Bilbao
UNA de las empresas más emblemáticas de la industria siderúrgica vasca, Tubacex, conmemora su 50 aniversario y lo hace en uno de sus mejores momentos pese al contexto de crisis generalizada de la economía. Prueba de ello es que logró cerrar el ejercicio 2012 triplicando beneficios (ganó 11,86 millones de euros) y en el primer trimestre de 2013 ha vuelto a multiplicar sus cifras positivas.
Pero Tubacex es un ejemplo del auge, caída y, esto es noticia, resurgir de una acería vasca. El origen de Tubacex se remonta a 1963, fecha en la que se funda Tubos Especiales Olarra. Esta, junto con otras sociedades, como Aceros de Llodio, formaba parte de un grupo liderado por el histórico empresario vasco Luis Olarra. La entonces Tubos Especiales Olarra comenzó su actividad dos años después y fabricó su primer tubo el 12 de octubre de dicho año. Con ocasión de la suspensión de pagos de Aceros de Llodio, en 1967, se produjo una redistribución entre las sociedades del grupo. En este contexto, Tubos Especiales Olarra pasó a llamarse Compañía Española de Tubos de Acero por Extrusión, o Tubacex, y con personas como José Ignacio Martínez Garín de Lazcano inició su crecimiento y desarrollo.
Hoy en día, Tubacex es una empresa rentable, diversificada internacionalmente, con una importante filial en Austria, y que ha sabido posicionarse en los segmentos de tubos de mayor valor añadido. De los tubos de acero al carbono iniciales a los tubos de acero inoxidable actuales hay un notable salto tecnológico. Pero para llegar hasta aquí, segundo fabricante mundial del sector de tubos inoxidables sin soldadura, no han sido pocos los obstáculos que ha debido sortear, el más significado la suspensión de pagos allá en 1992.
La empresa por la que han pasado, como trabajadores o consejeros, personas como Alfredo Sáenz, Pedro Luis Uriarte o José Antonio Ardanza, tuvo su punto de inflexión en el citado 1992, al tocar fondo con una suspensión de pagos con un pasivo de 18.900 millones de pesetas y con 1.200 trabajadores en plantilla.
Aunque los trabajadores pasaron momentos muy complicados nunca pensaron en el cierre. "Teníamos esperanza porque hacíamos bien lo nuestro y aunque éramos conscientes de que la plantilla estaba sobredimensionada pensamos que con menos gente volveríamos a la normalidad", recuerda uno de los jubilados de la empresa.
Tubacex, de la mano de su entonces máximo responsable Esteban Pérez Herrero, se había lanzado en aquellos años a una "extraña", según recuerdan los trabajadores, política de diversificación con casos tan peculiares como la adquisición de obras de arte y de edificios de oficinas en EE.UU. "Nunca entendimos que una acería comprara cuadros de Willem de Kooning, Miró, Julian Schnabel, Tapies etc. Ahora nos suenan de algo porque está el Guggenheim pero entonces...".
La empresa también había intentado entrar por la puerta de atrás en la compañía francesa Vallourec, una filial de Paribas que había sido comprada por su propios directivos. "Era una empresa mucho más grande que la nuestra y los franceses, incluida su comisión de bolsa, se opusieron frontalmente a la entrada de una empresa española no muy boyante. No querían perder eso que ahora llamamos el centro de decisión. En Francia eso no pasaba" destaca otro jubilado.
Lo bueno de la suspensión de pagos es que Tubacex se dejó de sueños de grandeza y de la mano del equipo de Álvaro Videgain, Oscar Negro, Tomás Gastón, Manuel Fernández etc, se centró en hacer mejor lo que sabía hacer: tubos de acero sin soldadura pero, en uno de los aciertos estratégicos de la firma de Llodio, sólo los de mayor valor añadido, los inoxidables. La compañía redujo el volumen de producción en toneladas pero fabricaba y vendía productos tecnológicamente más avanzados y de mayor precio. Así, volvió a los beneficios aprovechando además la recuperación económica que se produjo tras la crisis de 1993. No hay que olvidar, destacan los dirigentes de Tubacex, que el sector del acero, además de intensivo en capital, es cíclico y hay que aprovechar las épocas de vacas gordas para guardar, como las hormigas, para el invierno.
