En julio de 1890 la vizcaína República de Abando se disolvió como municipio y se integró en el de Bilbao; uno de sus últimos alcaldes fue Juan Cruz Eguileor Urrutia, natural de esta anteiglesia y perito agrónomo horticultor, que en 1886 fundó una empresa llamada Gran Establecimiento de Horticultura. Junto con el arquitecto municipal Ricardo Bastida y el ingeniero agrónomo Juan Eguiraun, participó en varios proyectos de jardinería y horticultura netamente innovadores, como el parque de Doña Casilda de Iturrizar. Juan Cruz Eguileor se casó con Filomena Orueta, de Sestao, de cuyo matrimonio nació –el 1 de enero de 1884– el dirigente jeltzale Manuel Eguileor Orueta, conocido como Manu Egileor.

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La desahogada posición económica de la familia permitió que Manu Egileor estudiara en el afamado colegio jesuítico Nuestra Señora de La Antigua de Orduña, donde unos años antes se había educado Sabino Arana Goiri, compartiendo con el fundador del nacionalismo vasco, además de esta circunstancia formativa, la de ser ambos naturales de Abando. Posteriormente Egileor se graduó como ingeniero industrial en la Escuela de Ingenieros de Bilbao, profesión que nunca llegó a ejercer. En 1919 se casó con Margarita de Eguia e Irala, de cuyo matrimonio nacieron cinco hijas: Elixabete, Miren, Josune, Terese y Karmele.

Manu Egileor se inició jovencísimo en los principios del nacionalismo vasco; parece ser que fue su hermano mayor Wenceslao el que le descubrió estas ideas. Con apenas 15 años se afilió al PNV y con 20 fue uno de los fundadores de Juventud Vasca-Euzko Gaztedi.

Egileor mantuvo durante toda su vida una fidelidad absoluta a la más completa ortodoxia sabiniana y fue uno de los responsables del culto casi religioso otorgado a Sabino Arana. Se consideraba un discípulo del maestro y por ello adoptó como pseudónimo ikasle, o sea: discípulo. La coincidencia ideológica entre el Arana independentista y Egileor es casi perfecta, compartiendo los principios básicos sobre los que descansaba la nacionalidad vasca: religión, raza, lengua e historia, seguramente por ese orden. En efecto, Egileor se caracterizó a lo largo de toda su vida por profesar una profundísima religiosidad, por lo que no es de extrañar que en 1930 mantuviese una enconada polémica en el periódico Euzkadi en contra de las corrientes laicistas que estaban empezando a manifestarse en el seno del nacionalismo y que pronto fraguarían en la fundación de Acción Nacionalista Vasca.

Polémicas

Durante las décadas de 1910 y 1920 el nacionalismo vasco osciló entre dos estrategias: una más autonomista y posibilista y otra radicalmente independentista; los dirigentes más destacados de la primera fueron Koldo Elizalde y Engracio Aranzadi, mientras que los más caracterizadamente independentistas fueron Eli Gallastegi y Ceferino de Jemein, junto con el propio Manu Egileor. Elizalde y Egileor protagonizaron, al respecto, una polémica bastante sonada en el periódico Euzkadi. En 1921 se produjo una escisión; el sector independentista mantuvo las siglas tradicionales –Partido Nacionalista Vasco– y mantuvo como órgano de expresión el periódico Aberri, por lo que comúnmente a sus militantes se les conocía como aberrianos; Manu Egileor fue el director de Aberri. En noviembre de 1930 los dos sectores nacionalistas –Comunión Nacionalista Vasca y Partido Nacionalista Vasco– decidieron fusionarse ante las buenas perspectivas electorales y políticas que se atisbaban ante la inminente caída de la dictadura del general Primo de Rivera. Manu Egileor fue uno de los redactores del texto final de reunificación acordado en la Asamblea de Bergara. Tan solo tres años más tarde el PNV se vio abocado a una nueva escisión, protagonizada en este caso por Eli Gallastegi –íntimo amigo de Egileor– que aglutinó en torno a sí al sector más independentista, articulándolo sobre la base de una publicación: el Jagi-Jagi. Para Manuel Egileor fue un verdadero drama el tener que posicionarse a favor de uno u otro sector. En esta ocasión optó por permanecer integrado en el PNV.

Egileor ocupó diversos cargos dentro de la disciplina del PNV: diputado provincial por Durango (1917-1919); miembro (1915-1917), vicepresidente (1923) y tesorero (1930) del Bizkai Buru Batzar; integrante del Euzkadi Buru Batzar; componente de la Junta Directiva de la Federación de Escuelas Vascas (1931); secretario general del PNV en Bizkaia (1935) y en 1936 responsable de propaganda del partido; secretario general del Euzko Idazkaltza Buruba (Secretariado General Vasco) (1931-1937). Pero probablemente el cargo más importante de su carrera política fue el de diputado electo a las Cortes entre 1931 y 1933. En efecto, en 1931 el PNV, junto con Comunión Tradicionalista y otros católicos independientes, presentaron la candidatura pro Estatuto Vasco, de la que formaba parte Egileor, siendo elegido diputado a Cortes por Bilbao.

