El deporte vive un momento atípico y no solo los deportistas deben adaptarse a las restricciones impuestas por la crisis creada por el coronavirus. Los aficionados también tienen que cambiar sus costumbres a la hora de presenciar las competiciones y animar a sus equipos de una manera diferente. El remo no es ajeno a todo esto y, a pesar de disputarse en el exterior, también debe amoldarse al nuevo escenario. La ACT desembarcó ayer en Zierbena y esa caravana multicolor que convierte en una fiesta las localidades que visita no tuvo las características de siempre, fue más fría, sin el calor del público paseándose por los al rededores o animando a las traineras desde las orillas más cercanas. La música y las voces del speakery los bogadores remaron carentes de ese ánimo especial que les llega desde tierra y les permite dar un plus en los momentos más agónicos.

La principal ausencia en tierra es la de la Fan Zone de la ACT. Puestos de comida, tiendas donde comprar merchandising de los equipos, lugares de juegos para los asistentes… Las regatas eran una fiesta en el agua y también fuera de ella. En Zierbena, al igual que había ocurrido en A Coruña y en Donostia, esas carpas desaparecieron completamente y el público solo pudo ver a las embarcaciones llegar a puerto, ya que no hubo carpa para los espectadores y la pasarela quedó cerrada para limitar el acceso. Mientras, los equipos se repartieron por la zona de desembarque para mantenerse lo más aislados posibles y tener el espacio suficiente para hacer el calentamiento oportuno. Un paisaje diferente en un curso diferente.