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Indicios alarmantes en EE.UU.

La deriva del pensamiento social que denota el incuestionable respaldo de un amplísimo sector de la ciudadanía estadounidense a un líder como Trump amenaza la propia estabilidad de la democracia

UNA nueva imputación al expresidente Donald Trump se suma a las que venían poniendo en tela de juicio su idoneidad para garantizar en Estados Unidos un gobierno sometido a las reglas, derechos y libertades de democracia en el país. La acusación más reciente tiene la equivalencia de un golpe de estado, por mucho que el lenguaje jurídico y la distancia parezcan edulcorarlo. Pero el intento de revertir el resultado electoral de 2020, que es como se define la imputación, la imposición por métodos no democráticos, sean o no violentos, es en cualquier democracia una violación mayor del sistema de convivencia. Es central la estrategia sistemática de descrédito del procedimiento democrático mediante bulos y falsedades relativas a presuntos amaños. Sin llegar a la acción burda y violenta del asalto al Congreso -aunque se llegó- el desgaste intencionado del procedimiento que garantiza la igualdad de los derechos políticos de los ciudadanos y de su capacidad de decidir mediante el sufragio es igualmente una forma de violentar la democracia. Esa ha sido una acción sistemática que el entorno de intereses de Donald Trump ha desplegado en Estados Unidos mucho más allá del estallido violento de enero de 2021. Y, a la vista de las encuestas, está teniendo éxito en un sector muy amplio de la opinión pública estadounidense. La construcción de un pensamiento social colectivo que contempla como idónea la alternativa de un modelo de gobierno autocrático, que señala y persigue los derechos de las minorías de todo tipo y cuestiona los principios de igualdad y la separación de poderes es un indicio alarmante que reproduce el fenómeno por el que los fascismos alcanzaron el poder y desplegaron la barbarie amparados por procesos de elección formalmente democráticos. El núcleo de respaldo social que ha sabido construir el populismo ultraconservador en torno a Trump se muestra dispuesto a obviar las prácticas antidemocráticas de su líder, a incorporar su discurso intolerante y agresivo a su cosmovisión y, lo que es más peligroso, a aceptar que intente hacerse con el poder por otros medios cuando los democráticos no lo permiten. La división social arraigada en el país -racial, ideológica, económica, religiosa- es el caldo de cultivo de un estallido como que los alumbraron en el pasado a los regímenes más abyectos.