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Víctor Valdés intenta volver a sentirse portero en el modesto Standard de Lieja

Víctor Valdés intenta volver a sentirse portero en el modesto Standard de Lieja tras dos años de amargura

Víctor Valdés intenta volver a sentirse portero en el modesto Standard de LiejaDeia

Asus 34 años y un calvario a sus espaldas, lo único que pretende Víctor Valdés es volver a jugar al fútbol. Sentirse vivo con los avatares de la competición es lo que ha llevado al legendario portero a enrolarse, en calidad de cedido por el Manchester United, en el Standard de Lieja, un club modesto en el escalafón europeo, aunque llegó a disputar al Barça la final de la Recopa en 1982, pero todo un clásico en Bélgica, eso sí, venido a menos y clasificado en la séptima plaza de su campeonato.

El acuerdo tomó forma el pasado domingo. No hubo presentación oficial. En otras circunstancias, la llegada de un jugador de la talla de Víctor Valdés se hubiera convertido en un acontecimiento, con una puesta de largo de boato y gran expectación.

Víctor Valdés lo ganó todo con el Barça, club al que estuvo ligado desde los 10 años. Debutó con el primer equipo el 14 de agosto de 2002, en un partido de la fase previa de la Liga de Campeones ante el Legia de Varsovia, y se hizo con la titularidad en la portería azulgrana para la temporada 2004-05, desbancando del puesto al turco Rustu? Recber. Ostenta, junto al legendario Ramallets, cinco títulos Zamora al portero menos goleado de Primera División. Pieza fundamental del formidable Barça que construyó Pep Guardiola, el meta catalán puede alardear de seis títulos de Liga, dos Copas, tres Champions, dos Intercontinentales, además del Mundial de Suráfrica, y la Eurocopa del 2012 con la selección española, eso sí, a la sombra de Casillas.

En el culmen de su carrera, en medio del encendido debate sobre quién debería ostentar la titularidad en La Roja, Víctor Valdés decidió dar un giro absoluto a su brillante carrera y para sorpresa de todos el 17 de enero de 2013 hizo pública su decisión de no renovar su contrato con el club azulgrana, que concluía en junio de ese año, bajo el argumento de que buscaba “un nuevo fútbol”. Y no hubo manera de bajarle del carro.

la grave lesión Valdés ya tenía decidido su destino. El Mónaco del oligarca ruso Dmitry Rybolovlev, dispuesto a construir un potente equipo capaz de competir con la aristocracia europea. Obviamente, el sueldo prometido también era de campanillas, pero con el futuro encaminado el portero catalán sufrió una gravísima lesión que cambió por completo su existencia.

El 26 de marzo de 2014, durante un partido ante el Celta, sufrió la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Se perdió la posibilidad de jugar el Mundial de Brasil, donde probablemente habría sido titular. Definitivamente cumplió su palabra de no renovar su contrato con el Barça y, después de seis meses y muchos esfuerzos por recobrar el físico quebrantado, se encontró con la desagradable noticia de que el Mónaco se había retractado: no había fichaje.

Sin embargo el Manchester United, nada menos, acudió a su amparo en octubre de aquel año. Terminada su recuperación firmaba en enero de 2015 un contrato con el club inglés de 18 meses, con la opción de ampliarlo por una temporada más.

Cuando el destino le enseñaba de nuevo su lado más amable, Louis van Gaal, el mismo técnico que le había promocionado al primer equipo cuando dirigía al Barça a comienzos del milenio (y con quien tuvo una monumental enganchada por devolverle al equipo filial cuando ya tenía ficha profesional) y recomendó su contratación, acabó convirtiéndose en la peor de sus pesadillas.

El técnico holandés acabó defenestrándole hasta la humillación porque el orgulloso Valdés, como ya hiciera en el Barça, volvió a desafiar su jerarquía. Además ya estaba David de Egea, y Valdés apenas tuvo ocasión de jugar. Lo peor vino con la pasada pretemporada. Van Gaal le dejó fuera de la lista de convocados para la gira en Estados Unidos al no haber querido rebajarse a jugar con el equipo reserva. Luego le apartó de la plantilla, trasladó su taquilla al vestuario de los reservas, le dejó sin dorsal, le prohibió entrenarse con sus compañeros y hasta le impidió acudir a una gala benéfica. No había otra. Salir, aunque fuera a un equipo menor, donde intentará recobrar su buena estrella.