Síguenos en redes sociales:

Bitcoin, el tulipán 2.0

La moneda virtual, con base criptográfica y empleada como sistema de pago electrónico en transacciones en el ciberespacio, alcanza un máximo de 266 dólares de cotización en internet antes de desplomarse en apenas unas horas, en lo que los economistas apuntan como una nueva burbuja

Bilbao

L A codicia de los inversores es mayor que su memoria", lanza a modo de recordatorio, como una verdad irrevocable, el economista José Carlos Díez. La cita, que corresponde a un amigo suyo, la emplea el experto para enjuiciar el bitcoin, una misteriosa moneda virtual que se emplea en las transacciones de internet como forma de pago y que actualmente cotiza a 65 dólares después de que hace tres días escalara hasta los 266 dólares según Mt.Gox, el mayor sitio de internet de compraventa de esta moneda, una divisa que no lo es, al menos en su formato tradicional. "Detrás de bitcoin no hay ninguna garantía, ningún organismo que lo respalde", indica Díez, crítico ante la aparición de bitcoin, en la que no cree en absoluto. "Es un timo. Ahora bien, cada uno es libre de invertir su dinero dónde quiera. En eso no entro". De la misma forma que creció el músculo hipertrofiado de bitcoin, vitaminado por la fiebre especuladora, se deshinchó hasta quedarse en los huesos. En una mala tarde, en unas horas, se quedó sin aliento. "Es un mercado del aire", enfatiza Díez, economista jefe de Intermoney.

Convertido en un esqueleto, el bitcoin dejó de cotizar el pasado jueves después de un descalabro mayúsculo, empujada por miles de operaciones que pretendían deshacerse de la moneda apátrida y de un ataque de denegación de servicio (envío masivo de datos a una dirección) al sitio web. En apenas unas horas, el bitcoin perdió casi el 80% de su valor. "Hemos sido víctimas de nuestro propio éxito", explicaron desde Mt. Gox en un comunicado que subrayaba que "la asombrosa cantidad de nuevas cuentas que se han abierto en los últimos días, sumadas a las ya existentes, sumado, además, al número de operaciones recientemente registradas, tuvo un impacto en nuestro sistema y empezó a ralentizarse". El pánico se adueñó del parqué del ciberespacio y las órdenes de venta a punto estuvieron de colapsar el sistema. El comportamiento de la divisa virtual, dicen los expertos, no deja de ser para José Carlos Díez la reproducción de un fenómeno muy antiguo en economía: "Lo de bitcoin no es más que una versión actualizada de la burbuja de los tulipanes".

flores a precio de mansión La de los tulipanes es la primera burbuja financiera que se conoce y que se estudia, el punto de partida de las que vinieron después, "la burbuja de las punto.com, la de la hipotecas subprime, la del ladrillo o ahora la de bitcoin", enmarca el economista. La crisis de las flores, nada que ver con la Revolución de los claveles, ocurrió en Holanda y data de la primera mitad del siglo XVII, cuando el precio de los bulbos creció de tal manera que con apenas un par de ellos se podía adquirir una mansión. Fue una mutación de los tulipanes, introducidos desde Turquía, infectados mediante un virus benigno que los embellecía extraordinariamente, la que originó el delirio y la fiebre especulativa de los holandeses, que vendieron su alma a las flores. A causa del virus, los tulipanes dejaron de ser monocromáticos, se multiplicaron los colores, las rarezas y la burbuja empezó a hincharse. Al calor del exotismo asomaban tulipanes con manchas de vivos colores, con formas de llamas. El precio subió como un cohete espacial.

Hubo quien llegó a pagar 6.000 florines, cuarenta veces el sueldo medio anual de un trabajador, por un solo bulbo. Creyendo la ciudadanía que aquellas flores poseían cualidades mágicas, las compraron compulsivamente para obtener ingentes beneficios con su posterior venta. Frente a semejante demanda, el precio del tulipán alcanzó la estratosfera. No dejaban de ser simples flores, pero su valor equivalía al de un tesoro hasta que un buen día alguien miró a los tulipanes como lo que son, simples flores, y el valor de estos se desplomó. El estallido de la burbuja fue inmediato. Quienes tenían bulbos en esos momentos, comprados a precio de oro, no tuvieron a quién colocar sus flores. Nadie estaba dispuesto a pagar unos precios demenciales. El paisaje no era menos oscuro para los que habían adquirido los tulipanes mediante un contrato de futuros porque estaban obligados a comprarlos a un precio que ya no era el de mercado. Una ruina en la que tuvo que intervenir el gobierno.

