Josep Maria Bartomeu lleva camino de convertirse en el peor presidente en la historia del Barça, a pesar de que bajo su mandado (2014-20) el equipo azulgrana consiguió tres ligas, cuatro copas y la última Champions del club, entre otros títulos. Su detención el lunes por los Mossos d'Esquadra como principal implicado en el denominado Barçagate puso la piedra de toque a una gestión nefasta. El expresidente, que dimitió el 27 de octubre antes de someterse a una moción de censura, declaró el lunes en las dependencias policiales junto a su mano derecha, Jaume Masferrer, el director general Óscar Grau y el jefe de los servicios jurídicos Román Gómez-Ponti, que también fueron detenidos.

El Barçagate estalló el 17 de febrero de 2020 cuando en el programa de SER Catalunya Què T'hi Jugues se contó que desde finales de 2017 el Barça tenía un contrato con I3 Ventures para supuestamente desprestigiar, difamar y poner en duda a través de al menos seis cuentas de Facebook a individuos y entidades del entorno azulgrana no afines a la junta directiva de Bartomeu, pero también a jugadores emblemáticos del club, como Leo Messi, Piqué, Xavi o Guardiola, amén de propalar las bondades de la gestión de la directiva culé.

El Barça habría pagado un millón de euros anuales a I3 Ventures por estos trabajos, troceando las facturas entre diferentes departamentos para que cada una fuese inferior a 200.000 euros, evitando así que los contratos tuviesen que pasar por la aprobación de la junta directiva.

Los Mossos investigan posibles delitos de administración desleal y corrupción entre particulares.

Un mes antes del Barçagate, Bartomeu había cesado a Ernesto Valverde como entrenador con el equipo liderando la Liga, y un mes después eclosionaba la pandemia y se precipitó la ruina de un club admirado en el mundo entero. Una deuda de 1.173 millones mostraba en toda su crudeza la nefasta gestión económica y deportiva del todavía presidente, muñidor de la plantilla más cara del planeta futbolístico, pero nada acorde al rendimiento acreditado sobre el césped.

Por si fuera poco, Leo Messi anunciaba por burofax su intención de dejar el club por culpa de un presidente "mentiroso", y el Bayern de Múnich literalmente masacraba al equipo azulgrana (8-2) en los cuartos de final de la Champions para cerrar el curso.

Aunque Bartomeu reaccionó al Barçagate en modo indignado, rescindiendo el contrato que tenía con I3 Ventures, empresa propiedad del empresario argentino Carlos Ibáñez, el escándalo estaba servido.

Explicaciones y tensión

La directiva azulgrana se reunió el 19 de febrero del pasado año con la Comisión Delegada para debatir el asunto y dos días después la crisis estallaba en el seno de la junta. Un grupo de directivos había pedido explicaciones al presidente por lo ocurrido, reclamando el adelanto de los comicios, previstos para 2021, y responsabilidades a Jaume Masferrer, el director del área de presidencia, a quien Bartomeu suspendió de empleo, pero no de sueldo, a la espera de lo que dijera la auditoría externa encargada a PriceWaterHouseCoopers (PwC).

En plena escandalera, El País publicaba el 27 de febrero que docenas de cuentas falsas de Twitter de una base de datos de Nicestream, empresa madre de I3 Ventures, también propiedad de Carlos Ibáñez, llevaban a cabo las mismas prácticas de difamación y desprestigio de individuos, incluidos periodistas, y entidades del entorno azulgrana que las seis cuentas de Facebook.

Bartomeu quiso solucionar la crisis en modo autoritario. Exigiendo la dimisión de cuatro directivos críticos, además de despedir a varios empleados, tras conocer la auditoría, que descargaba la responsabilidad en Masferrer. En ella se explicaba que este exdirectivo participó activamente en el contenido en redes sociales. También que se pagó un sobreprecio y que las facturas se dividieron para esquivar controles internos. Pese a las evidencias de esta auditoría externa, el club siguió negando que se contrataran dichos servicios para difamar y que lo único criticable es que se habían cometido varios errores administrativos al evitar los controles.

Cita con la jueza

Sin embargo, el Barçagate acabó entrando en la vía de la justicia por un posible delito de administración desleal. La jueza Alejandra Gil decretó el secreto de las actuaciones, vigente hasta el 10 de marzo tras seis prórrogas, y este martes, sobre las 9 de la mañana, tomará declaración en la Ciutat de la Justícia al expresidente, que pasó la noche en los calabozos junto a Masferrer.

Los Mossos registraron las oficinas del Camp Nou después de pedir a los trabajadores que dejaran el recinto, salvo Óscar Grau y Román Gómez-Ponti, que aún son empleados del club, detenidos y puestos en libertad con cargos. Poco después, la policía autonómica acudió a los domicilios de Bartomeu y Masferrer, que también fueron registrados poco antes de proceder a los arrestos.

Mala imagen y reputación del clubLa presunción de inocencia.

Los candidatos a la presidencia del Barça este domingo se mostraron cautelosos tras la detención de Bartomeu. "Tenemos un máximo respeto por las actuaciones policiales y judiciales así como un máximo respeto por la presunción de inocencia", explicó en un vídeo Joan Laporta, para añadir que "estos hechos perjudican enormemente a la imagen y reputación de nuestro club". Toni Freixa también expresó en otro vídeo que "lo que debe primar es la presunción de inocencia". Más contundente se mostró Víctor Font, quien opinó en un tuit: "Debemos acabar totalmente con la corrupción y las corruptelas".