Más abstenciones que votos a favor en la aprobación del decreto de la reforma laboral. El Gobierno español ha vuelto a quedarse solo en la aprobación de un decreto ley. Como ocurrió en la votación de la norma de los recortes, ayer, los socialistas fueron los únicos que votaron a favor de esta reforma laboral que no ha convencido en absoluto a la oposición. PP y CiU esperaron a la mañana de ayer para desvelar el sentido de su voto, aunque su posición era ya previsible. La abstención de estos dos grupos sumada a la que ya había anunciado el PNV, ha permitido respirar de alivio a un José Luis Rodríguez Zapatero vigilado por Europa. Pero las abstenciones de estos grupos, a las que hay que sumar las de CC, UPyD y UPN, han ido acompañadas de una crítica feroz. Todos consideran que la reforma laboral tiene mil carencias, y por ello ayer la Cámara al completo votó a favor de tramitarla como proyecto de ley, algo que permitirá a los grupos introducir los cambios que consideren necesarios para mejorar esta reforma. En cualquier caso, el portavoz de CiU, Josep Antoni Durán i Lleida, lo dejó claro la mañana de ayer en rueda de prensa: "esta reforma laboral es responsabilidad del Gobierno".
Y es que, que la norma se tramite como proyecto de ley da la oportunidad a los partidos de participar en la mejora de esta reforma laboral, pero también permite al Gobierno repartir responsabilidades en la puesta en marcha de una reforma que nace bajo la mirada desaprobadora de los agentes sociales.
Pero además, el PSOE se encontró ayer con el amargo trago de la disidencia en sus propias filas, ya que, el diputado socialista, Antonio Gutiérrez, que fue secretario general de CC.OO., se abstuvo en la votación, como ya anunció que haría.
Ahora queda por saber hasta qué punto permitirá el Ejecutivo socialista a los partidos introducir cambios. El portavoz del PNV, Josu Erkoreka, en los pasillos de la Cámara Baja, a preguntas de los periodistas, planteaba ayer por la mañana la necesidad de que el gabinete de Zapatero estuviera realmente abierto a acuerdos."Debiera haber margen para el entendimientos si el Gobierno tiene voluntad real de alcanzar acuerdos. Si nos los hay, el Gobierno habrá permitido su tramitación como proyecto de ley pero sin auténtica voluntad de acuerdo", explicó el diputado jeltzale.
En la sesión plenaria de ayer, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, fue el encargado de defender el decreto ley. Defendió la reforma laboral aprobada por el Gobierno porque, a su juicio, beneficiará directamente a los ocho millones de españoles en paro o con contrato temporal, sin "merma de derechos" para los once millones con contrato estable. Corbacho defendió también que esta reforma no supone un abaratamiento del despido, que es precisamente de lo que se acusa al decreto desde el resto de formaciones políticas.
El diputado de ICV, Joan Herrera, aseguró que el de ayer era "un día histórico, ya que es el día en que esta Cámara va a abaratar el despido", y tachó a la reforma de "muy desequilibrada". La portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, que curiosamente fue la encargada de defender la postura de su partido, en lugar de Mariano Rajoy o Cristóbal Montoro, destacó la "soledad política" y el "aislamiento social" del Gobierno socialista. Saénz de Santamaría afirmó además que "esta reforma es un fracaso anticipado y anunciado" y añadió que "el decreto del Gobierno no está pensado para contratar, sino para despedir".
Por su parte, el diputado del PNV, Emilio Olabarria, afirmó en su intervención que "la reforma laboral es necesaria, pero este real decreto está mal enfocado" y por ello anunció que su grupo político prepararía "un buen paquete de enmiendas" durante su tramitación como proyecto de ley. Así, Olabarria advirtió de que si no se corrigen "los desequilibrios de la reforma, se puede producir un aumento de la dualidad del mercado de trabajo, un aumento del número de contratos temporales, un incremento del encadenamiento de trabajadores desempeñando el mismo puesto de trabajo y que resulte más fácil y barato despedir".
El diputado de CiU, Carles Campuzano, incidió en que la reforma "no supone una revolución del sistema de relaciones laborales" y dijo que "quedan aspectos sustanciales a debatir" como, por ejemplo, mejorar la flexibilidad interna de las empresas o las políticas de formación.
El diputado de ERC, Joan Ridao, fue uno de los más contundentes en su intervención. "Esta reforma es muy del estilo ZP", afirmó el catalán. "Es una reforma que parece una cosa por fuera, pero si arañas, arañas, es otra cosa por dentro", añadió. "Esta es una reforma embudo: la parte ancha es para el despido y la parte más estrechita para la creación de empleo", aseguró. En definitiva, la mayoría de los grupos trazaron argumentos en los que criticaban a la reforma por abaratar el despido y por no ser generadora de empleo.
Pero la reforma laboral no se queda aquí. La Cámara dio luz verde por unanimidad a que la reforma se tramite como proyecto de ley por lo que el texto del Gobierno puede experimentar notables cambios. Se abre ahora otro tiempo para el debate, la negociación y la presentación de enmiendas, trámite que el Gobierno ya ha advertido que debe hacerse lo más rápidamente posible.
Parece que el Gobierno ya comienza a hacer los primeros movimientos en este nuevo tiempo de negociaciones. Ayer, tras el debate de la reforma, cuando aún no había tenido lugar la votación, Rodríguez Zapatero y Joan Ridao charlaron sobre el asunto en uno de los salones aledaños al hemiciclo. Según palabras de Ridao, el presidente del Gobierno español le habría reconocido que hay "cosas que no están bien y que habrá que cambiar".
Zapatero, a preguntas de los periodistas, se limitó a responder con un escueto "hay que trabajar", antes de que la Cámara permitiera la convalidación de este decreto ley.