Bilbao - “El K2 se va a subir en invierno y pronto. Además, se subirá la primera semana de enero o se esperará hasta marzo, pero está claro que se subirá”, aseguró ayer Alex Txikon, 24 horas después de aterrizar en Bilbao. Su intento fallido de coronar la segunda cumbre más alta del mundo en la estación más fría no hace más que alimentar las ansias del alpinista lemoarra, para quien, a pesar de no haber conseguido tocar la cima, la “valoración de la expedición es muy positiva”. “Subir al K2 en invierno roza lo imposible, pero también lo rozaba con el Nanga Parbat y al final se consiguió. Esto es complicado, no llegas y besas el santo. No. Vas y lo primero que tienes que hacer es entender la montaña. Y eso es lo que hemos hecho”, subrayó. Y es que Txikon sabe que lo único que les faltó para tener éxito fue que “el tiempo acompañara, porque nos ha hecho muy malo. El mes de febrero fue pésimo, el viento no nos dio tregua, pero a pesar de ello hicimos una buena cuerda”.

Con todo, Txikon se mostró satisfecho con lo conseguido en su primera expedición invernal a la montaña salvaje. Primero, porque le ha permitido descubrir las posibles fechas en las que se podría atacar la cumbre con más probabilidades de éxito, y segundo, porque su locura de construir iglús resultó ser un acierto absoluto: “No sientes el viento, la temperatura es positiva y constante y, además, duermes bien. No es un descubrimiento porque lleva haciéndose 15.000 años, pero ya se han puesto en contacto con nosotros varios alpinistas polacos para saber su técnica”. Pero, sobre todo, Txikon consideró un éxito su viaje al K2 porque ha podido descifrar cuál es la plan adecuado para hollarlo en invierno: “Si quieres subir al K2 y vivir para contarlo, tienes que ser rápido, ágil y seguir una buena estrategia. La velocidad es clave, junto con un equipo preparado y con experiencia en el lugar”.

El pasado 17 de marzo, Txikon y su equipo se vieron obligados a emprender el camino de vuelta tras “un ataque a la cumbre que fue un ataque de verdad”, pero que se vio frustrado por las malas condiciones meteorológicas: “Cuando llegamos al Campo 3 vimos claro que no iba a ser posible, pero aún así intentamos seguir, no porque nuestro deseo fuera superar el récord de altitud en el K2 en invierno, sino porque queríamos asomarnos y examinar qué había después. Qué condiciones nos esperaban para seguir aprendiendo de esta montaña para futuras expediciones”.

Asimismo, en su regreso, el vizcaino también quiso relatar su papel en el rescate de Tom Ballard y Daniele Nardi, los alpinistas que desaparecieron el pasado invierno en el Nanga Parbat y cuyos cadáveres fueron localizados posteriormente por Txikon: “Es cierto que al principio iba a ir parte de la expedición rusa, pero como nosotros contábamos con más tecnología, nos desplazamos hasta la montaña. No fue nada sencillo, las avalanchas caían y encontramos los cadáveres a unos 6.000 metros de altura, colgaban de una cuerda fija y murieron de hipotermia. Una muerte cruel y muy dura”.

la relación con los rusos Paralelamente al equipo de Alex Txikon, una expedición ruso-kazajo-kirguís intentó lo mismo que el lemoarra: ser los primeros en alcanzar la cima de la montaña salvaje en invierno. Sin embargo, las relaciones entre ambos grupos fueron bastante malas: “Han ido a probarse con un líder con muy poca experiencia como es Artem Braun y se han equivocado desde la a hasta la zeta”. A pesar de ello, Txikon se mostró orgulloso de que dicha expedición usara sus cuerdas para avanzar en su ascensión: “Se nos acusó de estar en competición y de montar una segunda línea de cuerda cuando lo cierto es que este invierno solo ha habido una línea de cuerda, la nuestra. Hemos equipado 3.000 metros de línea de cuerda en 80 reuniones. Se nos ha juzgado de competitivos sin ser cierto porque hemos creado una nueva línea y no teníamos ninguna paralela”. Con todo, ya en casa, Txikon descansa el cuerpo mientras su mente trabaja en una nueva expedición que intente la cumbre de un K2 todavía virgen en invierno.