Se ha resistido, pero al final la Ryder Cup también ha cedido ante el coronavirus, como todos los grandes eventos deportivos de este año. La PGA of America, la Ryder Cup Europe y el PGA Tour consensuaron y comunicaron ayer la decisión de aplazar a 2021 la edición que debía celebrarse del 25 al 27 de septiembre en suelo estadounidense, en concreto en Whistling Straits, en el estado de Wisconsin. De esta forma, la President’s Cup, el duelo entre Estados Unidos y el resto del mundo, también se desplaza un año en el calendario, a 2022, lo mismo que las siguientes ediciones de la Ryder, que recuperan su ubicación en año impares después de que en 2001 el torneo también fuera aplazado un año por los atentados del 11-S en Nueva York. Así, la siguiente edición en Europa se disputará en 2023 en Roma.

La pandemia sigue lejos de estar controlada en Estados Unidos y cumplir con todas las garantías sanitarias se hace complicado. “Nuestros expertos médicos y las autoridades de Wisconsin no podían darnos la certeza de que sería posible realizar un evento responsablemente con miles de espectadores en septiembre”, apuntan los responsables de la Ryder Cup, que han seguido la opinión de los jugadores en el sentido de que “disputar este torneo sin público no es una opción realista” y han optado por el aplazamiento. La nota conjunta emitida ayer explica también que “al contrario de otros eventos que se pueden disputar en instalaciones ya construidas”, adaptar Whistling Straits a una cita como la Ryder Cup y a las nuevas medidas sanitarias obligaba a hacer unas modificaciones que quizás no fueran suficientes para acoger un evento con público. Incluso se ha descartado la posibilidad de jugar con un aforo limitado.

Los organizadores del torneo han tenido que recibir el visto bueno de los patrocinadores y las cadenas de televisión que emiten el evento, pero esperan poder llevar “la emoción, el drama competitivo y la pasión del público a una audiencia global en 2021”. Todo el mundo entiende esta decisión, que ya se barruntaba desde hace semanas, como la más adecuada ya que, como afirmó en su día Jon Rahm, “no sería justo para Estados Unidos jugar la Ryder sin público ya que ese apoyo puede ser determinante”. “Siendo uno de los grandes espectáculos no sólo del golf, sino del deporte mundial, es mejor posponerlo. Habría sido genial pasar del US Open a la Ryder directamente, pero es una elección inteligente”, ha ratificado el de Barrika en Muirfield Village, donde compite esta semana.

nuevo proceso de selección

Los capitanes también aprueban la medida adoptada. “Ahora podremos ofrecer el año que viene una Ryder Cup como se supone que tiene que ser”, asegura Steve Stricker, natural de Wisconsin. Padraig Harrington, el capitán europeo que debe conducir la defensa del título, piensa que “aplazar la Ryder nunca es una decisión fácil, pero es la correcta dadas las circunstancias. Este torneo se distingue por el ambiente que crean los espectadores y si eso no se puede tener este año, es mejor esperar”.

Por otro lado, aplazar la Ryder Cup llevará a los dos bandos a revisar sus procesos de selección, que también podían haber sido injustos de haberse disputado este año ya que los dos circuitos no están compitiendo al mismo tiempo y eso afecta a la cosecha de puntos por parte de los jugadores. Los organizadores han comunicado también que las entradas adquiridas por los canales oficiales serán válidas para el año que viene y ofrecerán la posibilidad de reembolso a quien no puede hacer uso de ellas.