Pese a las voces que cada día advierten del peligro del cambio climático, las emisiones de gases de efecto invernadero, como es el dióxido de carbono, ni cesan ni disminuyen. Una situación que, día tras día, pone en jaque a nuestro planeta y lo destruye con paso firme y constante.

Pese a las malas noticias, casi siempre existe algún resquicio por el que asoman hallazgos en forma de esperanza. El último le ha hecho un grupo de científicos de la Universidad de Montreal, en Canadá, que ha revelado que los microbios de las profundidades marinas se podrían utilizar para capturar el carbono y transformarlo en "moléculas más estables".

Los biólogos marinos conocían desde hace mucho tiempo el poder de los microbios para transformar el carbono liberado por el fitoplancton superficial en moléculas más estables. Pero, ¿qué sucede cuando ese carbono llega a partes más profundas del océano, a miles de metros de profundidad? Esta es la pregunta que se hicieron los científicos de Montreal.

Y la respuesta ha resultado ser una buena noticia para la lucha global contra el cambio climático: "Los microbios de las profundidades marinas podrían ser una gran herramienta para neutralizar las moléculas de carbono y almacenarlas, durante milenios, donde no puedan hacer ningún daño".

Un iceberg en el mar de Labrador, en el océano Atlántico Norte. Freepik

En palabras de Richard LaBrie, un estudiante de posgrado de la Universidad de Montreal que hizo este hallazgo tras una serie de experimentos de laboratorio, “las comunidades microbianas que viven en las capas más profundas del océano podrían estar mejor equipadas para transformar el carbono de la superficie en moléculas únicas y más estables”.

Las razones están basadas en que “estos microbios únicos están acostumbrados a vivir en condiciones duras. La pregunta entonces es si podrían secuestrar carbono en las profundidades del océano durante siglos, ayudando en la lucha contra el cambio climático. Y la respuesta es sí”.

La clave está en los 'remolinos profundos'

Otro de los interrogantes a los que contestaron los expertos fue: “¿Puede el carbono de la superficie llegar a los microbios en las profundidades del océano?”. Y la respuesta también fue afirmativa. El estudio constató que existe un fenómeno natural en aguas canadienses, frente a la costa atlántica en el mar de Labrador, donde tiene lugar “un tipo de mezcla habitual en invierno”.

Año tras año, el agua superficial normalmente se mezcla entre los 500 y los 1.500 metros, llegando en algunos casos a una profundidad de 2.500 metros. Y cuando lo hace, transporta carbono desde la superficie a estas diferentes capas para encontrarse con los microbios que flotan debajo.

Al igual que las tuberías en la superficie de la Tierra, el resultado es un ambiente fértil con un enorme potencial para convertir el carbono en algo mucho menos problemático, dicen los investigadores de la Universidad de Montreal. Y la mezcla puede ocurrir de maneras mucho más pequeñas y rutinarias, agregan: a través de fenómenos llamados remolinos.

"Los remolinos son como tornados en el océano, y pueden ocurrir tanto en la superficie como en las profundidades del océano, conectando diferentes capas oceánicas", explicó Maranger, quien con LaBrie observó de primera mano en el Mar de Labrador una serie de remolinos profundos que mezclan aguas desde alrededor de 2.000 a 1.500 metros. Cuando ocurren estos eventos, los microbios encuentran diferentes tipos de carbono y comienzan a alimentarse de él.