Bilbao - La austeridad reina en la oficina central de Fiare, la cooperativa de banca ética que surgió en Euskadi. En esa sede Sasia recibe a DEIA para ahondar en el modelo que proponen.

¿Qué significa banca ética?

-La banca ética como concepto surgió mucho antes de la crisis y de una doble reflexión: por un lado de las personas ahorradoras que se preguntan qué pasa con su dinero y cuáles son las consecuencias de depositar esos ahorros en una entidad concreta; y del otro, una reflexión sobre el derecho al crédito. ¿A quién se le debe dar? ¿En qué condiciones? ¿Bajo qué circunstancias? La banca ética es la respuesta a esa idea de consumo responsable de productos financieros y el crédito como derecho. Los proyectos que han surgido son esencialmente de acción colectiva. Personas y organizaciones que se reúnen, normalmente en una estructura cooperativa muy interrelacionada construyendo una entidad financiera sobre la base de la transparencia. Dicho sea de paso, son proyectos bancarios como cualquier otro. Fiare tiene el número 1.550 como entidad establecida por el Banco de España.

¿Eso significa que ofrece los mismos productos que cualquier otra entidad financiera?

-Técnicamente sí, con dos salvedades importantes. Nosotros restringimos el crédito a proyectos de actividad económica de ámbitos muy especiales. Son proyectos que generan un alto impacto social o que atienden a algunas injusticias o desequilibrios de nuestra sociedad. Una de las características de la banca ética es que reduce los ámbitos de financiación sometiéndolos a estrictos criterios de valoración ético-social. Y en segundo lugar, no ofrecemos a nuestros ahorradores productos de naturaleza especulativa.

¿Funciona entonces como una bolsa en la que se depositan los ahorros que se destinan a préstamos?

-Como debería ser cualquier banco. Fiare es un intermediador financiero. Los ahorradores depositan sus fondos y con ese dinero se genera una actividad financiera de apoyo a determinados proyectos. Precisamente eso es lo que inicialmente era la actividad financiera, pero las entidades actuales se han desarrollado y han crecido, experimentando una especie de metástasis, que además de generar algún bien social, que también, han traído males y muchos desequilibrios.

¿Una entidad con fines sociales como lo fueron las cajas de ahorro en su origen?

-Y las cooperativas de crédito. Y seguro que si pensamos en una entidad financiera que hoy sea un gigante transnacional, también nos encontraremos con alguna familia que hace más de un siglo creo un pequeño banquito. La clave no es cómo naces, sino la consolidación y en qué te conviertes cuando creces.

¿A qué tipo de proyectos apoya Fiare con su financiación?

-A proyectos que son necesarios. Trabajamos especialmente en cuatro ámbitos. Uno, el de los proyectos que ayudan a luchar contra la exclusión: esto es, empresas de inserción o modelos alternativos de acceso a la vivienda, entre otros. Otro gran bloque de proyectos tiene que ver con la cooperación al desarrollo, el comercio justo. Todas las relaciones norte-sur basadas en principios justos. El tercer ámbito es el agro-ecológico, el que tiene que ver con las energías renovables, la agricultura ecológica o la soberanía alimentaría, entre otros. El cuarto es apoyar a quienes trabajan por un marco de valores diferente mediante la cultura u otros. Lo que pasa es que en un país con una tasa de paro de cerca del 25% pensar en crear un impacto social positivo y no pensar en crear empleo es estar fuera de la realidad. Por eso apoyamos también proyectos de autoempleo, emprendizaje o innovación.

¿Y quién decide qué proyectos reciben esa financiación?

-Una de las características de la banca ética es que las solicitudes de financiación pasan por un doble proceso. Uno es la valoración económico-financiera, como en cualquier otra entidad, para analizar la viabilidad del proyecto. El otro, consiste en una evaluación ético-social que se realiza simultáneamente. En esa evaluación verificamos que el proyecto se adapte a las exigencias que nos autoimponemos para la concesión de créditos. Valoramos el impacto medioambiental, la calidad del empleo generado o la perspectiva de género entre una serie de aspectos éticos que analizamos. Ese segundo análisis lo realizan grupos de personas socias de la cooperativa que crean comisiones de valoración ético-social. Es decir, los miembros los elige la base social. Son personas que conocen bien el entorno y los retos de cada lugar y que son autónomos respecto a la entidad. Así que un proyecto puede resultar comercialmente muy interesante, pero sin el apoyo de esa evaluación ética no conseguirá la financiación.

¿Y a la inversa?

-Si un proyecto es socialmente muy interesante pero no aporta garantías económicas se intenta reformular el proyecto para que las dé. Son dos procesos que están conectados pero con espacios independientes.

Entiendo que la idea también es garantizar los ahorros, ¿no?

-Cierto. Debo recordar que el Banco de España nos supervisa y que ahí está, por ejemplo, el fondo de garantía de depósitos que protege a nuestros ahorradores. Corremos unos riesgos, como todos, pero siempre atendemos también a ese criterio económico-financiero. Ello explica en parte que nuestros niveles de morosidad estén cerca del 2% ahora, lo que es entre cinco y seis veces menos que la media estatal.

