BILBAO - El mundo de Internet y las nuevas empresas surgidas a su vera, las famosas start up, están evolucionando muy rápido. Google no tiene veinte años de vida; Amazon, poco más, pero Instagram solo tiene seis años y Facebook, doce. Por ello es noticia que una compañía vasca, nacida en Internet y para Internet, la empresa vasca Hispavista, cumpla veinte años. Y dos décadas después la sociedad sigue estando en manos de sus fundadores, unos emprendedores guipuzcoanos, los hermanos Elosegui, que se adelantaron a su tiempo y siguen en el mercado, tras muchos viajes, incluso de ida y vuelta. En el año 2000 la empresa se vendió al grupo Tiscali por unos 36 millones de euros pero dos años después tras la crisis de las compañías punto.com, la familia Elosegui la recompró de nuevo. Hispavista nació en 1996 de la mano de tres ingenieros industriales de la Universidad de Navarra y continúa en línea, eso sí, tras numerosos cambios porque en “en este negocio hay que reinventarse continuamente para sobrevivir”, afirma el director general Unai Elosegui. El portal web guipuzcoano volcado en el mundo en castellano es un experto en el mercado publicitario on line pero también es mucho más.

¿Tras veinte años de vida cómo ha evolucionado Hispavista?

-Somos una compañía de publicidad y servicios empresariales en Internet. Y comparando con el nacimiento hace veinte años, el de hoy es un proyecto mucho más complejo. Entonces teníamos que explicar que era Internet y para qué servía. Empezamos con un buscador, ¿quién lo diría en los tiempos del cuasi monopolio de Google? y ahora tenemos varias unidades de negocio. Empezamos en España para el mundo castellanohablante y luego hemos salido al exterior, a Latinoamérica. Ahora los proyectos son mucho más complejos y sofisticados. En 1996, tras ver que mediante el buscador teníamos bastante tráfico en Internet, sacamos un portal de empleo trabajos.com, que funciona muy bien. Luego La Bolsa.com, y así varios proyectos diferentes abriendo nuevas puertas por el camino y cerrando otras. En Internet los modelos de negocio cambian mucho y muy rápido por ello hay que reinventarse continuamente.

Ustedes sobrevivieron a la crisis de las punto.com a principios de siglo. ¿Cómo lo hicieron?

-Reinventándonos. En 2002 tras la crisis, más bien yo diría hecatombe de las punto.com, porque fue una época en la que estábamos muy por delante de la realidad y se hicieron previsiones de crecimiento y de ingresos que no se cumplieron, tuvimos que buscar alternativas. Lanzamos una división llamada Hispavista Soluciones, cuyo objetivo de negocio era ayudar a las empresas a entrar en el mundo de Internet y hacíamos de todo un poco. Prestábamos un servicio para ayudar a las compañías a rentabilizar y extraer el máximo de rendimiento del mundo de Internet de forma que pudiesen monetarizar, en alguna manera, el tráfico que se genera en forma de visibilidad, ingresos, etcétera.

En la actualidad Hispavista es una pyme del mundo Internet consolidada y con presencia internacional. ¿Cuanta gente trabaja en la firma?

-A día de hoy tenemos medio centenar de personas repartidas entre San Sebastián, Madrid, México, Santiago de Chile, Colombia y Miami.

¿El negocio internacional supone ya una parte sustancial de la facturación de la empresa?

-Sí. Cuando lanzamos nuestro portal de vídeos: tu.tv, vimos que había mucho tráfico procedente de Latinoamérica y abrimos una oficina en México para rentabilizar el negocio. Hoy en día de nuestra facturación total algo más del 30% procede de los mercados internacionales.

¿Hispavista tiene algún nuevo producto en ciernes?.

-En 2011 lanzamos una unidad de I+D, Hispavista Lab, adscrita a la Red Vasca de Ciencia y Tecnología, que se encarga de proyectos más sofisticados y tecnológicamente más avanzados, lanzando iniciativas que tienen que ver con el entorno de Internet de las cosas, y ligado con la utilización y aprovechamiento del big data. Ahora vamos a lanzar taskia.com, un proyecto relacionado con la economía colaborativa, que sirve para pone en contacto un tasker, alguien que hace unas tareas concretas, con quien las necesita. Desde colgar un cuadro, montar un mueble, arreglar una tubería, o pasear a un perro. Es un servicio que pone en contacto a unos y otros, y que permite valorar el trabajo que se hace, que cuenta con personas con el curriculum adecuado para lo que se precise etc.

¿La publicidad en Internet cada día es mayor o sólo lo parece?

