BILBAO

EL sindicalismo no está de moda, al menos el aburguesado sindicalismo español representado por UGT y CC.OO., pero la necesidad de los trabajadores de organizarse colectivamente en defensa de sus derechos, que vienen a ser los de la mayoría de la sociedad dado que configuran el estamento más numeroso de la misma, se muestra más importante que nunca en medio de una crisis grandiosa cuyos responsables últimos, y primeros, son la banca y la especulación, y los paganos de la factura, vía desempleo y recorte de derechos y prestaciones sociales, los citados trabajadores.

Algunos colectivos de trabajadores van más allá de la mera defensa de sus intereses particulares en las empresas y viven la utopía de creer que otro modelo de sociedad es posible. El sindicalismo anarquista, minoritario al extremo, salvo excepciones puntuales, en esta época, sigue agitando al viento las banderas rojinegras, cien años después de su fundación. Y Euskadi no será ajeno a la conmemoración del centenario.

Dividido en dos organizaciones: la original CNT y la escindida CGT, -que curiosamente es la que mayor fuerza sindical tiene a nivel de elecciones y la que funciona con un planteamiento más organizado y ortodoxo en las empresas-, su fuerza vasca se concentra principalmente en Gasteiz, pero será Bilbao la que acoja desde mañana lunes 26 de abril hasta el 2 de mayo, en una carpa instalada en El Arenal, diversos actos de CNT que incluyen conferencias, presentaciones de libros, exposiciones fotográficas y cinematográficas para celebrar los primeros cien años de anarcosindicalismo.

Desde 1910

Organización obrera

El día 1 de noviembre de 1910, en el local barcelonés del Círculo de Bellas Artes, quedó constituida la CNT (Confederación Nacional del Trabajo). Bajo los históricos colores rojinegros, esta organización, heredera de la regional española de la 1ª Internacional (1870), nació del propio seno del Movimiento Obrero como la primera organización sindical autónoma, independiente de los partidos políticos, en el Estado español.

Asumiendo el lema internacionalista "la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos, o no será", la CNT se reconoce por su oposición al poder a lo largo de los tiempos y reinvindica en su tradición procesos históricos como la Revolución Francesa, que, según fuentes de CNT, fue el germen de uno de los procesos históricos en los que la humanidad avanzó por la senda de la libertad, la justicia, la igualdad, la dignidad y el progreso, los valores que afirma defender el sindicalismo anarquista.

La CNT inició su andadura sobre las bases de crear una organización obrera independiente de los poderes políticos, religiosos y económicos, -algo de lo que no puede presumir hoy en día gran parte del sindicalismo mayoritario español-, como condición indispensable para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores hasta el fin de la explotación. En pocos años aglutinó la mayoría del movimiento obrero español, con especial fuerza en Cataluña y Aragón, consiguiendo, según la CNT, notables conquistas sociales y económicas.

La jornada laboral de ocho horas diarias, la jornada semanal de treinta y seis horas, la erradicación del trabajo infantil, la igualdad de la mujer y la incorporación a los quehaceres diarios de valores como la solidaridad, el federalismo, la ecología, el feminismo, el amor libre, el antimilitarismo y el ateísmo, valores hoy de actualidad, son parte de ese legado que alcanzó su cénit en la revolución de 1936, cuando la utopía -el llamado comunismo libertario- se convirtió en modo de vida cotidiano de todos los territorios liberados antes de la victoria franquista en la guerra civil española finalizada en 1939.

Tras los años de represión y exilio, el sindicalismo anarquista, mayoritario junto a UGT en los años 30 del siglo pasado, no volvió con la Transición de 1977, de la que abominan, a la fuerza anterior e incluso sufrió una dolorosa escisión entre los históricos CNT y la nueva, y más pujante, CGT. No obstante, sus cien años de historia siguen presentes.