Para marcar aún más su apuesta por el inoxidable, Tubacex, segregó sus activos industriales y creó la sociedad TTI, Tubacex Tubos Inoxidables, con 400 personas menos en plantilla. Por su parte, el grupo contaba desde 1978 con su propia acería, la filial Aceralava, para el suministro de materia prima.
Todo ello fue posible gracias a un "milagro financiero", -de hecho el presidente de Tubacex, Álvaro Videgain ha señalado más de una vez que "la Virgen de Begoña se nos ha aparecido varias veces" tal vez recordando cuando se consiguió vender una torre en Texas días antes del atentado del 11-S que hundió los precios inmobiliarios en EE.UU.-, como fue el que los accionistas confiasen en el proyecto de hacer una empresa más pequeña, volcada en el inoxidable y el sector internacional, y suscribiesen las ampliaciones de capital, incluida la conversión de buena parte de las obligaciones.
Haciendo tubos de acero inoxidables desde la palanquilla, Tubacex volvió a generar cash-flow positivos tres años después de la suspensión de pagos. Y en 1999, aunque ya estaba en EE.UU., dio el salto definitivo hacia la internacionalización, -la otra pata de su resurgir industrial-, con la compra de la firma austriaca Sber. Hoy en día, la empresa vasca que controla cerca del 20% del mercado mundial en su segmento, exporta cerca del 90% de su producción. Con una apuesta importante por la especialización y la innovación, Tubacex, que dispone de una alianza estratégica con Vallourec, afronta el futuro con optimismo de la mano de un nuevo consejero delegado, Jesús Esmorís.
En el debe quedan también algunos fracasos industriales como el cierre del tren Tranval que sólo servía para aceros al carbono o la apuesta por un novedoso bitubo.
Tubacex también ha tenido que lidiar durante años con supuestas operaciones de fusión con otras compañías del sector, especialmente con la vecina Tubos Reunidos. Ya desde 1980 se hablaba de ello a la espera de la integración de la división de tubos de Babcock. En 1996 llegó a anunciar una integración con Mecánica de la Peña que se rompió antes de concretarse. Los directivos de Tubacex, antes y ahora, guardan silencio pero a la vista de la evolución posterior de Mecapeña, que quebró, se puede intuir dónde estaban los problemas.
En 2006 entró en el accionariado de Tubacex (TX), la familia Iribecampos Uribarren, dueños de Condesa, empresa que también anunció una integración con Tubos Reunidos (TR) que no cuajó, y volvieron los rumores de fusión ya que Condesa podía ser accionista destacado en las dos empresas, TX y TR.
Hoy Tubacex sigue siendo una empresa vasca independiente, con un núcleo duro de accionistas, -con destacada presencia de los dueños de Condesa que tienen el 18%-, que controla cerca del 30% del capital y entre los que está con un 3,2%, Itzarri, el fondo de pensiones de los funcionarios del Gobierno vasco.
15.000 pesetas al mes Los antiguos empleados de la empresa, ya jubilados, recuerdan con nostalgia los 50 años de una compañía que "pagaba muy bien". En el año 1973 un numeroso colectivo de trabajadores del valle de Aiala se incorporaron a las nuevas instalaciones de frío de Amurrio. "Nos pagaban 15.000 pesetas al mes, estaba por encima de lo que se cobraba en las empresas y talleres de la comarca".
Una de las antiguas trabajadoras también recuerda el cambio que supuso pasar de Bilbao, "teníamos las oficinas en la zona de Gran Vía cerca de Loewe", a Llodio. "Nos costó adaptarnos porque al principio a los que íbamos desde Bilbao, los del pueblo que eran mayoría, nos dejaban un poco de lado". Todos coinciden que con los años y dado que la mayoría de los trabajadores eran de la comarca las relaciones fueron buenas salvo en los temas sindicales "a muchos nos costaba entender las guerras entre sindicatos cuando se supone que están para defendernos a los trabajadores, a todos".