Profesionales defienden su deporte tras la indignación que provocó su inclusión en el programa olímpico

ARA el vecino de a pie, el break dance es un baile. Pero para sus adeptos, es mucho más que eso. Es danza, exigencia y cultura. Es deporte en mayúsculas. Desde que el Comité Olímpico Internacional (COI) anunció que el break dance formaría parte de su programa en la próxima cita de París, el debate sobre si es necesario incorporar disciplinas urbanas para modernizar los Juegos se encuentra sobre la mesa. Deportes como la escalada, el skate o el surf debutarán ya en Tokio; sin embargo, es la inclusión del break dance para la edición de 2024 la que ha levantado verdaderas ampollas puesto que acabará con especialidades olímpicas tradicionales como los 50 kilómetros marcha, el kárate o el béisbol. Con todo, los aficionados y profesionales del break dance no solo aplauden la decisión del COI, sino que defienden que su disciplina traspasa las fronteras del baile y entra de lleno en el territorio del deporte. "Todo lo que tenga que ver con la cultura de hip hop es algo que requiere de un esfuerzo físico considerable y mucha constancia. La gente que se dedica al mundo de la danza, no solo al break, tiene un nivel de exigencia tanto o más que un deportista profesional", explica Diego Guerrero, profesor en la escuela de baile Dena Bilbao.

De hecho, Guerrero considera que la controversia viene dada por el desconocimiento que la población tiene sobre el break dance: "La gente ignora en qué consiste, entonces es normal que se cree esta polémica. Pero en cuanto llegue 2024 y vea lo que es, se dará cuenta de la exigencia que requiere y de por qué ha entrado en el programa olímpico". Es más, este profesor cree que su deporte tiene muchas similitudes con la gimnasia artística, una de las disciplinas más exigentes de los Juegos Olímpicos: "La mayoría de los movimientos que tiene el break dance son artísticos, por eso hay mucha gente de gimnasia que acaba practicando break. Ambos deportes tienen mucha variedad de movimientos y muchos de ellos en común; y una exigencia física muy elevada". Por ello, a pesar de la indignación que ha levantado, Guerrero esperaba con ansia la decisión del COI desde que en 2016 el comité internacional anunciara su intención de testear este deporte para próximas ediciones olímpicas: "La verdad es que no me ha pillado por sorpresa, pero tampoco sabíamos si iba a conseguir ser olímpico por todas las quejas que estaba habiendo. Es obvio que iba a acabar pasando porque vamos evolucionando; pero aún así nos hace muchísima ilusión y esperamos que ayude a que la gente de la importancia que se merece a esta cultura urbana y a esta danza porque el break dance no es solo un deporte".

Este profesor habla bien del nivel de los bboy ?nombre con el que se conoce a estos bailarines urbanos? vascos y afirma que la salud de su deporte en Euskadi es más que buena: "Aquí siempre ha habido mucha cultura urbana, pero en mi época éramos autodidactas. Veíamos vídeos y practicábamos con los amigos en la calle. Ahora hemos conseguido que se enseñe break dance en la escuela y de forma segura, lo que ha hecho que llegue a muchísima más gente". Sin embargo, Guerrero admite que Euskadi todavía está muy lejos de las grandes potencias mundiales que llevan muchísima delantera: "Francia es un país con unos breakers muy profesionales y muy buenos, Japón y Corea son competidores duros y pueden quedar en buenas posiciones; y Estados Unidos por supuesto que también hay que tenerla en cuenta, al fin y al cabo toda esta cultura nación en los 70 en las calles de sus barrios marginales".