"De la misma manera que nosotros intentamos cuidar la tierra y nuestra alimentación, decidimos buscar cómo poder transmitirles esa filosofía a nuestros hijos desde pequeños," nos explican Raquel Guembe y Ángel Amurrio, los protagonistas de este número de IN. Por ello, hace dos años decidieron trasladar a Carlos y a Lucas a una escuela ubicada en Álava, que sigue las pautas de la pedagogía Waldorf, promovida por el filósofo Rudolf Steiner, padre también de la biodinámica, el sistema de agricultura sostenible que sigue esta familia afincada en Lerín.

El centro concertado de Geroa, en Trocóniz, cuenta con cerca de 120 alumnos y en sus aulas se imparte Infantil, Primaria y Secundaria, pero de una forma distinta. El objetivo , ante todo, es atender "las necesidades intelectuales, físicas y emocionales de cada alumno en un ambiente libre y colaborativo", según destacan en su página web.

El sistema de enseñanza Waldorf no es nuevo, sino que procede de principios del siglo XX. Fue en 1907, cuando el filósofo austríaco Rudolf Steiner escribió un ensayo titulado 'La educación a la luz de la ciencia espiritual', donde describió las principales fases del desarrollo del niño, explicando que debían servir de base para una educación saludable.

Después de que Steiner fue llamado para impartir unas conferencias sobre educación a los trabajadores de la fábrica alemana de Molt, en Stuttgart, en 1919 surgió la primera escuela Waldorf, siguiendo los preceptos de una filosofía que a día de hoy sigue despertando tanto defensores como detractores, pero que cuenta con más de mil centros repartidos por todo el mundo. Una de las características que más llama la atención de este sistema es que no existen los exámenes ni tampoco los libros de texto, advierten Carlos y Lucas Amurrio. "Yo no estaba a gusto en el colegio en el que estaba antes y ahora, la mayor diferencia que noto desde que entré aquí hace dos años, es que a cada uno le exigen hasta donde puede llegar. Por ejemplo, en asignaturas que no se me dan muy bien, como inglés, por ejemplo, me exigen menos que en matemáticas o física, que se me dan bien y por eso me exigen muchísimo más", explica Carlos.

Por su parte, Lucas destaca que se aprende de otra manera. "Primero te cuenta el profesor la teoría y luego tú escribes en tu cuaderno un resumen con lo que recuerdas", cuenta. Y, a modo de ejemplo, narra, mientras que en un centro convencional te enseñan a dividir a los nueve años, en nuestro colegio nos enseñan durante toda la enseñanza, casi sin darnos cuenta de que lo estamos haciendo".

Como anécdota, Carlos apunta que una de las cosas que más le sorprendió al trasladarse a este nuevo colegio fue que "nada más llegar a clase damos un par de vueltas al patio para despertarnos". También que "en el comedor tenemos que guardar silencio mientras comemos, aunque es algo muy difícil de cumplir", confiesa Lucas.

Tres etapas diferenciadas

En el método Wardolf, el trabajo manual y artístico son clave en el desarrollo y madurez de cada niño y fomenta su cooperación con el resto de compañeros. Por ello, se alejan de los contenidos más teóricos y el aprendizaje memorístico para organizar talleres prácticos y actividades artesanales, relacionados con la pintura, la ciencia, la carpintería o incluso el cultivo de un huerto comunitario. Es un sistema que se centra en el niño y en sus ritmos de aprendizaje, que clasifica en tres etapas, "centradas en lo neurosensorial, lo rítmico y lo metabólico, es decir, el pensar, el sentir y el actuar", enumera Amurrio.

Así, en la primera etapa educativa, la que se corresponde con Infantil -de 0 a 6 años-, la pedagogía Waldorf se vertebra en torno al juego, considerándolo el motor principal para el aprendizaje, ya que incentiva la creatividad y los conceptos del juego simbólico y libre, centrándose en aspectos como la psicomotricidad, tan importantes para el desarrollo evolutivo.

En Primaria -de 7 a 12 años-, se incide en la búsqueda del alumnado para aprender los conocimientos, ya que no tienen libros de texto. Y aunque este sistema no es partidario del uso de las tecnologías, sí lo es si forma parte de esta investigación autónoma por parte de los niños. Tampoco se realizan exámenes, ya que se considera que con todas las actividades realizadas a lo largo del curso, se obtiene el resultado esperado, que demuestra el desarrollo de las capacidades de cada alumno.

Y finalmente, en Secundaria -de 13 a 16 años-, las materias son impartidas por especialistas, que, al igual que en las etapas anteriores, trabajarán en el desarrollo de las competencias y capacidades por parte de los propios alumnos, lo cual les proporcionará las herramientas necesarias para la vida adulta.