IKER Salazar (Leioa, 1993) tuvo claro que la mejor manera para afrontar la situación que vive la sociedad desde hace más de un año era estar rodeado de los suyos. Como en casa, en ninguna parte. Tras tres años fuera, el leioztarra dejó el Iraurgi y volvió a Bizkaia; a la hora de jugar, también retornó a la que es su casa deportiva, el Zornotza. El jugador ha regresado como si nunca se hubiera marchado y desde el primer día ha tenido un peso importante en el equipo, siendo una de las piezas clave de la buena temporada del conjunto de Amorebieta, que actualmente ocupa la tercera posición en su grupo de la LEB Plata y afronta con entusiasmo los últimos tres partidos de la liga regular, con el siempre ilusionante play-off de ascenso a la LEB Oro en el horizonte.

Pese a la buena racha, el Zornotza no ha sido ajeno a los parones por el covid-19 y esta misma semana tuvo que aplazar su encuentro ante el Iraurgi a pocas de su disputa por un positivo en su plantilla. Por fortuna, el afectado llevaba varios días sin coincidir con la mayoría de los jugadores, por lo que el partido del domingo ante el Grupo Alega Cantabria sigue en pie. Lo que está claro es que una vez más los vizcainos deberán encarar los compromisos restantes con pocos días de descanso entre uno y otro, situación ya habitual para los clubes de la LEB Plata. "Lo malo es cuando piensas que vas a jugar y no lo haces. Luego, lo peor es tener que recuperar ese partido. Si estudias o trabajas, pierdes dos días, ya que hay que jugarlo cuando la FEB lo manda y muchas veces no es lo que mejor viene al equipo", apunta Salazar.

En el seno de la plantilla y el cuerpo técnico zornotzarra solo ha habido dos positivos, pero eso no les ha salvado de tener que aplazar encuentros por positivos del rival. Con todo, el Zornotza ha jugado muchos choques con muy pocos entrenamientos en el último mes. "Hemos hecho una sesión y media por cada partido. Para los jugadores no está mal, porque lo que más nos gusta es jugar, pero para el entrenador es prácticamente imposible preparar el partido", apunta el polivalente jugador de Leioa, que se alegra de vivir esta situación con la tranquilidad que da estar instalado en la parte alta de la tabla: "En caso contrario, estaríamos con un estrés que sería insoportable".

El regreso Salazar tiene claro que vivir la competición de esta manera es mucho más sencillo si se hace en un entorno conocido y ese fue uno de los motivos de sus regreso a Amorebieta. "Llevaba tres temporadas fuera y estaba supercómodo. Pero este año era especial. No sabíamos si íbamos a jugar o no y decidí pasarlo en casa. Así, si sucedía algo, estaba con mi familia", cuenta. En lo deportivo, las cosas funcionaron desde el primer día y se encontró con un entorno de sobra conocido. "El club es el mismo y Mikel siempre ha sido el entrenador con el que mejor he funcionado. Además, somos un equipo unido. El grupo de casa es fuerte y la gente de fuera se ha ido sumando. Lo importante es que el equipo funcione también fuera de la pista y hay muy buen rollo", afirma el vizcaino, aunque reconoce que "echamos mucho de menos a la gente y estamos deseando que vuelvan a Larrea".

La buena racha del equipo hace que lleguen al final de la liga regular con el play-off asegurado y Salazar tiene claro que es el momento de aspirar a algo grande: "El play-off se juega a dos partidos y puede pasar cualquier cosa, para bien o para mal. Cualquiera puede ganar a cualquiera y si llegamos en buen momento, podemos ganar al mejor". Sueños dorados que empiezan a dibujarse en el año del regreso a casa.