En un mundo ideal nadie ni nada olería mal, pero no es así y todos necesitamos pasar por un baño para eliminar la suciedad. Y los perros no son una excepción.

Así como los humanos, salvo contados casos, nos lavamos todos los días, en el caso de los perros es más difícil determinar la periodicidad, especialmente porque los canes no sienten la necesidad de bañarse y el mundo de los olores es el suyo. De hecho, lo de bañar, aunque beneficie su salud, es un acto más humano que cánido. Por ello, una recomendación general es hacerlo una vez al mes, pero depende de la vida que haga el animal. No es lo mismo uno de un piso de ciudad y otro que pase su vida en el campo. El tipo de pelo, corto o largo, y la raza también son un factor a tener en cuenta. 

Para mojar al perro, lo mejor es una ducha manual, que evita el susto del ruido. meteleva

Que sea un buen rato

Ahora bien, son muchos los canes a lo que esto de pasar por la bañera de casa no les gusta. Y tiene poco que ver con el agua, que puede ser un magnífico divertimento, sino el proceso de lavado. 

Como muchas otras cosas en el mundo canino, lo de bañar también se entrena y para que llegue a disfrutarlo como un momento placentero hay que enseñarles desde cachorros, desde que termina el primer ciclo de vacunación y empiezan a socializar. 

Pero, ¿y si es adoptado y no se le ha enseñado qué es eso del baño? Pues habrá que tirar de paciencia y de trabajo. Pedir ayuda a un profesional que nos dé pautas es una opción que no debemos desdeñar. 

Al principio habrá que ir enseñándole y acostumbrarlo a cada paso del proceso como si fuera parte de un juego, que es lo que queremos que sea para que disfrute de la experiencia. Hay que enseñarle la zona de baño, los utensilios y darle muchos premios. 

Para el baño resulta una buena idea que, si hay sitio, se haga entre dos personas, una lo manipula y el otra lo mantiene distraído con premios y chuches. Si el ayudante no cabe, se pueden poner unas pegatinas o unas ventosas en los azulejos untadas con algo que les guste, un poco de paté, mantequilla de cacahuete casera... para que pueda lamer mientras le bañan.

Hay que tener especial cuidado con la ducha. Que le caiga el agua encima y el ruido que hace pueden asustarlo, por ello, si la cebolleta de la ducha no es manual es preferible usar un cazo para ir echándole el agua por encima. En cuanto se acostumbre, se relajará mucho.

El baño en casa, paso a paso

Por mucho que a perros y humanos nos gusten las caricias y los masajes, cuando llega la hora de meter a los canes en la bañera, la situación puede tensarse. Por ello es imprescindible tener claro todo el proceso. 

  1. Elegir el lugar. El espacio de baño debe ser cómodo para todos. Además, que permita tener a mano todo lo necesario, el champú, acondicionadores, toallas, algún cepillo, secador. Muchos expertos aconsejan un cepillado previo para quitar pelo muerto y elementos extraños así como deshacer nudos. 
  2. Poner agua en la bañera. El agua debe estar a unos 37-38º, temperatura corporal del perro. Basta con que el agua llegue más o menos hasta el talón del perro. Se puede usar para ir echándosela por encima con un cazo. 
  3. Mojar el perro. Lo mejor es ir poco a poco y de abajo arriba. Empezar por las patas e ir subiendo hacia el lomo, dejando para el final la cabeza. Una alcachofa de ducha de mano, que llevaremos por donde necesitemos cerca del cuerpo. Si no es posible, un jarro o un cazo son una buena opción. Cuidado con que no entre agua en los oídos ni en los ojos. Para evitarlo, frotar cuello y cabeza con una esponja o un paño húmedo. 
  4. Aplicar el champú. Usar siempre uno específico para perros. Empezar por el cuello e ir hacia atrás y hacia abajo. Si se aplica algún tipo de acondicionador, el proceso es el mismo.
  5. Aclarar. El proceso es el mismo que para mojar, pero ya que el jabón va a ir hacia abajo, empezar por el lomo e ir bajando y hacia atrás. Lo mejor, una alcachofa de mano para dirigir bien el agua, si no, jarro e ir echando. Dedicar tiempo a esta parte para quitar bien todo el jabón. Si hace falta, repetir. 
  6. Secar bien. Importante ser minucioso. Primero con las toallas, envolver y presionar para absorber el agua. No hay que frotar ya que se pueden hacer nuevos nudos y dificultar el cepillado final. De vez en cuando dejar que se sacuda. Después, con un secador y un cepillo terminar de quitar la humedad. Con el aire templado, insistir en las zonas sensibles de pliegues y mucho pelo para evitar dermatitis por humedad. El uso del secador necesita un periodo de adaptación previo para que se acostumbre.