La primera reunión de la Comisión Bilateral Permanente, órgano de negociación y coordinación del Gobierno vasco y el español, adquirió ayer una significación que trasciende el contenido de la cita, pese a que en ella quedaran desbloqueadas transferencias pendientes y comprometidas previamente. El encuentro del lehendakari, Imanol Pradales, y el presidente Pedro Sánchez constituye el marco formal de un modelo de relación que está en disposición de manejarse con eficacia y carácter resolutivo desde la premisa de su propia nomenclatura, cuya importancia no es menor. El establecimiento de un reconocimiento de bilateralidad en los asuntos que afectan a administraciones con capacidades de decisión autónomas en tantos campos era un requerimiento que se venía arrastrando desde la implantación del modelo autonómico descentralizado. El volumen y la importancia de las competencias, la dimensión del autogobierno y la responsabilidad asumida por las instituciones vascas demandaban desde su inicio una relación eficaz que no diluyera sus especificidades en un esquema multipolar diverso y, en demasiadas ocasiones, sometido al bloqueo derivado del antagonismo político de los responsables de los diferentes niveles de gobernanza del Estado. La experiencia indica que, durante el tiempo en el que no se ha dispuesto de un marco estable e institucionalizado para dirimir en un diálogo bilateral los asuntos de mutuo interés, sencillamente no se han podido acometer y han quedado al albur de criterios unilaterales del Gobierno del Estado de turno, muchas veces contradictorios con los intereses de los vascos, asentados en la representatividad de sus instituciones. Se ha perdido tiempo y esfuerzo, cuando no oportunidades para el bienestar de la ciudadanía, por la falta de un mutuo reconocimiento, que es el primer paso para establecer la debida lealtad institucional en un modelo descentralizado, basado en el mismo principio de subsidiariedad que emana del proyecto común europeo. No obstante, queda trabajo por hacer. Tres veces se han encontrado Pradales y Sánchez en cinco meses y el impulso al cumplimiento del Estatuto sigue precisando un ritmo mayor por parte del Ejecutivo español. Calendarios claros y comprometidos ayudarán a estabilizar y fortalecer las confianzas.
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