elegidos para trasladar a los mandatarios del mundo allí desplazados para despedir a la reina difunta. De hecho, pese a su cuna, estampa y vocación camperas, el Range Rover parece más cómodo en ese ambiente de la alta sociedad que en los barrizales, escenarios en los que, no obstante, se desenvuelve con soltura. Alimenta esa sensación el elevado precio que soporta, factor que disuade a la mayoría de propietarios de abandonar el pavimento y saltar al campo.

La quinta generación se distingue por adoptar un refinamiento minimalista que simplifica, moderniza y refina sus facciones. Los cambios se perciben en el frontal, y más aún en la depurada y elegante zaga. También quedan patentes en la concepción interior, que apuesta por una ambientación sobria y elegante; elude todo desliz barroco y se va esmerando hasta volverse sencillamente exquisita en las interpretaciones más sibaritas. Convencidos de que ‘menos es más’, los creadores del modelo consiguen que las miradas a bordo converjan en la gran pantalla flotante y curvada que preside el salpicadero. La cabina nada tiene en común con esos interiores recargados de otros productos premium, que apabullan con botones e indicadores de funciones prescindibles. En el Range Rover abundan, eso sí, los materiales nobles meticulosamente ensamblados.

La edición contemporánea propone dos tallas de carrocería, una de 5,05 metros de eslora y otra que añade 20 centímetros entre ejes (ofrecen 3 y 3,2 m de batalla, respectivamente); ocupan 2,20 de ancho y 1,87 de alto. El envase normal presenta configuraciones de cuatro y de cinco plazas, mientras que el largo admite una tercera línea de asientos para aumentar el aforo a siete ocupantes. Desplegándola, los 575 litros del portaequipaje se quedan en 312.

El estandarte de la firma de origen británico y propiedad india (Jaguar-Land Rover pertenece a Tata Motors desde 2008) da un decidido paso hacia la electromovilidad. Incorpora a su reparto motriz dos variantes híbridas enchufables, además de dos soluciones diésel con sistema de hibridación suave. Las acompaña con una versión a gasolina de alto rendimiento. El catálogo del modelo se completará en 2024 con una alternativa con impulsión 100% eléctrica. Todos los Range Rover disponen de tracción 4x4, ruedas traseras directrices y transmisión automática de ocho velocidades (con posibilidad de relaciones cortas para remolcar o afrontar orografía complicada).

La zaga presenta un aspecto muy distinto.

La gama arranca con las dos citadas versiones gasóleo ‘mild hybrid’ de 48 voltios, las MHEV D300 y D350. Comparten un motor de seis cilindros y tres litros, cuyo distinto ajuste electrónico permite ofrecer potencias de 300 y 350 CV. Ambas facturas acreditan reacciones inusitadamente ágiles para un vehículo que supera las dos toneladas y media, al progresar hasta 100 km/h en 6,9 y 6,1 segundos. Además, homologan promedios de consumo ideal tan comedidos como difíciles de repetir en la vida real (7,6 litros).

Un escalón por encima en complejidad técnica y rendimiento, aunque no en precio, aparecen las variantes PHEV (Plug Hybrid Electric Vehicle). Combinan un bloque gasolina de seis cilindros en línea con otro eléctrico (150 kW) y con un acumulador de 31,8 kWh netos. La asociación da como resultado variantes P440e y P510e, cuya denominación hace referencia a la potencia final desarrollada. Más allá del elevado nivel prestacional que ostentan (la superior salta de 0 a 100 km/h en 5,5 segundos), la principal contribución de estos híbridos enchufables, la que los diferencia del resto, es la gran autonomía sin emisiones que prometen: entre 80 y 113 km en modo eléctrico.

El Range Rover la consigue, con toda seguridad, por su eficiente funcionamiento; pero también gracias a la desacostumbrada capacidad de la batería empleada (38,2 kWh), superior a la de algún utilitario puramente eléctrico. Admite recargas con corriente continua a 50 kW, operación que tarda cerca de una hora; reabastecerla en una toma de 7,4 kW de corriente alterna supone unas cinco horas de inmovilización.

La nómina motriz del Range Rover culmina con la versión P530, que aloja un V8 gasolina biturbo. La nueva función Dynamic Launch de gestión electrónica de la salida lanzada que incorpora exprime el potencial de la mecánica, espoleando sus 530 caballos para brincar de 0 a 100 km/h en 4,6 segundos. Aunque es un registro al alcance de genuinos purasangre, esta temperamental variante no resulta indómita, por lo que su manejo resulta asequible para todo tipo de conductores.

En esta y en todas las demás versiones, cada una en su medida, el Range Rover se vale de sus innumerables recursos tecnológicos – tiene a su alcance prácticamente todos los que puede montar un automóvil moderno- para mostrar un comportamiento noble, dócil y predecible. En manos adecuadas, capaces de explorar los límites desconectando sus múltiples ayudas a la conducción, brilla sin acusar sus considerables envergadura y peso. Por otro lado, una utilización relajada convierte al modelo en un excelente compañero de viaje, tremendamente cómodo y en cierto modo austero.

No es precisamente la austeridad la cualidad que preside la puesta en escena del modelo. El buque insignia de Land Rover hace los honores a tal consideración exhibiendo una exquisita imagen exterior e interior. Las cuatro definiciones de producto -SE, HSE, Autobiography y SV-, junto a la efímera First Edition de lanzamiento, van ganando suntuosidad a medida que se asciende en la tarifa. Configuran un menú completo y tentador para quien disponga de los medios para adquirir este modelo, un gran coche en todos los sentidos.