LA Encuesta sobre Condiciones de Vida, que elabora el Instituto Nacional de Estadística muestra el impacto que las crisis económica y de precios han tenido en el último año en el Estado y las Comunidades Autónomas. Impacto medible en términos de riesgo de pobreza y exclusión social según una tasa –AROPE– que acredita la capacidad de resistencia que la sociedad y la economía mantienen. En la foto fija que ofrece el índice, la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV) y la Foral de Nafarroa vuelven a ser líderes en parámetros de equilibrio, con los más bajos riesgos de pobreza y exclusión, cifrados respectivamente en el 15,5 y el 17,2% para un entorno medio del 26,5 en el Estado. El objetivo de la comparación no debe ser la autojustificación pero sí contextualizar los datos con realidades equivalentes para extraer conclusiones eficaces y realistas. De momento, los datos desmienten los discursos más apocalípticos. En los parámetros técnicos que analizan las condiciones de vida, la CAPV es la autonomía menos castigada, con un riesgo de pobreza relativa del 10,2%, la mitad que el Estado, y Nafarroa es la tercera –13,8–, solo mejorada por Madrid. Pero incluso en este caso, el equilibrio social es mayor en la Comunidad Foral en tanto su porcentaje de población con carencia material y social severa se cifra en el 6,2% frente al 9 de media y el 8,9% de Madrid. La CAPV vuelve a ser la de mejor desempeño, con un 5,6% en situación de carencia. Cruzando estos datos con la renta familiar, que lidera Madrid por delante de la CAPV y Nafarroa, se muestra que los cuatro territorios forales disfrutan de un reparto más equitativo de riqueza sobre la media de ingresos. Todos y cada uno de los capítulos analizados ofrecen una mejor situación de calidad de vida en ellos respecto a su entorno comparable. Es innegable que el alza del coste de la vida ha mermado recursos a la ciudadanía y, en consecuencia, es preciso seguir incidiendo sobre las garantías de sostenibilidad vital. Pero se hará un flaco favor a la debida resiliencia del sistema de respaldo público si se pierde la perspectiva de los hechos y se sustituye por eslóganes de intención partidista. Aquellos más vulnerables deben ser los primeros en la acción pública. Empecemos por no equiparar en el discurso –por ejemplo– la pobreza y la imposibilidad de irse de vacaciones. Ocurre.