Fue uno de los impulsores –junto con Ceferino Jemein– de la celebración del Aberri Eguna (Día de la Patria Vasca), siguiendo la estela de festejos similares que venían celebrándose en Cataluña desde 1889 y Galicia, desde 1919. El primer Aberri Eguna tuvo lugar el 27 de marzo de 1932, con notable éxito. Se estima que a la manifestación en Bilbao acudieron unas 65.000 personas. Esta circunstancia animó a los dirigentes nacionalistas a institucionalizar anualmente el evento, que se continúa realizando hasta nuestros días.

Mentalidad

De hecho, la fiesta se pensó en un principio como una conmemoración de los 50 años de nacionalismo vasco –las bodas de oro de la resurrección euzkadiana–, es decir la efeméride de la conversación que Luis y Sabino Arana tuvieron en 1882, tras la que el segundo descubrió su patriotismo vasco: Bendito día en el que conocí a mi PATRIA y eterna gratitud a quien me sacó de las tinieblas extranjeristas. Hay que destacar, que, a diferencia de la Diada y del Día de la Patria Gallega, Egileor y Jemein eligieron una fecha simbólica para el Aberri Eguna siguiendo el calendario religioso: el domingo de Resurrección. El paralelismo entre la resurrección patria y la de Cristo es evidente. Una evidencia más de la mentalidad religiosa con la que se concebía a la sazón el proceso político.

Egileor también fue el redactor de un breve, pero importante texto: el de la fórmula del juramento que el lehendakari José Antonio Agirre utilizó en su toma de posesión como tal el 7 de octubre de 1936 bajo el árbol de Gernika. Egileor escribió el texto en castellano y Juan Ajuriaguerra lo tradujo al euskera.

La guerra frustró todas las aspiraciones y esperanzas nacionales de los nacionalistas vascos. Egileor siguió el camino de otros muchos dirigentes. Tras la caída de Bilbao, en 1937, se instaló en Donibane Lohitzune con su familia. Cuando en 1940 Francia fue invadida por los nazis, el gobierno francés decidió recluir en campos de concentración a los republicanos que se habían refugiado al norte de los Pirineos. Egileor, como otros muchos vascos, fue recluido en el campo de Gurs –en el Béarn– pero casi en la muga con Zuberoa, que inicialmente fue denominado Camp des basques y que finalmente acabó recibiendo a personas de otras muchas nacionalidades.

Tras su salida del campo, Manu Egileor consiguió llegar a Irlanda –referencia esencial del nacionalismo de la época– ayudado por su amigo Eli Gallastegi. Sobrevivió impartiendo clases en el Trinity College de Dublín. En 1945 volvió a Iparralde y en 1948 se acogió a una amnistía para poder regresar al Estado español. Durante los años del más negro franquismo se dedicó a reeditar las obras de Sabino Arana y a realizar estudios sobre la lengua vasca. En esta materia era extremadamente purista, renegando de cuanto préstamo romance o latino se hubiera incorporado al léxico vasco y, por supuesto, aceptando de lleno todos los neologismos inventados por Arana. En cualquier caso, Egileor consideraba el euskera como uno de los elementos vertebradores de la nacionalidad vasca más determinantes.

Memoria

Por último, hay un suceso en el que se vio involucrado Manu Egileor y que revela tanto el carácter del régimen franquista como aspectos de la personalidad de Egileor. En la actualidad estamos muy familiarizados con la idea de salvaguardar la memoria histórica y sensibilizados ante la destrucción de la memoria perpetrada con todo tipo de regímenes totalitarios. Sistemáticamente este tipo de regímenes procura hacer desaparecer hasta el menor rasgo de la identidad, cultura e historia de los pueblos a los que pretende dominar e integrar. La cosa viene de antiguo. Ya Catón el Viejo, ideólogo del memoricidio, se empeñó repetidamente en aquello de Carthago delenda est, hasta que efectivamente en el año 146 a. de C. Escipión Emiliano la arrasó completamente y vendió como esclavos a todos sus habitantes. Hitler destruyó sistemáticamente los monumentos polacos y la propia ciudad de Varsovia fue concienzudamente triturada. En 1993 las fuerzas croatas destruyeron el Puente Viejo de Mostar, construcción otomana del siglo XVI y símbolo de la convivencia secular entre la orilla musulmana y la católica croata del río Neretva.

La lista de destrucciones intencionadas de elementos patrimoniales-históricos se haría interminable: los budas de Bayimán, Dubrovnik, los monasterios budistas del Tibet,… En nuestro caso, no parece casual que se eligiera Gernika –símbolo de las libertades tradicionales vascas– para ser bombardeada y concienzudamente arrasada. Años más tarde, el régimen del general Franco pretendió eliminar de la memoria vasca un lugar emblemático: la casa natal de Sabino Arana, Sabin Etxia.

En diciembre de 1960 el edificio fue demolido y sus escombros eliminados. Manu Egileor consiguió del contratista que estaba haciendo la obra varias tejas de recuerdo, lo que le causó problemas posteriormente con la Policía. En resumen, una vida entregada a la religión, a la causa nacional vasca y a la sacralización de la figura de Sabino Arana.