Bilbao - Aunque ha encontrado una fuerte oposición, la última reforma laboral se ha ido abriendo paso en Euskadi avivando la bronca entre empresarios y sindicatos. Uno de los puntos de mayor fricción, el nuevo mecanismo para dejar sin validez una o varias cláusulas de un convenio, el llamado descuelgue, se concretó en la CAV en la creación en marzo del Orpricce. Es un órgano tripartito responsable de decidir, en caso de que empresa y trabajadores hayan agotado todas las vías de acuerdo, si procede o no la rebaja de condiciones laborales, fundamentalmente salarios. Pero el Orpricce, al que los sindicatos acusan de favorecer al empresario, no está desempeñando una función real en la práctica: en los meses que lleva en vigor ha atendido una única petición de arbitraje.
El propio Tomás Arrieta, presidente del Consejo de Relaciones Laborales (CRL), organismo en el que está integrado el Orpricce -su nombre completo es Órgano para la Resolución de Procedimientos para la Inaplicación de Convenios Colectivos Estatutarios-, hacía hincapié en esta circunstancia en su última comparecencia para hacer balance de la situación sociolaboral en Euskadi.
El hecho de que el organismo de arbitraje obligatorio apenas haya intervenido desde su nacimiento a mediados de marzo no quiere decir que su presencia no tenga importancia en las relaciones laborales, pero sí refleja cómo en la mayoría de procesos de descuelgue las partes alcanzan un acuerdo antes de dejar el conflicto en manos de un tercero.
La posibilidad de que empresa y trabajadores recurran a un árbitro ha existido siempre, pero lo que cambia la reforma del PP es que este arbitraje resulta, en última instancia, obligatorio. Los sindicatos denuncian que el árbitro está comprado y siempre va a dar la razón al empresario, lo que atenta contra su propia razón de ser, argumentan, ya que invalida la posibilidad de que los trabajadores ejerzan presión de manera colectiva. Los empresarios agradecen la medida ya que, sea cual sea el veredicto, pone coto a huelgas prolongadas que merman la competitividad.
El desarrollo del Orpricce en Euskadi ha venido impuesto por el Gobierno de Madrid, ya que en ausencia de organismo de arbitraje autonómico los conflictos en empresas vascas se resolverían en la comisión estatal. El órgano vasco, en todo caso, cuenta con una particularidad. Una vez ha llegado el expediente al Orpricce, sus integrantes pueden optar por hacer un último intento de acuerdo antes de solicitar el arbitraje de manera definitiva, pero para ello debe quererlo así una mayoría en la que se incluya al menos un representante de cada grupo -patronal, Gobierno vasco y sindicatos-, lo que refuerza a la parte sindical.
En todo caso, ya resuelva el descuelgue un árbitro o lo hagan los miembros del propio órgano, el veredicto debe guiarse por la normativa impuesta por la reforma laboral, que establece que es suficiente, entre otras causas, con que la empresa acumule dos trimestres seguidos de caídas de ingresos o ventas para poder dejar de lado lo establecido en el convenio.
Las reglas están escritas pero lo cierto es que apenas han sido llevadas a la práctica. Desde su creación el 13 de marzo -sin LAB y con la presencia crítica del resto de sindicatos-, solo dos empresas han solicitado su mediación para poder reducir las condiciones laborales, si bien una de ellas desistió antes de que el Orpricce comenzara a tramitar el expediente.
Por tanto, el foro ha intervenido solo en un caso, tramitado en julio, en el que sus integrantes dejaron directamente la decisión en manos del árbitro. El laudo dio luz verde de manera parcial a las pretensiones de la compañía -el CRL no puede revelar datos sobre la firma en cuestión- validando una rebaja salarial, pero no tan acusada como pretendía.
pocos casos en el crl Fuentes del CRL entienden que el Orpricce seguirá manteniendo una actividad muy baja en la segunda mitad del año, ya que en las fases previas de resolución de conflictos, entre las que se encuentra el Preco, no hay depositadas actualmente muchas inaplicaciones que puedan desembocar en arbitrajes.
Parece por tanto que el Orpricce seguirá jugando un papel casi testimonial al quedar como una opción de ultimísimo recurso, a pesar de que está siendo parte crucial en el bloqueo de las mesas de negociación sectoriales, como sucede en el metal. El enfrentamiento entre patronales y sindicatos encuentra en el arbitraje obligatorio un episodio rocoso, más incluso que en la duración de la ultraactividad, y está sirviendo como arma arrojadiza en la competencia intersindical.
La negativa de ELA a firmar el convenio de Artes Gráficas de Gipuzkoa estuvo motivada precisamente porque la cláusula que se refería a la inaplicación, similar a la introducida en otros convenios del territorio como el del Papel, no vetaba la utilización del Orpricce. ELA criticó al resto de sindicatos, que dieron por bueno este sistema de descuelgue.