Este 11 de marzo próximo se cumple el aniversario de las elecciones provinciales que en 1917 supusieron el ascenso a la presidencia de la Diputación de Bizkaia de Ramón de la Sota Aburto, quien desde esta institución lideraría un proceso renovador de la institución y una importante labor en defensa de la lengua y la cultura vascas así como en las aspiraciones políticas del nacionalismo.

En estas elecciones, el nacionalismo vasco obtuvo la mayoría absoluta en la Diputación de Bizkaia. Este hecho sería el primero de una serie de éxitos electorales que dieron al nacionalismo vasco y más concretamente a la Comunión Nacionalista Vasca, nombre adoptado por el PNV en esta época, relevante poder en las instituciones vascas y una nada despreciable presencia en instituciones como el congreso o el senado españoles.

El ascenso del nacionalismo vino a suscribir el ascenso de nuevas formas de hacer política y la irrupción de los movimientos de masas y de la movilización social frente a las anteriores presencias de partidos oligárquicos y caciquiles que todavía tendrían importante presencia en años sucesivos. Fueron las primeras elecciones modernas con opciones claramente definidas en función de programas y bases movilizadas.

La Diputación de Bizkaia

Entre los elegidos para la Diputación Provincial se encontraba el joven industrial Ramón de la Sota Aburto, quien consiguió su acta en la circunscripción de Balmaseda. También fueron elegidos Luis Urrengoetxea, Fernando Zubikarai, Horacio Rotaetxe, Manu Egileor, Kosme Elgezabal o Félix Landaburu, representantes todos ellos de una nueva generación joven pero bien preparada que iba cogiendo las riendas del PNV y amoldando su ideología a las nuevas situaciones sociales, económicas y políticas.

El 4 de mayo de 1917 fue elegido presidente de la Diputación Ramón de la Sota. Nacido en Getxo en 1887, alumno en su juventud de Resurrección Mª de Azkue en el centro que éste dirigía en la calle Jardines, en 1904 marchó a estudiar a Inglaterra donde en 1912 terminaría la carrera de Ingeniería Naval en el King"s College de Londres, volviendo a Bilbao en 1913 cuando se afilió al PNV.

A su llegada a la primera institución vizcaina, el nuevo diputado general se encuentra con una coyuntura favorable, en la que ha bajado la tasa de mortalidad, con un saldo migratorio positivo, y a la que económicamente ha beneficiado sobre todo el estallido de la Gran Guerra, y la opción neutral adoptada por España, lo que hace que a partir de 1916 comience una intensa etapa de crecimiento (1916-20) con la aparición de nuevos sectores emergentes como el papelero y el energético. Mejora también el bienestar de las clases trabajadoras, cuyos salarios reales aumentan y se colocan a la cabeza de los de todo el Estado. La bonanza económica se ve complementada con una intensa vida social en el Bilbao de estas primeras décadas del siglo XX. En este sentido las tertulias en los cafés Lion d"Or o Boulevard, o la intensa actividad de sociedades recreativas como La Bilbaina son ejemplo de ello. Los bilbainos y los vizcainos acuden a los conciertos y bailes organizados por la Sociedad Filarmónica o se dispersan por las funciones que ofrece el teatro. Nombres como Jesús Guridi, Durrio, Unamuno dan contenido en música, pintura o literatura a este ambiente social y cultural bilbaino. La única preocupación será la gripe que asola Bizkaia en 1918, con medias de 30 fallecidos al día en el mes de octubre, incluido José María de la Sota Aburto, hermano del presidente de la Diputación. Su erradicación supondrá un severo problema para las instituciones gobernantes. Testigo de todo ello es principalmente la ciudad de Bilbao que ve colonizarse toda la ribera desde la calle Estufa hasta la Universidad de Deusto.

La labor de la Diputación de Bizkaia en el periodo 1917-1919

La labor que pondrá en marcha Ramón de la Sota Aburto se define principalmente por dos líneas de actuación como son el interés por la cultura, en concreto en torno al idioma y la enseñanza, y en segundo lugar el intento de la recuperación del autogobierno, identificándose esta recuperación con la devolución de las competencias forales arrancadas de las diputaciones con la abolición foral de 1839.

En el primero de los casos desde la Diputación de Bizkaia se pondrá en marcha toda una red de centros escolares para las aldeas rurales, cuyo objetivo era doble: por un lado contribuir a la alfabetización de la población infantil rural, y en segundo lugar impartir esta enseñanza desde claves vascas. En todo este proceso fue esencial la figura de Luis Eleizalde quien actúa en base a la moción presentada por el diputado Juan Gallano que critica la escasa calidad que ofrecían estas escuelas de barriada, como se las conocía, y los problemas de absentismo escolar que sufrían. Se decidió que los ayuntamientos facilitaran los lugares para la creación de los edificios y que corriera por cuenta de la Diputación el material y el personal docente. Sin embargo, si bien las escuelas continuaron erigiéndose fiel al plan marcado por Eleizalde, llegando a cerca de 100 en 1929, tras el triunfo en las elecciones de 1919 de la Liga Monárquica y el final del mandato de Ramón de la Sota Aburto, la orientación de la enseñanza varió.

