Ianis Hagi y el peso del apellido
El hijo del legendario Gica quiere contribuir a que Rumanía vuelva a revivir los éxitos de hace treinta años
Hace treinta años, Rumanía alcanzó las mayores cotas de su historia futbolística al llegar a los cuartos de final del Mundial de Estados Unidos, donde cayeron por penaltis ante Suecia tras eliminar en octavos a Argentina, que estaba en shock por la expulsión de Maradona por consumo de drogas. Su gran estrella era Gheorghe Gica Hagi, que dejó uno de los mejores goles de aquella edición ante Colombia. El seleccionador, entonces, era Anghel Iordanescu, el hombre que dirigió en varias etapas a la que se considera la mejor generación del fútbol rumano.
Hoy, Rumanía puede dar con un triunfo ante Bélgica otro paso hacia igualar el mejor resultado en una Eurocopa, también los cuartos de final en 2000, si accede a las eliminatorias con un equipo en el que figuran los hijos de esos nombres legendarios: Edward Iordanescu es el seleccionador y Ianis Hagi, uno de los jugadores llamados a conducir a su selección a otra etapa de éxitos. El centrocampista que esta última campaña ha jugado cedido en el Alavés por el Glasgow Rangers nació en Estambul hace 25 años cuando su padre militaba en el Galatasaray, con el que se enfrentó al Athletic en la Liga de Campeones y le marcó también con un soberbio zurdazo. Ianis carga con el peso del apellido y el dorsal, aunque él siempre ha dicho que se lo toma “de manera positiva y como una forma de motivación”. “No puedo estar pensando en ello porque es algo que siempre me ha acompañado”, afirma.
De momento, su carrera no ha alcanzado el vuelo esperado después de que debutara en el primer equipo del Viitorul Constanza con solo 16 años. Pese a ello, ha disputado ya 36 partidos con la selección absoluta a la que ahora mismo impulsan varios de los jugadores que lograron el tercer puesto en la Eurocopa sub-21 de 2019. La mayoría de ellos, además, salieron de la academia que Gica Hagi montó tras su retirada.
La Fiorentina, el Genk y el Rangers, donde fue dirigido por otras dos leyendas como Steven Gerrard y Gio Van Bronckhorst y logró el doblete en Escocia, han sido los otros equipos de Ianis Hagi antes de llegar al Alavés. Dotado de una notable calidad técnica y un buen manejo de las dos piernas, “mi padre me decía que cualquier cosa que hiciera con una pierna lo tenía que hacer con la otra”, sus prestaciones no terminaron de convencer en Mendizorrotza quizás por una excesiva frialdad para lo que reclamaba el técnico Luis García Plaza y en ocasiones una desacertada toma de decisiones en la construcción del juego de ataque en un entorno mucho más exigente.
Ahora, el joven Hagi espera que la Eurocopa le sirva para aclarar un futuro incierto, aunque su deseo es mantenerse en la Liga española, y para continuar con el progreso del fútbol rumano, ahora que muchos jugadores de la selección militan en las ligas más importantes. La travesía del desierto de este siglo puede concluir en este torneo en el que casi nadie contaba con Rumanía, pero dejó muy buena imagen en el primer partido. “Nuestro trabajo empezó hace 10-15 años, llevamos muchos años jugando juntos y ahora estamos recogiendo los frutos. Pero lo mejor está por llegar. Creo que esta Eurocopa puede ser solo el principio”, asegura alguien que debe superar la fama de su progenitor, del Maradona de los Cárpatos, lo mismo que otros cinco jugadores que actúan en esta Eurocopa: el danés Kasper Schemeichel, el italiano Federico Chiesa, el neerlandés Daley Blind, el galo Marcus Thuram y el portugués Francisco Conceiçao.