Santiago Niño Becerra fue uno de los primeros economistas mundiales que alertó en 2009 de que se avecinaba una crisis de características sistémicas comparables al Crack de 1929. Ahora, tras analizar diferentes estudios de proyección e indicadores económicos, advierte en su último libro, Futuro, ¿qué futuro?, Claves para sobrevivir más allá de la pandemia, que nos aguardan cambios muy notables para la economía, las empresas y los ciudadanos en general en los próximos años. Sobre ellos profundizó en un coloquio con el director de DEIA, Iñaki González, en el marco de la Jornada Tecnológica de Euskaltel Tu futuro lo decides hoyJornada Tecnológica de EuskaltelTu futuro lo decides hoy.

En su último libro proyecta el impacto que ha tenido el covid-19 en la sociedad y en la economía. Con todo, lo escribió antes del comienzo de la Guerra de Ucrania y de que alcanzásemos altos niveles de inflación. En este panorama económico de gran incertidumbre, ¿qué escenario podemos prever?

—En este libro pretendo transmitir el cambio que se está produciendo. Estamos viviendo una transición como la vivida en la década de 1780-1790, tras la cual nada fue igual a como había sido antes. Las razones del cambio no son las mismas pero hay puntos en común. En aquella época fue fundamental el nacimiento de una nueva clase, la burguesa, de fabricantes y manufactureros, que se opuso a una monarquía que estaba coartando su libertad. También estaba empezando a diseñarse una nueva tecnología basada en el vapor con la que se consiguió un incremento de productividad. Y por otra parte se produjo el retroceso de la aristocracia, terrateniente básicamente, que de alguna forma perdió su sentido. Es lo que está pasando ahora. En este libro pretendo transmitir básicamente dos ideas. El motor de cambio y protagonista de esta transición que empieza en 2001/2007 y acabará en 2023/2025 es la tecnología. En segundo lugar, en 1991 se desintegra la URSS y se pasa a un nuevo orden internacional con EE.UU como líder indiscutible a nivel internacional. Pero esto ya no es así. En 2001 se produce un cambio trascendental que es la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio. Este país comienza la invasión del planeta a base de las inversiones de retorno o de sus productos y empieza a convertirse en una potencia militar clara. El conflicto de Ucrania es un hito más en este cambio del nuevo orden que se está fraguando y en el que China se va a convertir en la clara ganadora con una Europa que va a ser la clara perdedora y con unos EE.UU. estancados. Lo más probable con visos de certeza es el protagonismo total y absoluto de la tecnología que va a invadir todos los ámbitos de nuestra vida personal y productiva y un cambio en el orden internacional que va a dar lugar a otra situación.

¿Qué perspectivas de evolución podemos atribuir a la tecnología como palanca de actividad social y económica?

—La forma más clara de plantear esta cuestión es hablar de productividad, concepto que ha ido variando a lo largo de las décadas. En 1965 se entendía como producir más mejorando para reducir costes con el objetivo de aumentar la oferta. Esto cambia desde principios de los 80 y el objetivo pasa a ser producir más pero reduciendo el coste del factor trabajo. Empieza a introducirse la robótica, comienzan masivamente las deslocalizaciones... Ese concepto está cambiando desde 2009. Productividad consiste hoy en producir la cantidad que haga falta en cada momento introduciendo la tecnología que sea necesaria para ello y si es posible con cero factor trabajo. Es decir, en los años 60 lo importante era la demanda, en los 80 la oferta y hoy en día las dos cosas, pero la sartén por el mango la tiene el capital. Nos dirigimos hacia un mundo en el cual la tecnología va a ser la clara protagonista con una flexibilidad absoluta y una necesidad de adaptabilidad total.

¿Estima que la economía postpandemia, el nuevo modelo, tendrá que ser una economía volcada en la eficiencia hacia la búsqueda de la máxima productividad posible en un entorno de sostenibilidad?