Otra de las actuaciones principales que llevó a cabo la Diputación de Bizkaia fue el impulso de la creación de Euskaltzaindia, la Academia de la Lengua Vasca. Si bien la idea venía precedida por otra lanzada por D"Abaddie y Manterola hacia 1886, realmente la acción definitiva la llevaron a cabo los diputados Ramón Rotaetxe, Kosme Elgezabal y Félix Landaburu quienes, en castellano los dos primeros y en euskera los dos últimos, propusieron el 25 de enero de 1918 la creación de Euskaltzaindia en una sesión de la Diputación. Decir, que al comenzar la votación, Vicente Fatrás, diputado socialista, la abandonó en protesta porque la moción se había presentado en euskera y no en castellano y porque su contenido era un claro ejemplo de "antipatriotismo y separatismo por hablarse en ella de regiones de Euzkadi y de hermanos transpirenaicos". La Academia se materializó en el Congreso de Estudios Vascos organizado en Oñate en otra de las actividades culturales cuyo principal impulsor fue también la Diputación de Bizkaia.

Otra de las creaciones que debemos destacar es la creación de la Junta de Cultura Vasca, a cuya sombra crecerían artistas como los escultores Durrio o Quintín de la Torre, los pintores Manuel Losada o Adolfo Guiard y nacerían instituciones como la Orquesta Sinfónica de Bilbao o los museos Arqueológico y de Bellas Artes.

Para finalizar este capítulo dedicado a la labor cultural realizada por la Diputación de Bizkaia son ilustrativas dos anécdotas que recoge el profesor Joseba Agirreazkuenaga. Refiere en concreto lo sucedido el 15 de julio de 1917, cuando Ramón de la Sota impuso al párroco de Gernika Domingo Iturraran que oficiara la misa en euskera y otra sucedida el 25 de julio del año siguiente cuando el diputado nacionalista Manuel Egileor presentó en la Diputación una moción para denunciar la postura de Domingo Abona, cura de Zamudio, de impedir el bautismo de un niño con nombre en euskera.

La recuperación foral y la propuesta autonomista

La segunda de las grandes líneas de actuación de la Diputación de Bizkaia fue la acción política para la recuperación de la realidad foral anterior a las leyes de 1839 y 1876. En este sentido la actividad principal fue encaminada a procurar la unión de las cuatro diputaciones vascas del sur de los Pirineos y a promover la aprobación de una autonomía para los territorios vascos que recogiera el espíritu foral adecuándolo a la realidad socioeconómica, entendiéndose además que la reivindicación foral no era susceptible de ser aceptada desde el gobierno español.

La idea de la unión de las diputaciones y de la promoción de una autonomía la debemos buscar en sucesos precedentes. Así en 1894 en los Juegos Florales de San Sebastián se convocó un concurso con el tema: forma de organizarse los vascos-nabarros para alcanzar la reintegración de sus derechos, constituyendo una agrupación común. El ganador fue Pedro Mª de Merladet con su obra Euskaria para los euskaros editada en 1895. Tres años después, Sabino Arana fundador del PNV, era elegido diputado provincial en Bizkaia y proponía una moción para articular institucionalmente las cuatro diputaciones de Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa. En 1905 se creaba la Liga Foral Autonomista que duraría poco más de un año. Entonces las miradas vascas se giraron hacia la realidad catalana donde en 1906 se hacían eco del éxito de Solidaridad Catalana cuyos dirigentes visitaron además Gernika. En 1914 se creó la Mancomunitat Catalana que sería en adelante referente para el nacionalismo vasco. Otro de los hitos importantes es la Conferencia de Nacionalidades de Laussane celebrada en 1916 con la asistencia de Luis Eleizalde e Isaac López Mendizabal. Ese mismo año la Comunión Nacionalista Vasca, hacía de la autonomía el eje de su programa político. El 26 de enero de 1917 Francesc Cambó visita Bilbao ofrece una conferencia invitado por los nacionalistas para defender el proyecto de autonomía.

Sobre este caldo de cultivo y con estos antecedentes, cuando en marzo de 1917 las elecciones provinciales en Bizkaia otorgan la mayoría al nacionalismo en la Diputación de Bizkaia, ésta se dispone a poner en marcha el programa político perfilado durante los años precedentes. Como refleja su presidente Ramón de la Sota Aburto: "Como vascos anhelamos el pleno desenvolvimiento de la personalidad colectiva de la raza y reconocemos que eso no puede conseguirse sin que el régimen actual vigente en Bizkaia sea cambiado, sin que volvamos a la Ley de 25 de octubre de 1839" (…) "estas relaciones de diputaciones debe regularlas un organismo central y para eso podíamos adaptar a nuestro caso la Mancomunidad" (…) "sin menoscabo para los intereses de ninguna región".

