Un año “similar” al que se cierra. Es la previsión que estimó ayer la patronal vasca, Confebask, para la economía de Euskadi en 2024. La organización augura un crecimiento del PIB del 1,6%, parecido al que registrará finalmente 2023, tras una primera mitad de año próximo que vaticina como de “estancamiento” y de progresiva recuperación en el segundo semestre conforme vaya mejorando la situación de Francia y Alemania, los principales clientes de la producción industrial vasca.

En la presentación del Informe de Coyuntura Económica con el balance de 2023 y las perspectivas para 2024, la presidenta de la patronal, Tamara Yagüe, resumió las grandes claves de la actividad empresarial con algunas buenas noticias pero también otras malas, además de una serie de advertencias enfocadas a llamar la atención sobre la falta de perfiles laborales especializados en determinados campos y a superar el clima de crispación y “polarización” política, un entorno nada llamativo para la inversión y el crecimiento.

Entre los datos positivos, los relativos al empleo: el año que viene se superará de nuevo el millón de cotizantes a la Seguridad Social, con 13.000 nuevos empleos y una tasa de paro en la CAV que caerá del 8% –porcentaje con el que se espera cerrar este año– al 7%. Además, en un escenario en el que pervivirán los “riesgos e incertidumbres”, el crecimiento que se espera para el año que viene –fijado por Confebask, de manera conservadora, en una horquilla de entre el 1,1% y el 2,1%– se situará en la misma línea de las economías avanzadas y algo por encima de la media de la Eurozona. Todo ello en un entorno que seguirá marcado por una alta inflación y los altos tipos de interés, que ya han arrojado un crecimiento económico “muy bajo” en los últimos meses de 2023.

El año que concluye en unos días se clausurará con un crecimiento, según Confebask, del 1,6%, un porcentaje “notablemente inferior” al del año pasado (4,2%), “pero en línea con lo que esperábamos”, subrayó Yagüe, que definió 2023 como un ejercicio de “impasse” dominado por un fuerte crecimiento de costes, la dificultad para encontrar personal cualificado, la reducción de los márgenes empresariales y el encarecimiento de la financiación por las subidas de tipos de interés que ha venido decretando el BCE en el último año y medio. Preocupaciones que Confebask cree que continuarán estando muy presentes en las direcciones y gerencias en los próximos doce meses.

Entre las noticias negativas, es destacable que en 2023 la industria ha mostrado una inquietante atonía, con una “importante desaceleración” que la ha llevado a un crecimiento para el conjunto del año cercano al 0%. Por el otro lado, los sectores de Construcción y Servicios presentan la mejor evolución, gracias en este último caso al relevante empuje de la actividad turística. Por lo que se refiere a las exportaciones, el sector exterior vasco presenta caídas desde mediados de año por la ralentización de las empresas de Francia y especialmente Alemania, “aunque mejora su superávit al moderarse la factura energética”.

CONSUMO INTERNO

Para el año que viene, el sostenimiento de la economía vasca vendrá principalmente del lado de la demanda interna, ya que “la aportación del sector exterior va a ser prácticamente nula”, destacó Eduardo Aréchaga, director general de Confebask. “La evolución que tengamos el próximo año va a depender sobre todo de nuestras propias capacidades”, con especial hincapié en la contribución del consumo y la inversión, que “solo crecerán ligeramente por el bajo nivel de confianza de consumidores y empresas”, indicó Aréchaga. No obstante, se espera que la industria retome cierto impulso y experimente un mejor comportamiento que en 2023, aunque su crecimiento seguirá “débil”.

Entre los retos para el año que viene, Confebask incluye la gestión de “un escenario de bajo crecimiento económico y tipos de interés altos”, así como acometer las inversiones que se necesitan para “incorporarse a las transiciones en marcha”, como la tecnológica y energética, y “aprovechar las oportunidades que ofrecen los fondos europeos”. En este sentido, Aréchaga puso especial énfasis en destacar que “lo importante, más que la adjudicación de los fondos, es que llegue ya ese dinero” a las empresas. Además, y en un marco de creciente preocupación empresarial por esta materia, Confebask pidió “superar las dinámicas de polarización política” y las derivadas también por los conflictos bélicos en Ucrania y Gaza.

De cualquier forma, Euskadi no escapará al clima de parálisis que dominará el crecimiento económico mundial, aunque Europa experimentará “cierta mejoría”. “Seguirá siendo un año complicado”, predice, en el que tendrá mucha influencia si la inflación consolida su moderación, así como el nuevo marco fiscal que surgirá de la aprobación de las normas europeas sobre deuda y déficit público. “Empresarialmente, se espera un año con presión de los costes, sobre todo financieros y salariales, márgenes reducidos y con problemas para encontrar personas para trabajar con los perfiles requeridos”, define el documento de Confebask, que lanza también recomendaciones: a las empresas, asegurar su sostenibilidad manteniendo las inversiones en aspectos que garanticen su competitividad; a los trabajadores, participar en un diálogo social que permita compaginar el “mantenimiento o mejora” de las condiciones laborales con la viabilidad de las empresas; y por último, a las instituciones, “promover un clima de seguridad jurídica” que dote de estabilidad a toda la economía.