bilbao - El obsesivo empeño de Donald Trump por proteger sus compañías frente a las extranjeras ha llegado a su momento culmen en el sector de las comunicaciones. Tras incluir a Huawei entre las empresas que pueden suponer una amenaza para los Estados Unidos, muchas compañías tecnológicas, con Google a la cabeza, han decidido dejar de vender componentes y software al gigante asiático.

Esta medida deja a Huawei en una situación delicada, ya que, en teoría, quedaría fuera del tablero de juego que supone la plataforma Android. La firma China debería crear su propio sistema operativo, al igual que hizo en su día Apple. Desde Pekín no han tardado en confirmar que la firma ya cuenta con su propio software, que había sido desarrollado en previsión “del peor de los escenarios”, pero las incógnitas que se ciernen sobre el corto plazo de la compañía hacen prever que Huawei va a sufrir en el mercado.

Pese a estas restricciones el gigante tecnológico ha asegurado que ofrecerá actualizaciones de seguridad a todos sus equipos. Huawei argumenta que “ha hecho contribuciones sustanciales al desarrollo y crecimiento de Android” y promete que continuará proveyendo actualizaciones y servicios postventa. La compañía, además, no ha tardado en sentir el respaldo del gobierno de su país, que les anima a que “tomen medidas y defiendan sus legítimos derechos”.

Juan de la Herrán, experto en tecnología y colaborador de DEIA, recuerda que estas medidas no hacen más que cumplir con las amenazas de Trump en campaña electoral, pero cree que el paso dado por la Casa Blanca puede suponer un tiro en el pie: “Quería defender a sus marcas frente a las otras. Pero si en el mundo de la automoción sí hay alternativas, en el mundo de la telefonía, salvo Apple o Motorola, los americanos no tienen ninguna potencia. Apple está bajando en el Nasdaq porque los chinos van a dejar de comprar Apple y, segundo, porque más del 80% de los componentes que tiene un Apple son de origen chino. Estados Unidos hace muchísimos años que no tiene fábricas de microinformática. ¿A quién está protegiendo?”.

De la Herrán advierte de que Huawei debe “reinventar el mundo del teléfono móvil”. Google tiene el Play Store, que es donde ofrece todas las aplicaciones. “Si yo ahora compro un teléfono Huawei, no voy a poder instalar Android, ninguna aplicación de Google y no voy a poder hacer nada”, relata el experto en tecnología, “hay que imaginarse un escenario como el de Apple, que tiene su sistema operativo y se hizo su sistema de aplicaciones. ¡Pero tardó cinco años en tenerlo! Huawei no lo tiene tan mal, pero sí tiene que intentar llegar a acuerdos. Necesita un tiempo que no sé si el mercado se lo dejará”.

impacto en ventas Esta medida de Google y de otras compañías como Intel deja a Huawei en una situación de debilidad. La firma china tiene, por ejemplo, más de 7,5 millones de móviles activos en España. En 2018 Huawei fue el fabricante que más terminales vendió en el Estado, con un total de 4,61 millones y una cuota de mercado del 29,4% el año pasado, por encima de Apple y Samsung.

Para minimizar el impacto el gigante asiático ha asegurado que seguirá dando servicios y actualizaciones a todos los teléfonos que están en funcionamiento y los que están en stock, pero se espera que sus ventas se desplomen a partir de ahora. “En Europa esto va a beneficiar a otras marcas como Samsung”, predice Juan de la Herrán, “a nivel de Europa, comprar hoy un teléfono Huawei es algo inútil. Tenerlo no va a ser tan problemático, porque Android no deja de ser un sistema operativo abierto. Coges los códigos, que los tiene cualquiera, cambias unos números y ya tienes un Android nuevo. Huawei da la posibilidad incluso de que, en lugar de instalar Android, instales un Android personalizado que se denomina MUI, que ya va por la décima versión. En ese aspecto a los actuales usuarios no les va a preocupar mucho. Pero está claro que en Europa la gente no va a comprar Huawei”.

De todos modos, De la Herrán advierte de que estos aranceles impuestos por Estados Unidos dejan resquicios sobre los que habrá que estar atentos a partir de ahora: “Hecha la ley, hecha la trampa. Por ejemplo, si yo quiero ahora importar componentes, me van a cobrar un arancel importante. Pero a México no le cobran esos aranceles. Si el arancel es de un 27% para China, por ejemplo, y de un 5% para México, si yo le cobro un 5% más a un intermediario mexicano, me va a costar un 10%, pero está muy por debajo del 27% y sigo ganando un 17%. Esto va a hacer que se exporte a través de México. Los grandes beneficiados de todo esto pueden ser México, Latinoamérica, Canadá o países por los que puedan entrar este tipo de productos”.

Además, el experto en tecnología y colaborador de DEIA advierte de que será un buen caldo de cultivo para los especuladores: “Hay quien juega con los futuros y compra, por ejemplo, pulpa de zumo de naranja porque sabe que va a nevar mucho y habrá pocas naranjas. Luego puede que no nieve y que pierda su dinero. Ahora la gente querrá muchas resistencias u otros componentes y alguien decidirá comprar a una fábrica china desde España y vendérselo a Estados Unidos. Sí que es un buen momento para especular. Igual que en la II Guerra Mundial los que más ganaron fueron los que vendían armas, esto es lo mismo. Empieza a haber un mercado negro de piezas, de componentes, de pantallas?.”.

consumidores Facua-Consumidores en acción no ha tardado en advertir de que los usuarios de teléfonos Huawei podrían hacer reclamaciones de dinero llegado el caso de que sus teléfonos no sean capaces de ofrecer el 100% de sus prestaciones, es decir que no puedan actualizar el sistema operativo o dejen de funcionar accesos como la tienda de Google.

Cuando ocurra esto, un consumidor podrá ejercer el derecho legal a que le devuelvan la totalidad del dinero si su móvil es un Huawei recién comprado o a una cantidad proporcional al importe que pagó en su momento por el aparato si hace ya varios años.

La asociación de consumidores sostiene que el derecho a reclamar iría más allá de los dos años de garantía del teléfono que se estipula convencionalmente, ya que los fabricantes tienen una obligación de garantizar el mantenimiento de cualquier producto tecnológico, pese a que hayan pasado los dos años, cosa que habría que calibrar caso a caso.