Victoriano y yo hemos compartido muchas vicisitudes a lo largo de los últimos 24 años. Juntos hemos vivido múltiples circunstancias y acontecimientos, unas veces favorables y otras adversos, que nos han marcado como personas y como profesionales. Han sido cinco lustros de colaboración y de esfuerzo conjunto en un proyecto tan cargado de esperanzas como de realidades; y también años de verdadera amistad. Porque Victoriano Susperregui, que el próximo miércoles -después de 28 años-, finaliza su mandato como presidente de Elkargi, ha sido, es y será un gran amigo.

Recibí una llamada telefónica de Victoriano una tarde del mes de julio de 1988. Él era presidente de Elkargi y sabía de su vinculación con Adegi, organización de la que yo había sido secretario general, y de su brillante actividad profesional y empresarial en Muebles Xey; pero no mucho más. Varios días después nos encontramos en la cafetería del Hotel de Londres, frente a una playa de La Concha abarrotada de gente.

Recuerdo que aquel verano de 1988 fue especialmente tormentoso, climatológica y políticamente hablando: a la tempestad en la atmósfera se unían los espesos nubarrones que se cernían sobre el este de Europa, con huelgas en Polonia que anunciaban el fin de la Guerra Fría, la caída del bloque soviético y, poco después, del Muro de Berlín. También me acuerdo de que, no lejos de allí, Perico Delgado estaba a punto de ganar el Tour, con todo un Miguel Indurain de gregario de lujo.

Fue entonces cuando Victoriano Susperregui, que había asumido la presidencia de Elkargi en 1984, me propuso ser consejero delegado de la sociedad. Yo conocía bien la figura de las Sociedades de Garantía Recíproca, porque había formado parte del equipo que, desde Adegi, impulsó en 1980 el nacimiento de Elkargi. Por eso sus palabras se centraron en el futuro, en las nuevas iniciativas que habría que poner en marcha, para desarrollar una SGR que fuera referente para las pymes, y no solo en el País Vasco. Reconozco que sus palabras suscitaron en mí dos sensaciones que inmediatamente se impusieron sobre el resto: ilusión y confianza.

El proyecto me motivaba enormemente, y la persona que tenía enfrente me inspiró una gran seguridad. El tiempo ha confirmado con creces la certeza de ambas apreciaciones. Allí iniciamos una estrecha colaboración, y aquel momento supuso el inicio de una gran amistad.

Durante estos 24 años he recorrido un largo camino junto a él, a lo largo del cual hemos vivido desde primera línea algunos de los acontecimientos que han marcado la historia sociopolítica y económica del país. Después de la gran crisis de finales de la década de los 70 y principios de la de los 80, asistimos al desarme arancelario y a la entrada en Europa, recibimos al euro, fuimos testigos de los años de bonanza y crecimiento económico y, ahora, sufrimos también esta crisis económica y financiera sin precedentes que afecta a un mundo cada vez más globalizado.

También hemos presenciado, esta vez desde un papel protagonista, la consolidación de Elkargi y la positiva evolución de sus principales parámetros de actividad: empresas socias, avales formalizados, riesgo en vigor, recursos propios, beneficios, solvencia, servicios de consultoría y de formación financiera? Y puedo asegurar, sin riesgo a equivocarme, que la aportación de Victoriano Susperregui a la consecución de esos logros ha sido fundamental.

Con su capacidad de trabajo e implicación, ha apoyado a lo largo de todos estos años las permanentes adaptaciones que Elkargi ha tenido que realizar para afrontar los nuevos escenarios. Victoriano siempre ha tenido capacidad de pensar en positivo, de aunar voluntades y de mantener la cohesión de la sociedad. Y para ello se ha sustentado en un modelo que combina la flexibilidad con la firmeza. Flexibilidad necesaria para afrontar esos nuevos escenarios, y firmeza a la hora de mantener inalterables los principios y valores que han soportado un funcionamiento basado en la independencia de actuación, de cara a evitar posibles tensiones y distorsiones que pudieran afectar a las decisiones, tanto en relación a los riesgos asumidos como a la estrategia de la sociedad. Esa ha sido la filosofía que ha inspirado su actuación al frente de Elkargi, el legado que nos ha dejado.

Victoriano Susperregui simboliza el perfil y el espíritu del empresario vasco. Su figura sintetiza muchas trayectorias vitales de personas que han contribuido al desarrollo económico y social del País Vasco. Años de trabajo en la empresa, responsabilidades empresariales y asociativas, y apoyo a los proyectos de país.

Durante estos 24 años he trabajado codo con codo con Victoriano. Hemos formado un tándem que se ha complementado a la perfección. La cohesión entre ambos ha sido total. Y ahora, cuando está a punto de iniciar una nueva etapa en su vida, cuando el próximo miércoles día 28 ceda la presidencia de Elkargi, ahora me gustaría desde este medio y con estas líneas realizar un reconocimiento público de su figura, de su trayectoria y de su aportación profesional y vital.

Victoriano ha sido un gran presidente, pero además ha sido, es y será un gran amigo. Eso es algo que seguirá siendo siempre así. Porque, como dijo el poeta, "amistades que son ciertas, nadie las puede turbar". Gracias, Victoriano. Eskerrik asko.