El Parlamento Europeo ha rechazado este martes las "competiciones escindidas", como la Superliga de fútbol, que socavan los principios de inclusión y equidad y ha defendido un modelo deportivo en la Unión Europea basado en valores como la solidaridad.

En la resolución adoptada con 597 votos a favor, 36 en contra y 55 abstenciones, piden una mejor redistribución financiera, y proponen que las federaciones deportivas establezcan un mecanismo de solidaridad para garantizar la financiación adecuada del deporte aficionado y de base.

En su respuesta, los promotores de la Superliga Europea reiteraron que esta no es una competición rupturista y que "apoya plenamente los valores expuestos" en el informe aprobado por el Parlamento Europeo y que esta no es una competición rupturista, pero cuestionaron que se permitan actuaciones "como las de la UEFA en régimen de monopolio".

En un documento suscrito por Anas Laghrari y John Hahn como promotores de la Superliga, indicaron que "en ningún ámbito de actividad de la Unión Europea serían permisibles actuaciones como las de la UEFA -con sede en Suiza, fuera de la Unión-, que actúa en régimen de monopolio como único regulador y organizador de competiciones europeas, bloqueando cualesquiera iniciativas de terceros que compitan con su monopolio".

"El deporte europeo, y el fútbol en particular, necesita protección urgente ante los abusos que vienen siendo cometidos por una serie de actores ajenos a la Unión Europea, que persiguen intereses no relacionados con el deporte y utilizan clubes de fútbol como plataforma para sus propios intereses, incumpliendo el fair play financiero y dañando la sostenibilidad del fútbol tradicional", añadieron.

Los promotores del proyecto, del que no se han desvinculado Real Madrid, Barcelona y Juventus, mantuvieron que "la Superliga es precisamente proteger el fútbol europeo frente a dichos abusos, asegurando el cumplimiento estricto del fair play financiero, garantizando la sostenibilidad financiera de los clubes y estableciendo un sistema de gobierno transparente y eficaz para los clubes, y no en beneficio de terceros ajenos a la Unión Europea, sean o no Estados, que utilizan el fútbol para otros fines".

"Nunca se concibió como una competición rupturista. Al contrario, la Superliga condicionó su mera existencia, incluso contractualmente, a que quedara garantizada su plena compatibilidad con la participación de los clubes de la Superliga en sus respectivas competiciones nacionales, ya sea por su reconocimiento por parte de UEFA/FIFA o, alternativamente, mediante la obtención de protección adecuada por parte de los tribunales de la Unión Europea", subrayaron.