Justin Thomas vuelve a ser número 1 del mundo de golf. El jugador de Kentucky regresa a una posición en la que ya estuvo durante cuatro semanas en 2018 a costa de Jon Rahm, que solo ha podido disfrutar catorce días en la cima. Uno de los supuestos que podían desbancar al de Barrika se cumplió en el WGC FedEx St. Jude de Memphis: el estadounidense ganó en un final más apretado de lo que indican los tres golpes de ventaja sobre los segundos clasificados y Rahm no pudo acabar entre los catorce primeros. Con ello, una diferencia estrechísima de 118 milésimas en la intrincada puntuación del ranking mundial puso al golfista de Kentucky por delante esta semana.

Pero la igualdad es máxima y todo puede cambiar cuando el domingo acabe el PGA Championship. Cinco jugadores tienen opciones de salir de San Francisco como números 1, entre ellos el propio Rahm, que necesita acabar en Harding Park mejor que un vigesimotercer puesto empatado con otro jugador para desbancar de nuevo a Thomas. Así de apretadas están las cosas en un deporte que en el campo se decide por márgenes estrechísimos, lo que no significa que el puesto del golfista de 27 años, profesiona desde 2013, sea inmerecido ya que su victoria en Memphis supone su decimotercera en el PGA Tour y le convierte en el tercer jugador más joven que alcanza esa cifra, solo por detrás de Tiger Woods y Jack Nicklaus. Palabras mayores. Además, Justin Thomas suma ya tres títulos en esta fraccionada campaña y su ventaja al frente de la FedEx Cup es muy sólida.

Hace tres semanas, dejó escapar el Workday Charity cuando llevaba tres golpes de ventaja a falta de tres hoyos y el domingo no se permitió más fallos en el TPC Southwind. Porqué no decirlo, en el tramo final tuvo algo de suerte, sobre todo en el hoyo 15 cuando un golpe de salida que iba hacia el agua frenó su vuelo en el camino y acabó en posición franca para buscar la bandera y el birdie. Luego, salió de entre los árboles para hacer otro birdie en el 16 y colocarse en ventaja sobre Brooks Koepka, que cuando jugaba en el 18 para poder forzar el play-off mandó su bola al agua y entregó el título en bandeja a Thomas.

En lo que respecta a Jon Rahm, que cayó al décimo puesto en la FedEx Cup, nada que objetar desde el momento en que cuando acabó su cuarta vuelta dejó de depender de sí mismo. El barrikoztarra ya dijo al llegar a Memphis que hay diez o doce jugadores que pueden llegar al número 1 en cuanto enganchen una racha de buenos resultados. No existe un dominador claro como lo fue Tiger Woods durante más de una década y cada semana se confirma. Ya no es que Thomas tenga un palmarés importante, que incluye un major, dos Campeonatos del Mundo-WGC y una FedEx Cup, con solo 27 años. Es que Phil Mickelson, que ya ha cumplido 50 años, sea capaz de acabar segundo en Memphis. O que Colin Morikawa, con solo 23 años, le levantara ese título de Workday a Thomas en apenas un año de experiencia como profesional. O que Brendon Todd y Michael Thompson, dos jugadores de la amplísima clase media del PGA Tour, hayan vuelto a ganar en el circuito con 35 años y tras varios de sequía. O que en el Circuito Europeo, los dos primeros ganadores tras el confinamiento, Renato Paratore y Sam Horsfield, tengan solo 23 años también.

Por tanto, en este contexto jugar mal una semana y que eso suponga perder el número 1 del mundo no debe suponer ningún drama. El golf no se detiene, si no es por el coronavirus, y da oportunidades cada semana. La de Jon Rahm está ahora en San Francisco, donde puede saltar de nuevo esa mínima barrera que separa al que dicen los números que es el mejor de todos los demás.