—La productividad tiene que ser sostenible porque el crecimiento, como se estaba haciendo, llevaría a un shock medioambiental, tal y como planteaba el informe del Club de Roma sobre los límites del crecimiento en 1973. Hoy no se entiende productividad sin sostenibilidad. El concepto de eficiencia tiene que ser la suma de productividad más sostenibilidad. Y teniendo en cuenta que actualmente el medio ambiente es un negocio. El tema del medio ambiente estuvo muchos años ideologizado, pero afortunadamente hoy en día tanto a nivel político como económico hay conciencia de que se tiene que profundizar en la sostenibilidad. La tecnología nos va a ayudar muchísimo en la protección medioambiental.

¿Tecnología, big data, retornos de información permanente del perfil de cliente... cómo se encaja en esa ecuación este aspecto que está funcionando ya en las líneas de negocio de las organizaciones?

—Ya está integrado. La tecnología nos está ayudando a conocer a la gente, puede que incluso en contra de su voluntad. En este debate también ha cambiado el paso. Entre el año 1999 y 2004 se ponía el acento de la tecnología en la seguridad, es decir, se daba por supuesto que la tecnología iba a implicar una pérdida de privacidad en aras de la seguridad. Era un precio que había que pagar, pero ya nadie habla de esto. Esto se ha aceptado. La principal reacción está viniendo por personas de cierta edad, pero será menor en tanto en cuanto la tecnología les facilite la vida.

¿La resiliencia para afrontar esa transformación permanente deberá ser también un factor de la llamada generación Alfa (nacidos entre 2010 y 2025)? Es decir, la capacidad de afrontar lo que tenga que llegar, aunque no sepamos qué puede ser.

—La resiliencia ha tomado un protagonismo absoluto y va a ir a más, como algo positivo a nivel anticipatorio, ya que se puede entender como herramienta para sobreponerme a un problema o como anticipación a los cambios.

En su opinión, quienes tengan mejor acceso a las tecnologías van a tener una ventaja competitiva decisiva. ¿Por qué?

—La tecnología punta es la que marca el hecho diferencial. Así, la primera organización que disponga de un ordenador cuántico operativo, durante el tiempo que sea la única o de las únicas que lo tenga, esto marcará un hecho diferencial. Lo cual nos lleva a que hay que estar a la vanguardia tecnológica. Pero esta necesidad de disponer de tecnología punta requiere investigación, lo que produce una concentración de capital que provoca la formación de grandes corporaciones y oligopolios. Estamos volviendo a los orígenes. A su vez, esto nos lleva a la colaboración entre empresas, incluso entre competidores.

En Euskadi hay experiencia de esa colaboración en el modelo de clúster. Pero más allá, ¿en qué posición estamos ante todo ese escenario? Desde la economía, a nivel estatal y vasca, ¿cómo nos estamos manejando para estar a la altura de esa demanda de soluciones y de vanguardia y qué perspectiva tenemos?

—La inflación de oferta es malísima pero no afecta igual a todo el mundo, depende del modelo productivo que hay detrás. España es un país pobre pese a lo que nos han dicho durante dos o tres décadas. En esta nueva situación que viene va a tener muchos problemas, por tener un modelo productivo muy dependiente del factor trabajo. No obstante, hay zonas diferentes. En Euskadi ustedes viven en una isla, lo cual no quiere decir que no tengan problemas, pero tienen todo a su favor. En primer lugar, es un territorio pequeño, como los países más potentes de Europa (véanse Austria, Dinamarca...) con poca población, y la decisión que tomó el lehendakari Ardanza de apostar por el alto valor añadido fue fundamental. Han desarrollado ya una serie de polígonos industriales (Zamudio, Jundiz, etc.) que tienen muchísimo recorrido. Y por último tienen el Estatuto de Gernika que les da una autonomía fiscal, financiera... Creo que los estados nacionales tal y como los entendemos están retrocediendo claramente y el concepto de clúster va a más, tanto interregional, interprovincial como interpaís. Este es el concepto de futuro. Euskadi tiene una base realmente muy positiva. En mi opinión pueden estar ustedes bastante tranquilos.