La asociación de mujeres profesionales PWN Bilbao ha organizado el ciclo de conferencias Women in Industry en el marco de la Bienal de Máquina Herramienta celebrada en el BEC la pasada semana para abordar la falta de mujeres en la industria y reflexionar sobre las causas y posibles soluciones.

¿Qué mensaje querían transmitir en la Bienal?

—Nosotras nos plantamos incorporar este ciclo de conferencias, mesas redondas en esta semana de la Bienal porque es precisamente en la industria donde hay unas brechas de género más grandes y donde está siendo difícil que la mujer encuentre un lugar para su desarrollo profesional. No ven la industria lo suficientemente atractiva o no ven que puede ser una alternativa a su carrera profesional, y sin embargo es la industria donde creemos que hay un mejor desarrollo. No solamente porque es necesario para la competitividad de nuestro país, sino porque es donde más talento se necesita. Somos el 50% de la población y no nos podemos permitir el lujo de perder ese talento en la industria que está tan necesitada.

La ocupación femenina en el sector es baja. ¿Qué dicen las cifras?

—Las cifras dicen que sólo el 24,6% de la ocupación del sector industrial es femenina. Luego si te vas a los datos de representación en los consejos y en los comités de dirección, solamente un 9% de los puestos de CEO son mujeres, con lo cual no es solamente que tenemos poca presencia, sino que no llegamos a los puestos de dirección.

¿Cuáles son las trabas a las que se enfrentan?

—Vemos que no es tan sencillo. Es un problema complejo que aborda al mundo de la educación, al mundo de la familia, al mundo empresarial, al mundo político, al mundo social en general, y los medios de comunicación. Las políticas están siendo muy interesantes y las políticas apoyan, pero no están consiguiendo romper esa dinámica. En los últimos diez años, las tasas de incorporación de la mujer en la industria siguen siendo planas. Es decir, que a pesar de todas las políticas que existen, la industria no está dando ese cambio.

¿Por dónde pasa entonces ese cambio?

—En la educación hay que empezar antes, no podemos esperar a bachiller para fomentar las vocaciones en la industria, tenemos que empezar desde primaria. En la familia tenemos que ser conscientes de esos roles o esos sesgos inconscientes que tenemos, cuando decimos cómo vas a hacer ingeniería que es muy duro, por ejemplo. No, se está demostrando que tienen un gran rendimiento en matemáticas, en ciencias. No es un problema de capacidad. Y en la empresa, evidentemente, hay cultura muy masculina. Es muy humano, tú te quieres rodear de gente que es como tú, porque te entiendes, porque tienes tu diálogo, les comprendes, te llevas bien, porque hablas de fútbol, por un montón de cosas. Siempre es más fácil rodearte de los que son más clones; para la diversidad, en un principio hay que hacer un esfuerzo. Cuando digo que la empresa tiene que hacer un esfuerzo es que lo tiene que hacer de verdad. En los procesos de contratación, por ejemplo, se dice que son abiertos y neutrales, sí, pero yo siempre les hago la misma pregunta a las empresas: ¿tienes verdadera intención de contratar a mujeres? Porque si tienes verdadera intención, las encuentras. Las tienes que buscar, tienes que ser atractivo. Y luego la política tiene que hacer también su trabajo, que creo que lo están haciendo y muy bien. Y, por último, la visibilización y en eso estamos en PWN Bilbao, ofreciendo esa visibilidad a esas mujeres que son inspiración.

Una vez dentro, ¿es la conciliación el principal obstáculo para llegar a puestos de liderazgo?

—Ahí tocamos otra piedra angular que es el desarrollo hacia el liderazgo y en eso incidimos también mucho. El objetivo de PWN fundamentalmente es buscar el liderazgo equilibrado en las organizaciones. Lo más importante aquí, desde nuestro punto de vista, es ese cambio cultural y organizativo necesario. Las empresas no son amigables para la conciliación y la corresponsabilidad. Tú no puedes tener organizaciones donde terminas de trabajar a las nueve de la noche, donde no eres sensible a las personas que son padres y madres en ese momento vital, que tampoco es tanto tiempo. Y sobre todo favorecer que el hombre asuma esa parte también del cuidado. El hombre tiene que hacer también ese esfuerzo que las mujeres hemos hecho al incorporarnos al mundo laboral. Ese esfuerzo que ha hecho la mujer, a costa también de su propia vida, ese mismo tránsito tiene que hacerlo el hombre, hacia un hombre más preocupado y ocupado en las labores del hogar. En el momento que equilibremos esa balanza, en ese momento no habrá problemas de liderazgo equilibrado.

¿Por qué es necesario el liderazgo equilibrado?

—La principal razón es económica. Está demostrado que las empresas que tienen sus comités de dirección más igualitarios, son más competitivas, más rentables, más productivas y más sostenibles, eso está estudiadísimo. Es decir, aportamos talento, fundamental para dirigir las organizaciones y no nos podemos permitir desperdiciar ese talento. La segunda razón es por justicia social. Si la mujer quiere asumir puestos de responsabilidad y no puede tenemos que darle la opción. Y para eso también hay que ayudar a que la mujer se lo crea, porque ella también tiene su proceso de tránsito hacia el liderazgo. La mujer siempre ha estado en posiciones de segunda y eso lo podemos ver en las empresas, que cuando las mujeres están en los comités de dirección están en labores de soporte, en recursos humanos, en la parte de contabilidad, en comunicación, pero no de negocio. Eso habría que trabajar también con la mujer.

"Hay que empezar antes, no podemos esperar a bachiller para fomentar las vocaciones en la industria"

"A pesar de todas las políticas que existen, la industria no está dando ?el cambio"