MENOS de 24 horas. Eso duró el segundo y definitivo intento de salida que protagonizó Kepa Arrizabalaga (Ondarroa, 3-X-1994) antes de hacer las maletas y abandonar el Athletic haciendo frente a los 80 millones de euros que marcaban su cláusula de rescisión, movimiento que llevó a cabo el 8 de agosto de 2018 para comprometerse con el Chelsea y convertirse en el portero más caro en la historia del fútbol. Se cumple hoy un año, por tanto, de una espantada que dejó un amargo sabor de boca en el seno rojiblanco. No por inesperada, pues el deseo de cambiar de aires del guardameta ondarrutarra se había visto reflejado meses atrás en su baldía intención de fichar por el Real Madrid, dejó de sorprender la rapidez con la que el vizcaino consumó su salida. Fue durante la mañana del 7 de agosto, sin ir más lejos, cuando comenzó a coger fuerza, sin previo aviso, la opción de que Arrizabalaga pusiera rumbo a la Premier League para unirse al proyecto de Maurizio Sarri en el Chelsea, que estaba a punto de ver volar al belga Thibaut Courtois hacia Madrid.

Esa tarde del 7 de agosto del pasado año, el de Ondarroa, tras cerrar el acuerdo con el conjunto blue a la espera de poder formalizar el pago de su cláusula de rescisión a primera hora de la mañana siguiente, cogió un vuelo en Loiu con destino a Madrid y ahí tocó a su fin su vinculación con el Athletic tras haber ingresado en Lezama en 2004, con nueve años, en categoría alevín. Su marcha, oficializada después de que a las 9.22 horas se personaran en la sede de la Liga los abogados del jugador y Margarita Garay, directora general de Bahía Internacional, acompañada por los letrados Rodrigo García y Álvaro Reig, de Laffer, puso el punto final a la corta, pero intensa trayectoria como león de Arrizabalaga. El vizcaino, que se comprometió con el Chelsea hasta 2025 con un sueldo cercano a los seis millones de euros por temporada, certificó así su adiós a Bilbao después de que meses antes, el 22 de enero, hubiera renovado su contrato como rojiblanco hasta el mismo año elevando su cláusula desde los 20 hasta los 80 millones de euros bajo la presidencia de Josu Urrutia.

Fue la salida que encontró entonces el portero ondarrutarra para no verse descabalgado de la portería de San Mamés y poder disputar el Mundial de Rusia ante la negativa de Zinedine Zidane a hacerle un hueco en el Real Madrid durante el mercado invernal del curso 2017-18. La promesa de acordar su contratación de cara al siguiente ejercicio no satisfizo a Arrizabalaga, que no se lo pensó dos veces a la hora de aceptar la posterior oferta lanzada por el Chelsea, modificando por completo el escenario en el que se hallaba la portería del Athletic a corto, medio y largo plazo.

NI KEPA, NI REMIRO La apuesta de Lezama por el portero vizcaino, no en vano, se vio truncada del mismo modo que la esperanza de ver crecer a Alex Remiro bajo la disciplina rojiblanca. El de Cascante, de vuelta tras su exitosa cesión al Huesca en Segunda División, no aceptó la oferta de renovación que le presentó el Athletic tras la marcha de Arrizabalaga y el club decidió recuperar al recién cedido Unai Simón, quien había iniciado los entrenamientos de pretemporada con el Elche.

En medio de un escenario del todo inesperado, Iago Herrerín cayó lesionado en la recta final de la pretemporada y Simón, con Remiro relegado a la grada, arrancó la liga 2018-19 como titular a las órdenes de Eduardo Berizzo. Un año después, la portería rojiblanca figura sin dueño fijo como consecuencia de una serie de movimientos que se iniciaron hace hoy un año con la repentina espantada de Arrizabalaga, quien se despidió del Athletic mediante una carta a través de las redes sociales en la que destacaba que la decisión de fichar por el Chelsea, donde asoma como titular indiscutible, era “la mejor para el futuro”.