EL play-off se le ha torcido al Bilbao Basket, que en menos de 48 horas ha pasado de la euforia tras una victoria amplia a la decepción de una derrota por inferioridad, de ver la eliminatoria muy a favor a ver con pesimismo lo que queda por delante. Son las consecuencias de este tipo de formato competitivo, en el que es casi más importante el aspecto mental que los físicos o tácticos. El Trapa Palencia encontró ayer la manera de sobrevivir en un partido que era clave. Los locales necesitaban el triunfo para dejar la eliminatoria vista para sentencia y los visitantes querían mantener sus esperanzas y, por qué no, asegurarse un par de taquillas en el pabellón palentino. Álex Mumbrú va a tener cinco días por delante para limpiar la cabeza de sus jugadores, que ayer salían de la cancha mirando al suelo, y también para buscar ajustes, siempre necesarios cuando se juegan tantos partidos en poco tiempo contra el mismo rival.

Un nombre resume el partido de ayer: Rokas Gustys. Si en el primer partido el juego interior del Bilbao Basket había sido claramente superior y había dominado el rebote, ayer el pívot lituano marcó el tono del partido desde el primer minuto con su dureza en el juego con balón, que le llevó a acabar con unos números que doblan sus promedios habituales, y sin balón, por los buenos bloqueos que colocó a sus compañeros y cómo usó su poderoso cuerpo en las inmediaciones de aro para rebotear y cerrar espacios. El Palencia elevó el tono físico del partido, lo que se podía esperar, y el Bilbao Basket se mostró blando en muchas acciones y jugó con más corazón que cabeza, sobre todo a partir del descanso.

El equipo castellano protegió su zona y concedió muchos tiros abiertos que los hombres de negro desperdiciaron como tantas veces esta temporada. En este sentido, la derrota sienta peor por el hecho de que el Palencia solo metió dos triples en todo el partido en 18 lanzamientos. Sin embargo, supo encontrar otras vías de anotación. Sus catorce puntos al contraataque fueron puñales en un duelo jugado en espacios reducidos y los 44 sumados en la zona desvelan que la defensa del Bilbao Basket no estuvo a su nivel habitual.

En esta ocasión, las rotaciones diseñadas por Mumbrú no tuvieron efecto positivo. Quienes estuvieron acertados el viernes no repitieron ayer y el colectivo nunca tuvo regularidad. En el primer cuarto, una transición en ventaja en la que los vizcainos podían ponerse con once puntos de ventaja acabó en una pérdida y en una falta antideportiva a partir de las cual el Palencia armó un parcial de 0-8 para frenar una escapada que podía haber cambiado el partido. En el segundo cuarto, el equipo bilbaino se puso siete puntos arriba en el minuto 4 tras un tiro libre de Larsen, pero desde ahí no fue más veces a la línea porque cayó en la trampa de lanzar triples sin demasiado sentido y fuera de las posiciones que interesaban.

El marcador se igualó y el tercer cuarto enterró las opciones del Bilbao Basket. Uno de diez en triples, seis pérdidas de balón, faltas a destiempo, pusieron el partido en bandeja a los visitantes, que seguían sin ceder ni un metro ni desordenarse. Los hombres de negro firmaron sus peores diez minutos desde que cayeron en casa contra el Oviedo, allá por enero. El ataque no lograba ventajas en el bloqueo directo y las dudas empezaron a contagiarse entre los jugadores. Schreiner y Salgado no lograron poner orden y usarles a los dos juntos nada solucionó, ni juntarles con los dos pívots. Solo los tres triples seguidos de Matulionis encendieron Miribilla y avivaron la esperanza. Quizás en ese momento Mumbrú debió haber hecho coincidir en cancha al lituano y Edu Martínez, más que nada porque parecían los únicos inspirados desde la lejanía. El Palencia, con una rotación más corta, se apoyó en la calidad de Vasturia para sumar desde la media distancia ante una defensa mal organizada.

Cuando el Bilbao Basket aún tenía opciones (69-76 a tres minutos), volvió a caer en la crispación y en errores que concedieron a Grimau cuatro puntos muy sencillos para sentenciar y llevarse lo que el Palencia vino a buscar a Bilbao. Y es que conviene ya darse cuenta de que no va a haber paseos militares, que nadie va a poner alfombras al paso del favorito. En un play-off hay que ocuparse de lo que cada uno puede controlar, desde la pizarra y después en la cancha, y eso ayer a los hombres de negro se les fue de la manos. El ascenso ya no se ve como imposible y los ocho equipos que están en el play-off quieren aprovechar sus oportunidades. El Palencia vio pasar ayer una y la cogió. Ahora quedan tres partidos de los que hay que ganar dos para llegar a esa Final Four en la que algunos quizás se han visto demasiado pronto. Y es que el Bilbao Basket no es tan superior como para ganar sobrado. Si es que capaz de cambiar el guion volverá a Miribilla.