Mazda incorpora a su repertorio el CX-5, un genuino y moderno SUV (Sport Utility Vehicle) llamado a abrirle las puertas al campo. Es el hermano pequeño del primogénito CX-7; la marca hizo también un experimento que no cuajó con el aparatoso CX-9. El recién llegado mantiene un discurso estético similar, aunque contiene un poco sus proporciones (mide 4,55 de uno a otro parachoques) para encajar en la talla de los modelos con mejor aceptación. Los rivales a los que se enfrenta forman casi una legión liderada por el Qashqai, de la que forman parte el Rav4, el Tiguan, el Kuga, el ix35, el Sportage, el Koleos, el CR-V, el Captiva, etc.
El candidato, cuya imagen hace gala de un indudable encanto, viste una estilizada carrocería de cinco puertas. Este envase es capaz de acoger a cinco adultos con una notable cantidad de bultos (el portaequipajes tiene 463 litros). Aunque en su diseño original está prevista la posibilidad de transitar por el campo, y para tal fin propone variantes con cuatro ruedas motrices, la absoluta mayoría de compradores de este y de coches similares jamás abandona el asfalto. Por ese motivo el constructor incluye en su oferta alternativas con tracción delantera.
La gama de motores oferta unidades 2.0 de gasolina con 160 y 165 CV y turbodiésel de 2.2 de 150 y 175 CV. Se vinculan a transmisión manual de seis marchas y también ofrecen la posibilidad de automatismo. Mazda contempla dos definiciones de producto. La más sencilla incluye en sus dotaciones seis airbags, asistente de frenada en ciudad, ayuda al arranque en pendiente, control de estabilidad y tracción, control de velocidad, climatizador doble, activación automática de luces y limpiaparabrisas, retrovisores y cuatro elevalunas eléctricos, equipo de sonido, ordenador con pantalla táctil y llantas de aleación. La tarifa del CX-5 discurre de 24.790 a 35.690 euros.