Llega el fin de este año 2023 y el comienzo de 2024. Entre las múltiples costumbres para celebrar esta transición, una de las más generalizadas es la de meter ruido, mucho, cuanto más mejor. Es la gran noche de la pirotecnia, desde las más espectaculares colecciones de fuegos artificiales hasta la más humilde de las tracas de petardos.

Pero esta costumbre tiene una cara b, un lado ni lúdico ni divertido, su efecto sobre los animales, sobre las mascotas de casa, principalmente perros y gatos, aunque en el fondo ninguno es inmune. Para ellos, el estruendo de las explosiones es bastante más poderoso que en los humanos, su sentido del oído es más fino. Los perros tienen una agudeza auditiva tres veces superior a la de los humanos, llegando a ser dañino. Y aunque canes y gatos poseen un nivel auditivo muy similar, el a los perros afecta más el ruido de los fuegos artificiales mientras que a los felinos les molestan más los chispazos y los focos de luz debido a su agudo sentido de la visión.

Una mujer abraza a un perro asustado. Freepik

Además también les pasa que no entienden la situación, desconocen el origen y motivo de ese pavoroso retumbar. Algunos comparan esta situación con las tormentas, pero la diferencia es que aunque los truenos y los rayos puedan asustarlos, han notado la llegada del temporal, han podido prepararse y no es inesperado. Con la pirotecnia, todo es repentino e inexplicable y no saben cómo reacccionar.

Síntomas de estrés

Según algunos veterinarios, entre los síntomas que pueden verse en perros y gatos cuando tienen un ataque de pánico por el sonido de la pirotecnia pueden ser ladridos y maullidos compulsivos, salivación excesiva, expresión corporal de miedo como cabeza gacha o cola entre las patas o baja, agresividad, incontinencia urinaria, llanto y, en casos muy extremos, convulsiones y paro cardiaco.

Otro síntoma es el intento de huida, esconderse, por lo que lo normal es que intenten correr a esconderse o hacia un lugar que ellos consideren seguro. Este es el motivo por el que hay que tener mucho cuidado con no dejar puertas o ventanas abiertas o, si pilla esta situación en la calle, llevar al pero bien sujeto para que no pueda dar un tirón y salir corriendo, con el riesgo que esto supone de perderse o sufrir un accidente.

Además puede ocurrir que el estrés, el susto dure más allá de lo que puedan durar los cohetes y los

petardos. Es fácil que tarden en tranquilizarse.

Un gato se esconde en una caja de cartón para sentirse seguro. Freepik

Qué hacer

Desde Purina, ofrecen cinco consejos para ayudarlos con los que ayudarás a que el animal se sienta protegido.

La prevención y la compañía: Si se sabe que habrá pirotecnia cerca de casa, lo mejor es organizarse. Lo ideal es irse a un sitio tranquilo, peor en Nochevieja es complicado. Por ello una solución es que su humano de confianza se quede con el y le ayude a mantenerse tranquilo con caricias, chuches o juegos.

Preparar un refugio: Acondicionar un rincón del hogar para que quede lo más aislado posible de las luces y los sonidos del exterior. Cerrar puertas y ventanas, bajar las persianas y crear un rincón acogedor en el punto más silencioso de la casa con su cama, sus juguetes favoritos, una prenda con olor de su humano o cualquier otras cosa que le ayude a sentirse relajado.

Jugar y pasar tiempo con él: Pasar tiempo con la mascota antes de que empiecen los ruidos. Juegar con él, dar un largo paseo, hacer que corra y salte… Esto puede ayudarle a calmar el estrés y además le cansará y hará que duerma con más facilidad.

Crear una distracción: Mientras dure la pirotecnia, tratar de dirigir su atención hacia otra cosa. Darle un snack o algo para morder, ponerle música relajante de fondo, utilizar juguetes rompecabezas, estimularle física y mentalmente con sesiones de adiestramiento... Ofrecerle cualquier cosa con la que mantenerlo apartado del motivo de pánico actuando de forma normal y tranquila, haciendo ver que no pasa nada.

Consultar al veterinario: Si ya se sabe por experiencias anteriores que al perro o al gato le afectan los petardos o fuegos artificiales, se puede consultar al veterinario para que indique cuales son las mejores opciones para cada animal. El uso de suplementos podría ser una buena forma de mitigar los ataques de pánico leves, pero siempre bajo control veterinario. Si la cosa es más grave, un veterinario etólogo, experto en comportamiento, puede preparar un plan de adiestramiento individualizado.