- Desde hace cinco años, Ana Santiago es CEO de la ingeniería Sisteplant, fundada hace 35 años y ubicada en el Parque Tecnológico de Bizkaia. La compañía se ha especializado en transformar desde una mirada operacional las organizaciones no solo industriales, sino también las de servicios para hacerlas más competitivas. En la empresa trabajan 150 personas y tiene una facturación de 12 millones de euros, de los que un 20% destina a la innovación. Sisteplant dispone de cuatro centros en el Estado y se halla presente en Brasil y México. Ana Santiago, ingeniera industria por la Escuela de Ingenieros de Bilbao, es máster MBA por la Universidad de Deusto y trabaja en la compañía desde 1999, donde comenzó como directora de proyectos del área de Ingeniería, cargo que compagina con la docencia.

Las crisis agudizan el ingenio. ¿Puede ser un acicate para innovar?

—En algunos sectores se están encontrando oportunidades; otras empresas se reinventan; la actual situación puede ser un revulsivo para compañías que si no lo hacen corren el riesgo de desaparecer. Tenemos clientes que están potenciando la innovación fuera de su negocio tradicional, viendo que era el momento de invertir en otros productos.

¿Invertir en innovación será clave en la económica pospandémica?

—Quien no invierta en innovación e investigación seguirá con el negocio tradicional si le da para comer, pero puede quedarse en el camino. Se habla mucho, pero pocas empresas tienen planes 4.0 incorporados. Además, hay que preparar a los trabajadores para que se beneficien al máximo de la tecnología. Sí, hay que innovar en tecnología, pero también desarrollar las capacidades de las personas en las organizaciones para que estén preparadas ante los cambios.

En la aplicación práctica de I+D+i, ¿qué cree que haría falta para potenciar la colaboración entre lo público y la empresa privada?

—Las Administraciones deben de tomar conciencia sobre cómo están las empresas en innovación y qué sectores van a ser competitivos y sostenibles. Aunque en Euskadi tradicionalmente la administración haya apostado por la industria competitiva, también los empresarios han de innovar; una apuesta mutua. Pero sí que es cierto que el apoyo a las pequeñas y medianas empresas ha de reforzarse, porque con la incorporación de nuevas tecnologías, la demanda va cambiando y la tendencia a productos más personalizados es un hecho objetivo. Por eso muchas empresas deben establecer nuevas estrategias para sobrevivir.

¿El premio de AED dará más visibilidad a empresas innovadoras?

—Además de ser un gran honor recibirlo, sirve para que las nuevas generaciones de mujeres vean que tienen un hueco en las ingenierías; que haya más vocaciones dirigidas a los estudios técnicos y que en las grandes empresas hay mujeres con un alto grado de innovación e investigación.

Más todavía siendo mujeres en un mundo empresarial todavía mayoritariamente masculino.

—Creo que las mujeres podemos aportar a las empresas enfoques más prácticos; un enfoque más resolutivo. Nosotros estamos desarrollando el Plan de Igualdad en la compañía donde entre el 65/70% de la plantilla la componen hombres, pero no porque nosotros no queramos que haya más mujeres, sino porque todavía son muy pocas las que se deciden a estudiar ingenierías técnicas. Cuando hacemos procesos de selección se presentan muchos más hombres que mujeres.

¿Haría falta fomentar las vocaciones en estudios técnicos entre las mujeres?

—Es cierto que en las fábricas cada vez hay un mayor número de jefas de producción y de mujeres operarias, pero todavía los porcentajes siguen siendo muy bajos. Hay que fomentar el acercamiento de las mujeres a estas profesiones técnicas todavía muy masculinizadas

"El 65% de la plantilla la integran hombres, porque entre las mujeres continua habiendo escasa vocación por las ingenierías”