Ea/Muxika

El sector vasco de la madera ha emprendido una cruzada para relanzar su actividad y para conseguirlo pretende potenciar el consumo del pino radiata, insignis, la estrella indiscutible de la industria forestal local. Los procesos de innovación han permitido durante décadas encontrar nuevos usos para esta conífera, pero las empresas madereras tenían hasta ahora la etiqueta de que no llegaban hasta el final, no entregaban un producto acabado sino un elemento secundario utilizado por una industria transformadora.

La empresa vizcaina Egoin (Natxitua-Ea) ha dado ese salto gracias a la I+D+i y protagoniza el reto de la madera al hormigón. Una pugna que también supone el inicio a gran escala de un nuevo modelo de construcción basado en una arquitectura más sostenible. Egoin ha conseguido elaborar paneles contralaminados CLT (Cross Laminated Timber) con pino radiata local, minimizando costes de transporte y abriendo un nuevo campo de negocio en el que ha realizado una fuerte apuesta en plena crisis, que su gerente, Unai Gorroño, ha explicado esta semana a DEIA.

Tras un intenso proceso de inversión e investigación, Egoin empezó el año pasado a fabricar a gran escala paneles contralaminados. Los CLT son básicamente tablas de madera encoladas y prensadas de tal forma que se convierten en un material altamente resistente y versátil. Admiten diferentes acabados y sistemas de aislamiento térmico y acústico. El resultado son edificios diáfanos, libres de columnas.

Pueden utilizarse tanto para paredes interiores y exteriores como para la cubierta, entreplantas o tabique. Cada panel es fabricado a medida en función del diseño que realiza el departamento de ingeniería de la propia empresa, el corazón del desarrollo tecnológico que ha posibilitado que sea el único fabricante de CLT de Francia y de toda la península.

Entre sus ventajas también están los plazos de edificación. Una vez elaborado el proyecto arquitectónico, los diseñadores de Egoin elaboran el patrón de corte que definirá el número de piezas necesarias para levantar el edificio. Una máquina de control numérico, el gran carpintero, recibe los datos a través de un pulso de fibra óptica y uno a uno recorta con precisión milimétrica los elementos.

Con esa técnica depurada la empresas vizcaína entregó en tiempo récord el Ayuntamiento de Ikastegieta. Destinó algo menos de dos meses a la fase de diseño y corte de piezas y cinco días a levantar el edificio, que consta de tres plantas de 476 metros cuadrados cada una. La mecanización del sistema de fabricación de los CLT permite que los tiempos de trabajo no varíen aunque la construcción sea mayor. El mayor edificio construido hasta ahora en el Estado, el Instituto de Tecnología Europa-Bilbao (Digipen) de Zierbena tardó también unos 60 días en salir de la cocina de Egoin aunque ocupa una superficie de 2.500 metros cuadrados, con cuatro plantas.

Construcción en altura Gorroño explica que la construcción con CLT no tiene nada que ver con los paneles de madera utilizados en la edificación de prefabricados, como demuestra que sea posible construir en altura. El potencial es enorme y el arquitecto canadiense Michael Green ha diseñado un edificio de 30 plantas con este tipo de estructura. Cuando se construya se convertirá en el edificio de madera más grande de mundo.

A la hora de explotar las posibilidades de los CLT, el gerente de Egoin apuesta por utilizar esta técnica en viviendas de protección oficial, pisos libres, centros comerciales o escuelas. Considera para ello clave la implicación del Gobierno vasco y también del español a nivel legislativo, obligando a que todas las edificaciones tengan un porcentaje mínimo de madera entre sus elementos constructivos.

La propuesta no es el capricho de un empresario que busca salida para sus productos. "La madera es un sumidero de carbono que minimiza las emisiones de CO2 del edificio. La madera es la base de la construcción sostenible del futuro", afirma Gorroño.

Esta historia de arquitectura verde no arranca sin embargo en Ea, lo hace en el monte hace 35 años. El tronco del pino radiata empieza a acorcharse en torno a las cuatro décadas de vida, la madera pierde calidad y es necesario talarlo antes de ese momento.

Las plantaciones de pino de la CAV tienen un ritmo de recuperación de 1.500.0000 metros cúbicos al año, pero tan solo se talan unos 900.000 metros cúbicos. Hay un importante excedente que se puede echar a perder sino se potencia la industria maderera. El margen de mejora es notable ya que en la CAV se consume 0,5 metros cuadrados de madera por habitante y año. Un tercio de la media Europea y a años luz del nivel de países con gran conciencia ecológica como Suecia (4 metros) o Finlandia (7,7).

ebaki, el corte Ebaki, en Muxika, es uno de los principales proveedores de madera de Egoin. Su gerente, Eduardo Márquez, explica que todos los troncos que entran en las instalaciones procede de bosques con certificado de gestión sostenible. Cada conductor de camión muestra antes de descargar el documento sellado por la Diputación de Bizkaia que demuestra la trazabilidad de la madera, su procedencia de un bosque gestionado con criterios medioambientales; donde se planta un pino por cada tronco talado.

Los paneles contralaminados tienen otra vertiente ecológica, el aprovechamiento de prácticamente todo el tronco en el corte. Los tablones se envían a Egoin y con la corteza y el serrín se elaboran en Ebaki pellets y biomasa que son reutilizados en los hornos de secado de la madera. Con las astillas se elabora pasta de papel. En definitiva, el ciclo productivo se cierra sin dejar apenas rastro en forma de residuos y con un balance casi neutro de emisiones.

El proceso de corte está totalmente informatizado para lograr el mayor rendimiento de la materia prima. Los encargados de realizar esa labor trabajan provistos de una gafas de visión artificial para elegir los patrones de corte más adecuados tanto desde el punto de vista geométrico como de ahorro energético.

La Mesa Intersectorial de la Madera (Mime) confía en que se produzca una revolución ecológica que impulse la fabricación de casas de madera. El cambio será lento y deberá vencer muchas resistencias, entre ellas la estética. Sin embargo, el acabado de un edificio elaborado con CLT no tiene porque ser de madera, hay varias opciones de revestimiento para que el edificio se asemeje a uno de hormigón. Lo importante es que la construcción respire y para ello debe llevar la madera en la piel o solo en el alma.