El compromiso con el medio ambiente, creciente en los distintos sectores económicos está tocando de lleno también a la construcción. De hecho, cada vez más empresas constructoras ponen el foco en la sostenibilidad, implementando en la obra nueva sistemas en favor de la eficiencia energética y las energías limpias. Además, las exigencias de los potenciales compradores, derivadas de su mayor concienciación ecológica, van en aumento, lo que les obliga a dar respuesta acorde a tales demandas en las nuevas construcciones.

Evolucionar hacia un consumo energético reducido es una cuestión ambiental que implica reinventar las pautas de consumo, a la vista de que los recursos no renovables no son ilimitados. Pero al mismo tiempo es un asunto económico, ya que la energía es cada vez más cara, y la mayor parte de la población no puede permitirse mantener el gasto energético de antaño.

Según revelan algunos estudios, el consumo energético de los edificios en Europa representa un 40% del consumo total de energía, y un 75% de esta energía se produce a partir de combustibles fósiles. Ante esta realidad, el sector residencial debe hacer frente a un reto importante: mantener y superar los niveles de bienestar y desarrollo mediante el uso de fuentes de energía renovables y la aplicación de la eficiencia energética.

Teniendo en cuenta que en torno al 75% de los edificios en Europa son ineficientes desde el punto de vista energético, la descarbonización del parque inmobiliario es uno de los objetivos a largo plazo de la UE. A este respecto, la Directiva (UE) 2018/844 constituye un elemento importante para lograr que los edificios sean más eficientes, atendiendo a diversas condiciones climáticas y particularidades locales.

Lo que se conoce como edificios de consumo de energía casi nulo son aquellos que poseen un nivel de eficiencia energética muy alto. En ellos, la cantidad muy baja de energía requerida debería estar cubierta, en muy amplia medida, por fuentes renovables, incluida energía procedente de fuentes renovables producida in situ o en el entorno.

Apuesta europea

La citada directiva para reducir las emisiones de gases invernadero y de otras sustancias contaminantes provenientes de los edificios pone rumbo a la sostenibilidad. Con este fin persigue acelerar la renovación económicamente rentable de los edificios existentes y la promoción de las tecnologías inteligentes en los edificios.

Con su entrada en vigor se exige a todas las obras nuevas contar con un consumo de energía casi nulo o NZEB, como se la ha dado a llamar por sus siglas en inglés (Nearly Zero Energy Buildings).

Energía primaria

Esta normativa europea afecta a todos los edificios de obra nueva y se centra en la energía primaria que consumen los edificios. Esto es, el consumo energético de los sistemas de climatización -incluyendo la calefacción, la refrigeración y ventilación de espacios-, iluminación y el agua caliente sanitaria. De ahí que suponga un impulso práctico de las nuevas tecnologías y sistemas que ayudan a reducir el consumo de energía primaria.

Para alcanzar el consumo casi nulo son grandes aliados los nuevos sistemas de climatización, la autogeneración de energía y la arquitectura bioclimática. Gracias a ellos se consigue reducir el impacto ambiental de las obras nuevas y un ahorro sustancial en las facturas de suministros energéticos. De hecho, según los datos del Ministerio de Industria, Energía y Turismo y del Instituto para la Diversificación de y Ahorro de Energía (IDEA), el agua caliente, la calefacción y el aire acondicionado pueden llegar a representar hasta el 70% de la energía consumida en la vivienda.

Sistemas inteligentes

Los nuevos sistemas de climatización, calefacción y aire acondicionado inteligentes que incorporan los edificios de nueva construcción pueden ayudar a mejorar el consumo limitando y autoprogramando su uso, de forma que solo permanecen activos cuando son realmente necesarios. Además de los sistemas de climatización clásicos, la aparición de nuevas tecnologías como los recuperadores de calor, ayudan a multiplicar la eficiencia energética. Estos aparatos permiten ventilar los edificios sin que apenas se produzca pérdida de calor por la renovación del aire.

Además de disminuir el consumo, la autogeneración de energía a través de sistemas instalados en los propios edificios de obra nueva puede ayudar a inclinar la balanza del consumo en favor del ahorro. Buen ejemplo de ello son las placas solares, ya sean fotovoltaicas, térmicas o termodinámicas, que pueden aportar la energía necesaria para hacer un hogar sostenible.

La aerotermia, en concreto, puede suponer un ahorro de hasta un 78% de energía. Este sistema, a través de una bomba de calor consigue aprovechar la energía del aire exterior y recuperarla para ser usada como calefacción, agua caliente o aire acondicionado.

Un paso más lo ofrece la llamada arquitectura bioclimática aplicada en las obras nuevas, puesto que con ella, la eficiencia energética comienza con el diseño de las viviendas. Al basarse en la construcción de edificios incorporando una perspectiva climática desde los cimientos se aprovechan el sol, la lluvia, la vegetación y el viento para disminuir el impacto ambiental de las viviendas y mejorar su eficiencia energética. De ahí que tenga en cuenta factores como la orientación de la vivienda. Si bien el ahorro energético se refuerza igualmente protegiendo el edificio de los vientos invernales o aprovechando la sombra de los árboles del entorno donde se levanta el edificio.

Con estos tres sistemas, las casas del futuro son ya una realidad hoy en día. Con su implantación en las obras nuevas, además de cumplir con la normativa europea y reducir los gastos económicos, el medio ambiente también recibe un respiro. Por su parte, los edificios ya existentes en los que se haga una reforma importante deberán mejorar su eficiencia energética para cumplir los requisitos exigidos.

La aerotermia, a través de una bomba de calor, puede suponer un ahorro de hasta un 78% de energía.