Diego Beaskoetxea (Miami, 1981) volvió de Estados Unidos en febrero y estuvo cerca de un mes sin tocar la cesta. Poco después, las instituciones declararon la pandemia y saltó por los aires la crisis sanitaria del coronavirus covid-19, lo que generó un confinamiento global inopinado. El delantero de Gernika-Lumo acababa de contratar a un preparador físico. Eso le animó las primeras jornadas de barbecho. “Cada dos semanas fuimos variando la rutina de los ejercicios que hacía en casa”, declara el puntillero, vencedor del curso pasado del prestigioso Grand Slam del municipio foral, integrado dentro del Jai Alai World Tour. Aquel enfrentamiento en la élite se desarrolló en un emplazamiento hasta la bandera y 2.000 gargantas afilándose con la especialidad de pelota más veloz del mundo. Ahora, la película ha cambiado: el futuro a corto plazo es una incógnita, pero Beaskoetxea ve una “oportunidad”.“Empecé fuerte la preparación dentro de casa, pero después se me fue haciendo cuesta arriba. No es fácil estar tanto tiempo encerrado. Las últimas semanas fueron duras. Sientes cierta falta de motivación. Sin embargo, comenzar fuerte me ayudó a no coger peso y a estar en buenas condiciones”, relata Diego, quien aprovechó para establecer una rutina de cuatro sesiones de físico semanales. “Tras pasar casi un mes sin entrenar, tampoco podía comenzar excesivamente fuerte. Tocó comprar material por internet y adaptarse a la situación”, recita el delantero de Gernika. Con todo, el trabajo realizado ha servido para “sentirse fuerte dentro de la cancha”. “Aunque no es lo mismo hacer sesiones de fuerza que de carrera, que luego te duele todo, me he encontrado bien a la hora de volver a la cancha”, determina el vizcaino.

El retorno de Beaskoetxea a la actividad se produjo cuando se dio a los pelotaris profesionales el permiso para acercarse a la cancha. Por una razón: “Empecé a correr cuando se permitió salir en las horas acotadas, pero había demasiada gente en la calle”. Así, al iniciar de nuevo su trabajo técnico, Diego sintió los rigores en el brazo. “La cesta es distinta a cualquier trabajo que se pueda hacer con pesas debido al material, al peso de la pelota y a la propia cesta. Me ha costado dos semanas poder soltarle a gusto. Es lo normal”, declara el puntista foral, quien agrega que “el movimiento hacia atrás es complicado de emular con otro tipo de herramientas”. Así las cosas, pelotaris como Xabier Barandika o Unai Lekerika -enrolados en Dania Jai Alai- ya están ensayando junto a Diego. “Estoy ilusionado”, explica el vizcaino.

En ese ambiente postcovid-19, Beaskoetxea tomará además el guante de su padre Gonzalo, responsable de la escuela gernikarra, una de las más prolíficas del panorama. Diego se encargará del club a partir de este mes, cuando se jubile Gonzalo. “Estoy contento con este paso. Los últimos quince años -en los que el pelotari estuvo jugando en Estados Unidos- venía en verano y pasaba los meses en Gernika, echando una mano. Sabía que tarde o temprano tendría que hacerlo. Al final, hay que ser conscientes de que no es lo mismo estar con los chavales con 35 o 40 años que con 65. Hacía falta un relevo en el pueblo y ha coincidido todo”, recita Beaskoetxea. Un testigo generacional.

Una “oportunidad” para el JAWT

Por otro lado, desde las empresas profesionales de Hegoalde se desliza que la temporada estival se verá cambiada por los rigores de la pandemia del coronavirus covid-19. Las restricciones de público golpean duro a las modalidades en las que es esencial el taquillaje. Julio y agosto parecen meses que quedarán yermos. “Puede ser una portunidad para la cesta, ya que puede servir para sacar la actividad estival a otra época del año. Durante esos meses se suelen jugar todas las competiciones a la vez y es difícil afrontarlas como pelotari”, admite el puntillero gernikarra, quien desvela que “vamos a tener la opción de ver si el Jai Alai World Tour puede funcionar en otoño e invierno y, así, comprobar si se puede ampliar la temporada en los próximos años”.

El vizcaino señala que “el público tiene ganas de ver pelota”. “Hay frontones como el Jostaldi de Hondarribia, que se nutre mucho del turismo del verano, o el Jai Alai de Gernika, cuya actividad en agosto es grande, que quizás lo tendrían peor; sin embargo, creo que se podría utilizar otros municipios, como Markina-Xemein, en los que puede funcionar el Circuito”, finaliza Beaskoetxea.