AT. MADRID 0-2 RUBIN KAZAN

ATLÉTICO DE MADRID: Asenjo; Juanfran, Cata Díaz (Min. 60, Raúl García), Godín, Filipe (Min. 65, Saúl); Tiago, Mario (Min. 46, Koke); Arda, Adrián, Cristian Rodríguez; y Falcao.

RUBIN KAZAN: Ryzhikov; Ansaldi, Sharonov, César Navas, Marcano; Natcho, Orbaiz; Kislyak, Eremenko, Karadeniz (Min. 87, Kuznin); y Rondón (Min. 84, Dyadyun).

Goles: 0-1: Min. 5; Karadeniz. 0-2: Min. 94; Orbaiz.

Árbitro: Istvan Vad, húngaro. Expulsó a Sharonov (Min. 45), por doble amarilla. Amonestó a Falcao y a Ryzhikov y Dyadyun.

Incidencias: Unos 25.000 espectadores en el Vicente Calderón.

madrid. El Atlético de Madrid se debió de ver mal, sumamente mal, noqueado con el 0-1 que figuraba instalado en el marcador, muy a pesar de los noventa minutos por disputarse en la Rusia del Rubin Kazan.

Corrían entonces los minutos añadidos del encuentro, a punto de tocarse el 94 concretamente. La tropa del Cholo Simeone, no se sabe si por la extrema confianza del momento -porque la necesidad no era tan imperiosa- o por la desconfianza pensando en la vuelta de los dieciseisavos de final de la Liga Europa y su imposibilidad de remontada, confió todo a su último ataque del partido. Sin serenidad, sin futuro -al menos eso pensarían como denota una actuación semejante-, a pecho descubierto, el plantel subió al intento de remate en masa. Lo hizo hasta al último de sus jugadores, el guardameta Asenjo. Una avalancha abanderada por la desesperación. Sin embargo, el intento de gozo quedó en un pozo, el amago de enmiendo del primerizo gol de Karadeniz, condena en el minuto 5, fue la debacle colchonera.

A esas alturas, la zaga rusa era la pared de un frontón sobre la que se estrellaba el empeño sin tino del Atlético. Estériles disparos desde la distancia eran la tónica. Un remate de Falcao estrellado en el larguero y dos ocasiones, una de Adrián y otra del Cebolla Rodríguez, fueron la punta de lanza de las intenciones locales a lo largo del partido. Pero la defensa rusa se mostraba impermeable.

Regresando al tiempo de prolongación, el Atlético lanzó un órdago. Apiló atacantes en un córner, la última jugada del encuentro, pero ninguno conectó con el esférico, que fue a parar a las botas de Pablo Orbaiz, quien solo tuvo que enviar la pelota a la red, sin intermediarios, sin oposición, a portería vacía, huérfana. Un gol que, por osadía desmedida, puede ser, éste segundo sí, una tumba.