Varios siglos después, en el exuberante jardín botánico que es internet, donde caben todas las especies, ha brotado otra variedad de tulipán moderno según sostiene Xavier Sala i Martín, profesor de economía, el bitcoin: una divisa virtual nacida de un logaritmo, de un ejercicio criptográfico patrocinado por Sathosi Nakamoto, probablemente un seudónimo que agrupa a programadores favorables al software libre, en 2009. Se desconoce cualquier referencia sobre Nakamoto, únicamente es visible su creación, una moneda que no lo es, que no respalda ninguna entidad bancaria, gobierno ni banco central en el mundo, y que únicamente es capaz de obtenerse mediante la resolución de los problemas que se plantean, para lo que resulta imprescindible el uso de poderosas computadoras capaces de desencriptar las ecuaciones propuestas, o mediante el pago con dinero real, ya sea con tarjeta de crédito o mediante una transferencia bancaria en el Banco Central de bitcoin, su sitio web.

Programador en la página web española de bitcoin, Eduardo Fernández explicaba en unas declaraciones realizadas en La Vanguardia que "mucho del dinero que manejamos hoy en nuestras cuentas no es dinero físico, son datos. Bitcoin es algo parecido, solo que esa base de datos en la que se refleja quién tiene unos bitcoins, quién tiene otros y cómo se transfieren entre personas, no la controla nadie. Está distribuida en un montón de máquinas en todo el mundo y no hace falta un tercero de confianza que gestione que eso funcione bien". Fernández añade que "en lugar de basarse en la confianza entre entes (gobiernos, bancos centrales, etcétera...), se basa en criptografía y no se necesita más que confiar en que esa criptografía, que al fin y al cabo son matemáticas, va a funcionar bien". Sin embargo, los especuladores también son capaces de derrotar a las ciencias exactas y a la lógica. Es su especialidad.

sistema piramidal "Esto es igual que un sistema piramidal y es muy viejo. Se forrarán unos cuantos, los más listos, los primeros, pero el resto perderá mucho dinero. Me recuerda al tema de los sellos de Fórum Filatélico pero con internet como escenario", expone José Carlos Díez sobre un fenómeno que ha podido tener incidencia en las crisis chipriota según algunos analistas, al convertirse el bitcoin en una moneda refugio a pesar de que su valor real, en ausencia de especuladores, "es próximo a cero", según apunta Sala i Martín, economista, profesor de Economía de la Universidad de Columbia en Nueva York tremendamente escéptico con la divisa. En uno de sus artículos, el economista se cuestiona sobre quiénes son los compradores de bitcoin. "La respuesta es que muy poca gente (...) la gente que los está comprando, son los especuladores que esperan que el precio suba para vender más adelante". El sistema matemático que los produce -cada diez minutos se emiten 25 bitcoin- dejará de hacerlo cuando alcance los 21 millones de unidades, algo que ocurrirá en los próximos años. Mientras tanto se calcula que su valor aproximado en la red es de 1.000 millones de dólares. En la actualidad son algo más de once millones de bitcoin los que circulan libremente por internet a ritmo de logaritmo.

Un tipo de moneda, el bitcoin, que el Financial Times define "como el oro de los frikis de los ordenadores" puesto que su obtención, mediante la resolución de los retos planteados, que van creciendo en dificultad establecida por la propia naturaleza del sistema, es como tirar de pico y pala en la roca en busca de una veta de oro o cribar arena y sedimento en un río para dar con una pepita de oro. "Se mire por dónde se mire, bitcoin no cumple con los preceptos de una moneda, que además de su escasez, pasan por su escasa fluctuación, por la estabilidad. Eso es lo que le da valor. La volatilidad es el peor enemigo y en bitcoin está muy presente. Y evidentemente nadie responde al respecto sobre esas variaciones. No existe ninguna autoridad económica que asegure su valor", argumenta José Carlos Díez. "El problema es de base. Los creadores sostienen que la emisión está controlada y es limitada. Pero se olvidan de la demanda. Es entonces cuando se crea la burbuja. Se han visto sus consecuencias". Los últimos datos que se conocen sobre la cotización de bitcoin corroboran la opinión de Díez y la volatilidad extrema del dinero virtual, inestable como un tulipán.