LA demanda colectiva de 83 medios de comunicación del Estado agrupados en la Asociación de Medios de Información (AMI) –incluyendo los del Grupo Noticias, entre los que se encuentra DEIA– contra el gigante digital Meta trasciende la mera pugna mercantil y afecta a la diversidad, la sostenibilidad del mercado de la comunicación y la viabilidad de los medios independientes como mecanismo de garantía de contraste y libre elección de la información por parte de la ciudadanía. En definitiva, la capacidad de disponer de una sociedad formada en el contraste, propietaria de su sentido crítico e informada con criterios profesionales y deontológicamente comprometidos. El valor de la comunicación y del libre acceso a fuentes de información diversas es en sí mismo uno de los ejes sobre los que se asientan las democracias. La inmediatez, la multitud de oportunidades que aportan las grandes herramientas de comunicación digital deben reforzar esa función de fortalecimiento. Desde esa perspectiva, el vigente oligopolio de gigantes corporativos con la exclusiva global de los canales de comunicación debe ser equilibrado con un control externo, en beneficio del interés general, del uso que se hace de ellos. Meta, pero también X o los grandes buscadores de contenidos, deben estar sometidos a normas que protejan a sus usuarios y a los creadores de contenidos. En ese marco hay que entender la citada demanda, que reprocha no ya la posición dominante de Meta en sus aplicaciones –Facebook, Instagram, Whatsapp, Messenger, etc.– sino el uso en ellas de los datos de sus usuarios no autorizados expresamente y que propicia un negocio milmillonario de publicidad segmentada en el que el resto de actores de la comunicación digital no pueden competir. Durante años, el uso y abuso de los contenidos ajenos, con la apropiación y explotación de los mismos, ha facilitado el desarrollo de su negocio. Ahora que comienza a acotarse, el uso ilegítimo de datos de usuarios empuja de nuevo a los mismos damnificados –medios de comunicación como este– fuera de las posibilidades de negocio publicitario. Esa dinámica debe parar antes de que la incipiente Inteligencia Artificial magnifique los efectos del monopolio en los contenidos dominantes y la explotación de información sobre los usuarios.