Unos meses más tarde, en junio de 1917 se constituye el gobierno de Dato y desde las diputaciones comienzan a definirse las acciones para llevar a Madrid un proyecto autonomista basado en la reintegración foral.

El concepto regional de "país" y el régimen procesal autónomo

Si bien la iniciativa del proceso se ha venido atribuyendo a la Diputación de Bizkaia, como ha desvelado el profesor Joseba Agirreazkuenaga, en reunión secreta de 14 de julio de 1917, la Diputación de Bizkaia dio cuenta de que la de Gipuzkoa, presidida por el integrista Ladislao Zavala, había enviado al resto de las diputaciones una propuesta para solicitar de los poderes públicos una amplísima autonomía y la reintegración foral. Sin embargo, públicamente Sota afirmaría que la iniciativa había sido coincidente.

Dos días más tarde se reúnen las tres diputaciones más la Navarra como observadora en Vitoria y Bizkaia presenta un proyecto de bases para la autonomía vasca en el que introducen novedades como el cambio del concierto económico (pago de un cupo), el concepto regional de País y la reivindicación de un "régimen procesal" autónomo.

El 20 de agosto de 1917 las tres diputaciones, sin el apoyo de Navarra, mandan un mensaje al Gobierno español exponiéndole la aspiración de "solicitar de los poderes públicos dentro de la Unidad de la Nación Española, así para Diputaciones como para los Municipios un amplia autonomía que esté en consonancia con las constantes aspiraciones del País" dejando claro que se reservan para el Gobierno español asuntos relativos a Relaciones exteriores, Guerra y Marina, Aduanas, Correos y Telégrafos, Pesas y Medidas, Moneda y Deuda Pública.

En consonancia con la acción política, durante el verano se creó un gran movimiento social autonomista para apoyar el proyecto de las diputaciones. Las Asambleas de Ayuntamientos de las diferentes provincias refrendaron el proyecto pero reclamando mayor autonomía frente a las propias diputaciones. También los catorce puntos promulgados por el presidente estadounidense Woodrow Wilson ante el Congreso americano en los que, entre otros, enunciaba el principio de autodeterminación, motivó que los diputados nacionalistas le enviaran el 25 de octubre de 1918 una carta de felicitación.

Sin embargo, la unidad reclamada entre todas las diputaciones empieza a romperse. Tras la salida de Navarra, el 19 de noviembre de 1918 desde la Diputación de Álava no apoyan el proyecto de autonomía redactado a solicitud del Ramón de la Sota por Luis Urrengoetxea, diputado provincial que presidía la comisión de Gobernación de la institución. Entre diciembre de 1918 y enero de 1919 cada parte va fijando sus posiciones entre la reintegración foral y la petición autonomista.

Finalmente, se redactan varios proyectos: El Proyecto de Estatuto Orgánico de la autonomía vasca promovido por Horn, Sota y Urrengoetxea y el Proyecto de Reorganización Autonómica de Vizcaya redactado por el republicano Vicente Fatras. Los urquijistas alaveses por su parte, presentan un proyecto propio sin mencionar la autonomía y el carlista Pradera y el diputado Alba, ambos navarros, presentan otro texto alternativo sólo para Navarra. Finalmente, una subponencia es la encargada de elaborar un proyecto conjunto de Estatuto para Álava, Bizkaia y Gipuzkoa.

Mientras, Gregorio Balparda, líder de la Acción Monárquica de Bilbao fundada el 7 de enero de 1919 para hacer frente al movimiento separatista y su estrategia autonomista y que reúne a liberales, mauristas y conservadores, utiliza argumentos foralistas para oponerse a los intentos de Estatuto. Le apoya el periódico El Pueblo Vasco que critica estos intentos del nacionalismo de hacer de "monaguillos" del catalán Cambó. Finalmente, el 4 de febrero de 1919 la ponencia extraparlamentaria española rechaza el proyecto de Estatuto Vasco y en abril con la dimisión de Romanones, el nuevo gobierno de Maura aparca el tema.

A partir de 1919, el ciclo expansivo del nacionalismo se trocó en recesión con éxitos electorales de la Liga Monárquica que pueden considerarse fraudulentos. Esta ofensiva dinástica privaría en años sucesivos al nacionalismo vasco de presencia institucional y le condenaría a la marginación política, abortando el camino hasta entonces recorrido en la renovación propuesta por el nacionalismo vasco en su intento por resolver las relaciones con el Estado español.