Para Juli O., vecina a de Sestao y 57 años de edad, ayer jueves amaneció como un día más en la lucha por ayudar a su hijo Rubén a sobrellevar los escollos que la pandemia había puesto en el camino de este emprendedor que hace apenas un año se había hecho cargo de la gerencia del Bar Arboleda situado en la entrada de este popular barrio alto de Trapagaran. Sin embargo la fatalidad se cebó con esta joven viuda que sacaba su mejor sonrisa para su pequeña nieta que ayer, como otros días de fiesta, correteaba por el local.

Nadie acierta a explicar -ni siquiera las fuentes municipales consultadas- cómo pudo desencadenarse la tragedia que segó la vida de esta mujer poco después de las 16,00 horas, aunque fuentes señalaron que “no era la primera vez que este montacargas hacía algo parecido. Hace unos meses, al poco de abrir, un repartidor también lo pasó mal al dejar unas cajas menos mal que pudimos desactivarlo”, relataba E. L. amigo de la hostelera que tomó parte junto con otros clientes en el intento de recuperación. “Esta vez no hemos podido hacer nada”, lamentaba E. L. quien se planteaba como podía ser que se abran las puertas del montacargas si este no está detenido. “Habrá que investigarlo”, pedían los amigos. Al lugar de los hechos se desplazaron varios policías y un equipo sanitario que nada pudo hacer por la víctima.