El Gernika es un conjunto complicado de catalogar. Es un equipo que incluso desconcierta por su trayectoria, sumamente irregular. Vamos, que se parece a una caja de bombones. El colectivo de Gorka Iraizoz da una de cal y otra de arena, como así lo ha retratado en las cuatro últimas jornadas, en las que no ha sido capaz de ganar sus dos compromisos en Urbieta, ante la UD Logroñés (2-2) y el Teruel (0-1), pero sí se ha impuesto en los dos anteriores desplazamientos, Alavés B (0-1) e Izarra (0-2). Lo cierto es que esta solvencia como visitante le premia, ya que en estos dos encuentros se ha enfrentando a sendos rivales directos, que están por debajo de la tabla, por lo que son triunfos que cotizan mucho y que le permiten abrir una pequeña brecha de tres puntos sobre la zona de descenso, es decir una necesaria bocanada de aire fresco.
El éxito en Merkatondoa debe tener continuidad con el duelo ante el Ejea, tercer clasificado de este grupo, el próximo sábado en Urbieta y donde Koldo Berasaluze, una referencia de la entidad, tendrá su particular homenaje tras alcanzar en Lizarra su partido 300 con el Gernika.