Las fundaciones Hope Acción Climática y Life Terra han puesto en marcha en la localidad de Soto del Real (Madrid) su primer bosque comestible, una iniciativa que además de ayudar a mejorar la calidad del aire y frenar el cambio climático, dará alimento a los vecinos y servirá de aula de la naturaleza.

El bosque se ha iniciado con la plantación de un centenar de árboles y arbustos entre nogales, avellanos, olivos, almendros, manzanos, perales, higueras, cerezos, majuelo, rosal silvestre o aromáticas.

Además de generar alimentos saludables, aportará beneficios como la purificación del aire y del agua, mejora de la calidad del suelo y aumento de la biodiversidad; y servirá de aula de naturaleza en la que aprender sobre los servicios ecosistémicos, las propiedades de las plantas o la importancia de la producción de proximidad.

“Unidos podemos cambiar conciencias. Que hayan participado tantos niños en la primera fase del bosque muestra el gran interés de los padres por tener un impacto local”, según indico a Efe Sven Kallen, fundador de Life Terra, proyecto cofinanciado con fondos europeos que persigue plantar 500 millones de árboles, uno por cada ciudadano de la Unión Europea.

Jardín de alimentos 

Un bosque comestible, también denominado jardín de alimentos o jardín forestal, es un sistema agroforestal que imita la estructura arquitectónica y funcional de un bosque natural, utilizando plantas autóctonas y alóctonas ( las que no son nativas de una zona o región determinada, sino que proceden de otras áreas fitogeográficas) , que directa o indirectamente nos benefician a los humanos. 

Los bosques comestibles representan la mejor forma de aunar el saber ancestral y el científico para crear sistemas productivos agroforestales, además son sin duda una gran oportunidad para aumentar la producción mundial de alimentos a la vez que regeneramos los suelos, con todos los beneficios que esto supone.

Uno de los tipos de bosque comestible.

Los bosques comestibles son una poderosa herramienta de cambio en muchísimos sentidos. Al estar diseñados teniendo a los bosques naturales como ecosistema a imitar, potencian la biodiversidad, aportan comida y otras materias primas (medicinas, madera, forraje, especias) además de ser un gran sumidero de dióxido de carbono y una de las mejores herramientas de lucha contra el cambio climático.

Son sistemas de bajo mantenimiento en comparación con su posible producción y la energía que se invierte siempre es devuelta con creces, al contrario de lo que ocurre en la agricultura industrial que solo es posible gracias a la energía de los combustibles fósiles y a la sobreexplotación de recursos naturales.