-Sí está creciendo y es la contraprestación obligada. Detrás de un servicio siempre hay personas que trabajan y a esas personas hay que remunerarlas. La gente suele querer cobrar todos los meses generalmente. Los proyectos deben poder financiarse y una manera es el pago premium por un servicio pero la publicidad es claramente una fuente básica de ingresos. Por supuesto, tiene que ser un poco invasiva porque si no se ve no es eficaz pero tampoco debe impedir que puedan hacer su trabajo los usuarios. El riesgo es que el usuario se sienta molesto por una publicidad muy agresiva y decida no entrar en esa dirección de Internet concreta. Hay que buscar un equilibrio que no es fácil. La publicidad está creciendo en Internet muy por encima de las tasas de crecimiento de la economía porque hay formas de contratar publicidad menos perceptibles. Ahora existe el marketing programático. La forma en que se comercializa un inventario a través de los diferentes soportes es muy diferente al de hace unos años.

Da la impresión de que en el mundo digital, a diferencia de en el analógico, hay muy poca clase media. ¿En Internet el ganador se lo lleva todo?

-Pues sí, seguramente es así. En el mundo digital los proyectos empresariales ganadores son mucho más líderes. Y ejemplos hay muchos. Cuando sale una aplicación, da igual la que sea, hay varias similares, por ejemplo, cuando nace Facebook, hay otras como Tuenti, etcétera. Pues bien en poco tiempo el mercado se concentra en una plataforma, la que fuese y por lo que fuese, porque es una bola de nieve y fuera de una plataforma donde están todos sus colegas y conocidos, hay muy poca vida. En los buscadores, Google, por seguir con los ejemplos, es per se un monopolio y así con casi todo.

¿La economía digital e Internet tiende a generar monopolios?

-Claro. Es una realidad. No hay que darle más vueltas. Y si quieres hacer negocios tienes que salir de la larga sombra de estos grandes grupos para poder buscar proyectos en nuevos nichos de mercados, más especializados y concretos, porque pelear contra estos gigantes de la red es muy difícil.

La economía colaborativa e Internet está cambiando el mundo del comercio pero ¿hasta el punto de poner en peligro la figura del comerciante tradicional?

-Que buena pregunta. El cambio es real pero creo que hay sitio para todos. Eso sí el comerciante tradicional tiene que adaptarse a esta nueva realidad. Tiene que poner de su parte. Si se queda parado sin hacer nada, o sea haciendo lo mismo de siempre, pues se puede complicar mucho. El que vende sin entrar en el juego de las iniciativas para que sus productos estén en la red puede sobrevivir. El producto local, fresco, de consumo diario mantiene su espacio pero no hay que perder de vista que grupos como Amazon, en determinados sitios de Estados Unidos, están entrando en la comercialización de frutas por Internet. Ya hay sitios en los que te prometen que te abastecen en una hora, por ejemplo, de tomates. Yo si tuviese una tienda estaría un poco nervioso con lo que viene.

¿Van a desaparecer los intermediarios en los negocios?

-Esta inmediatez general que estoy citando hace que, efectivamente, la intermediación vaya desapareciendo y que el contacto directo con quien va a prestar el servicio se esté imponiendo. Es un hecho incuestionable que Internet acorta mucho la distancia entre el consumidor y quien presta el servicio, todos los que se dedican a la intermediación tienen que reinventarse para posicionarse en esta nueva forma de funcionar en el mundo.

¿Internet y la economía colaborativa generan competencia desleal?

-Internet facilita la eficiencia. Por ejemplo si tu haces todos los días el trayecto Bilbao-Donostia o al revés y a través de una plataforma te puedes poner en contacto con alguien en la misma situación puedes colaborar para que te salga el viaje más eficiente, por horarios, costes etc. Esto no tiene nada de malo. Es verdad que hay proyectos disruptivos. Por ello creo que es importante que todos puedan jugar con las mismas cartas sobre la mesa, con fair play. Pero no creo en el hecho de prohibir. El consumidor debe poder elegir. Eso sí hay que fijar un mínimo de regulación y de reglas comunes para todos. No puede ser que unos presten unos servicios sin pagar nada y otros hagan lo mismo sometidos a una regulación, pagando impuestos, una licencia etc. Como todas las cosas nuevas que surgen en el mundo digital, seguramente haya que revisar cuál es el contexto legal en el que se dan para que no supongan competencia desleal para los que ya están funcionando. Este tipo de servicios novedosos, caso de Uber o similares, surgidos al hilo de las redes sociales van siempre por delante de la ley.