¿Qué ocurre en esos casos de mora? ¿Qué procesos se aplican?

-En los pocos proyectos fallidos que hemos tenido, antes de llegar a esos procesos intentamos hablar con las personas o entidades afectadas para buscar alternativas. De alguna manera renegociar las condiciones del préstamo. Si se da el extremo en el que el deudor no contacta, no negocia o ha desaparecido directamente, activamos los mecanismos legales que aplica todo el mundo. Solo ha pasado una vez en toda la historia del proyecto.

Pero la idea es evitar llegar a esos extremos, ¿no?

-Una de las explicaciones a la baja morosidad de Fiare está en que quienes reciben financiación del proyecto ya son conscientes de que es una alta responsabilidad por su parte no generar problemas económicos a la cooperativa. En muchos casos, aunque no es obligatorio, el proyecto es también suyo, son socios.

En el terreno financiero Fiare es una entidad muy pequeña, ¿cómo afronta la competencia?

-Tenemos una estructura de mercado un poco diferente, incluso a entidades del ámbito cooperativo o de acción social. Somos una cooperativa de crédito con una estructura en España y en Italia que suma unos 32.000 socios entre personas y organizaciones. Nuestra base social, socios o clientes, ponen en valor lo que va a ocurrir con su dinero, la transparencia o el impacto social de la financiación. De tal manera que reconocen la prima ética de nuestra entidad. No van a estar mirando tanto el tipo de interés y no nos exigen la cubertería o la bicicleta. Nos exigen participación, la transparencia y tener muy claro que lo que ocurre con su dinero es lo que ellos quieren. Siendo eso así conseguimos, en cierta medida, despegarnos de las guerras de precios. Pero todo eso evidentemente tiene un límite. Y nosotros tenemos, como todos, retos económicos que pasan por la sostenibilidad, la eficacia o la eficiencia. Además somos una entidad muy, muy austera.

Eso implica también el número de oficinas, muy pocas.

-Son 16 oficinas en España y en Italia, pero tenemos una muy extensa red de grupos locales. Y eso nos da mucha potencia. Toda nuestra base social, los socios de la cooperativa, se organizan en grupos locales. En España hay veinte. Tenemos dos en Bilbao, uno en Gasteiz, uno en Donostia, otro en Iruñea y estamos creando grupos en Durangaldea o Ezkerraldea. Esa dinámica es muy rica y creciente. Estos grupos los forman socios y socias voluntarios que se reúnen periódicamente y forman una base estable y sólida. Ellos son el rostro de la entidad. No tenemos sucursales pero estamos presentes como proyecto mediante los grupos locales que acuden a ferias, dan conferencias o se reúnen con instituciones, entre otros.

Fiare surgió como proyecto en Euskadi. ¿Cómo se ha transformado en una idea italo-española?

-Cuando empezamos a pensar este proyecto, en Bilbao, la primera idea fue crear una cooperativa de crédito de ámbito vasco. Desde que surgió Fiare, en 2002, nos dimos cuenta de que donde nos jugábamos la integridad del proyecto era en cómo lo construíamos. Qué personas y organizaciones iban a estar implicadas. Pensando en eso generamos una primera red vasca, la fundación Fiare, que integra una serie de colectivos. Los primeros análisis de viabilidad nos demostraron que era muy difícil pensar en una entidad sostenible solo de ámbito vasco y pasamos al estatal. En ese proceso de construcción de la cooperativa, todavía sin la ficha ni actividad bancaria, decidimos acercarnos a otras realidades de banca ética europeas y vimos que teníamos muchas similitudes con Banca Popolare Etica. Era una entidad que ya llevaba funcionando diez años en Italia de forma sostenible y les pedimos que nos permitieran trabajar como agentes suyos en España antes de ser cooperativa de crédito.

Y de ahí a la fusión.

-En 2013 Fiare decidió en asamblea que no tenía sentido crear un proyecto de banca propio y que sí lo tenía integrar las dos cooperativas en una. Y Banca Popolare Etica lo aceptó.

¿Dónde tiene que acudir un lector interesado en el proyecto?

-Como Fiare fue impulsado en Bilbao es aquí dónde tenemos la sede central estatal, en la calle Santa María. Lo más directo es venir a la oficina y hablar con nosotros. También tenemos web y estamos presentes en las redes sociales.

¿Para ser cliente hay que ser socio?

-No. Ni para ser cliente de ahorro ni para recibir crédito. Aunque a cualquier persona que se acerca al proyecto y quiere colaborar le pedimos que sea socio, no cliente, ya que eso vendrá después. Buscamos constructores de banca ética y no consumidores de banca ética.

¿Qué aportación se requiere?

-Para personas físicas la aportación mínima es de 300 euros y para organizaciones 600 euros. No pagamos dividendos, pero si los ejercicios son buenos, que siempre han sido, hay años en los que la asamblea aprueba revalorizar esa participación.