LO de Peio Etxeberria (Zenotz, 1998) ha sido llegar y besar el santo. El delantero navarro debutó con Aspe el 3 de noviembre de 2017 en Larraintzar y, en apenas cinco meses, ya vivirá su primera final en el ruedo profesional. El atrevido delantero ultzamarra disfrutará mañana de un partido muy especial en el Labrit de Iruñea, a partir de las 17.00 horas. Unido a un Jon Jaunarena, en pleno ascenso en la zaga después de reconvertirse, Etxeberria tendrá que secar a dos manistas serios y complicados de ganar: Asier Agirre y Diego Iturriaga, otro novato en estas lides. “Salir del vestuario va a ser algo increíble, con todo el Labrit lleno y la gente animando. Pero a la hora de jugar voy a ir sin miedo, fallaré lo que tenga que fallar y acertaré lo que tenga que acertar. Lo importante es que no se me encoja el brazo”, afirma Etxeberria. Toda una declaración de intenciones.
“Hace unos meses estaba en aficionados y estoy muy contento por haber llegado a mi primera final. Todos los pelotaris deseamos jugar este tipo de partidos”, manifiesta el debutante, quien añade que “al principio, al entrar en el campo profesional, tienes miedo y nervios, porque no conoces a los contrarios. Después, cuando empiezas, parece que viene todo muy grande”. En enero dio el pistoletazo de salida a su primer torneo junto al todoterreno leitzarra. “Empezó dominando y me sentí muy bien, me dejó espacio para rematar”, desgrana el de la Ultzama, quien halaga a su compañero: “El cambio de la delantera a la zaga es brutal y amoldarse a este nivel es de ser un pelotari muy grande. Muy pocos son capaces de llegar a ese punto, ya que cambia el estilo de juego, hay problemas de manos... Le ha salido bien”. Forman una combinación muy peligrosa: Jon domina y Peio no se corta un pelo a la hora de rematar.
Así las cosas, a medida de que se va acercado el encuentro, Etxeberria no siente la tensión. Reconoce que es un “recién llegado” y que no tiene nada por lo que “estar nervioso”. “Agirre-Iturriaga son los que tienen la presión, porque nos han ganado los dos partidos en las liguillas -en Tafalla y en Iruñea por idéntico resultado, 22-14- y tienen más años de experiencia. Por esa parte, no siento nada de nervios”, sostiene el navarro, quien admite que “otra cosa es que esté toda tu gente en el frontón, animando, por ese lado sí que los notaré”. Y es que el de Aspe solicitó alrededor de 150 entradas para sus familiares y amigos. De cualquier modo, el valiente delantero agrega que “tengo poco que perder y mucho que ganar. Está claro que podemos perder porque juegan mucho, pero también creo que tenemos muchas posibilidades de llevarnos la txapela si hacemos bien las cosas y damos la talla”.
En los cinco meses dentro del ruedo profesional, Peio reconoce el trabajo diario, los días de frontón, para encontrar mejora en su juego; físicamente, más cincelado, se le intuye la mejora. “Durante este tiempo me he dedicado a entrenar mucho todos los días. Sobre todo, hemos incidido en la defensa, porque me cuesta sujetar en el ancho. También hemos hecho hincapié en la precipitación. Muchas veces meto la pata por querer demostrar”, evoca Etxeberria. El arrojo le va en el ADN. “Siempre he sido valiente; nunca me he achantado y ahora tampoco lo voy a hacer, pero quiero controlarlo”, añade el de Zenotz. Quiere más. Le va la marcha. “Si no eres ambicioso, no eres pelotari. Estando aquí, en la final, quiero la txapela”, destaca el manista neófito.
Minimizar fallos Agirre-Iturriaga son los rivales a batir. “Diego es una roca, no falla apenas pelota y eso es muy importante. Asier, por su parte, defiende una barbaridad y no regala nada. Eso es lo que hace que lleguen las victorias. Es muy complicado”, considera Etxeberria. Según el puntillero de Zenotz, la final del Parejas de Segunda pasa por “minimizar” yerros. “Últimamente hemos tenido bastantes errores. Si hacemos un partido correcto, tenemos amplias posibilidades de llevarnos la txapela. En el último partido fallamos quince pelotas y así es difícil ganar. La clave va a estar en la resistencia y en los fallos”, finaliza el ultzamarra, motivado en busca de la lana.